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Precrítica

'Beowulf', el espectáculo garantizado

Sin duda alguna, la épica aventura digital de Robert Zemeckis es el estreno más importante de este fin de semana junto la aclamada '[REC]'.

Por Óscar Martínez 22 de Noviembre 2007 | 10:20

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Sin duda alguna, una de las películas más esperadas de este 2007 sea 'Beowulf', fantasía épica basada en el homónimo poema sajón que ha sido dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por unos digitalizados Ray Winstone, Angelina Jolie, Anthony Hopkins, John Malkovich y Robin Wright Penn entre otros.

'Beowulf' nos sitúa en un tiempo de héroes, en Dinamarca, donde el reinado de Hrothgar vive bajo la sombra del gigante Grendel; del otro lado del mar, el poderoso guerrero Beowulf llegará para dar muerte al demonio, provocando así la ira de su monstruosa a la vez que seductora madre, en un conflicto que transformará a un rey en leyenda.

Ante todo, querría precisar que un servidor no ha tenido la oportunidad de disfrutar de la película en fomato 3D estereofónico, como parece ser que mandan los cánones, sino en una pantalla ortodoxa, aunque de considerables dimensiones.

Una de las frases más impactantes de 'Beowulf' y que, por otro lado, resume a la perfección buena parte de mis reacciones para con la película, es la que el vasallo de Hrothgar convertido al cristianismo grita en el tramo final de la película: los pecados de los padres. ¿Por qué? Porque Beowulf adolece exactamente de los mismos errores (aunque en menor medida) que adolecía el anterior intento de Robert Zemeckis, 'Polar Express', de digitalizar a sus personajes.

Tras este agorero inicio de crítica, pasemos ahora a relatar las virtudes de 'Beowulf' que, por otro lado, no son pocas: la nueva película de Robert Zemeckis es, como cabía esperar, todo un portento visual, con unos decorados deslumbrantes y una historia fascinante, una banda sonora estruendosa y pegadiza en muchos de sus pasajes y un aura épica que, sin lugar a dudas, es lo mejor del film con diferencia.

Por contra, y como decía al principio de esta crítica, los personajes de 'Beowulf' no están siempre al nivel de su entorno, al menos gráficamente, pues el preciosismo de sus primeros planos y su hiperrealismo quedan en parte desvirtuados tanto con algunos de sus movimientos (a la hora de cabalgar, por ejemplo) como por sus personajes terciarios, muy poco definidos en algunos casos. Por ello, y a pesar del primer impacto visual de 'Beowulf' -más aún (supongo) si la visionamos en 3D estereofónico- uno no puede dejar de tener la sensación de que está viendo una larga introducción de un juego de consola de última generación.

Algo más que efectos especiales

A favor de 'Beowulf' cabe decir que su historia, a pesar de resultar predecible en términos generales, no deja de resultar interesante, sobretodo gracias a unos diálogos no demasiado extensos aunque sí efectivos, además de sorprendentemente verosímilies en los labios de sus protagonistas virtuales, bastante más consistentes que muchos actores de carne y hueso en otras películas de corte fantástico. Por otro lado, uno de los mayores logros de la película de Robert Zemeckis es que, aunque pueda resultar paradójico, no abusa de los efectos especiales, basándose en un ritmo narrativo relativamente sosegado y sobrio en líneas generales a excepción de su tramo final, cosa que sin duda favorece a la propia condición épica del metraje.

El epicentro de dicho metraje es, por si alguien lo dudaba, el personaje interpretado por Ray Winstone, el héroe legendario (aunque algo bravucón), noble y altivo, orgulloso y temerario, el cual troca todas aquellas virtudes enfatizadas por una vida de aventuras en favor de la estabilidad de un reinado, y quizá algo de lujuria. A partir de ese momento, 'Beowulf' pasa de ser un héroe de leyenda a desenmascararse como un cobarde traidor, aunque no por ello queda desvirtuado a los ojos ni de su séquito ni del espectador pues, en realidad, el Mito se ha convertido en Hombre, nada más: un ser vulnerable, mundano, que con el paso de los años se dará cuenta de su error y deberá enfrentarse a sus propios miedos otorgándole, curiosamente, la redención que su alma anhela. Por ello, Beowulf no hace sino presentarnos al Hombre como Monstruo y viceversa, mensaje que, sobretodo últimamente, encontramos en mayor o menor grado en nuevas producciones como es el caso de ese copy/paste llamado 'Invasión', por poner el ejemplo más reciente.

Así pues, la epicidad de 'Beowulf' está garantizada, así como el derroche de sobrios efectos especiales y, al igual que '300', instantáneas para recordar, si bien uno debe reconocer que la película de Robert Zemeckis pretende, aunque no lo consiga del todo, llegar más allá de la mera estética a través de un mundo enteramente virtual, cosa que es digna de alabar. Eso, y el hecho de proporcionarnos una historia fantástica sin connotaciones infantiles, tal y como ha ocurrido con esa agradable sorpresa que ha sido 'Stardust'.

Así y todo, sigo pensando que la misma película con personajes de carne hueso habría resultado muy superior.