De 'El banquete de boda' a 'La vida de Pi': Ang Lee, de peor a mejor

Odiada y amada a partes casi iguales, aunque la sensación siempre es que ganan los primeros en esta batalla, 'Hulk' es otro inesperado giro en la carrera de Ang Lee. Y es que, tras deslumbrar a propios y extraños con un trabajo tan clásico y arrebatador como 'Tigre y dragón', el cineasta taiwanés decidió lanzarse a un género, el de los superhéroes, que no contaba, ni muchísimo menos, con la aceptación y el entusiasmo general actual.

Quizá por eso, o porque la película era infinitamente más aburrida de lo esperado, esta adaptación parece perdida en su propia búsqueda de identidad, como si tratara de encontrar un ritmo, tono y energía desconocida. Muchos, sin embargo, ven en ella una cinta llena de riesgos acertados y valentía ejemplar por parte de su responsable. Otros, lástima, solamente recordamos bostezos al pensar en 'Hulk'.

La última propuesta estrenada hasta la fecha por Ang Lee, 'Billy Lynn', es también uno de sus mayores fracasos comerciales de su carrera. Ni siquiera la curiosidad de ser la primera película de la historia rodada a 120 fotogramas por segundo consiguió atraer al público a unas salas de las que los críticos tampoco salieron muy contentos. Y era comprensible.

Estamos ante una cinta que no termina nunca de encontrar lo que busca a nivel dramático, que se abandona a su acabado visual para conseguirlo y que no es capaz de despertar ninguna emoción real en un espectador que la observa con respeto, pero sin implicación. La labor de Lee tras la cámara es tan notable como de costumbre, pero, más allá de eso, no queda nada. Absolutamente nada.

El debut de Ang Lee no ha envejecido demasiado bien en comparación con el resto de su filmografía, pero, sin embargo, ha sido capaz de mantener casi intacta esa ternura implícita en gran parte de su relato, resultando un trabajo tan intrascendente como disfrutable. No hay pistas demasiado evidentes del talento que demostraría el cineasta poco tiempo después, menos todavía del genio que terminaría apareciendo en algunas de sus obras imprescindibles, pero es complicado encontrar errores realmente significativos en 'Manos que empujan'. No deja huella, pero tampoco lo pretende. Funciona y ya. Menos es nada.

'Cabalga con el diablo' supone la aventura de Ang Lee en otro género cinematográfica hasta entonces inexplorado en su carrera. Drama bélico con ligeros toques románticos, lo más flojo del conjunto, a esta historia de, sobre todo, amistad y coherencia en medio de la pérdida y el horror, le faltaba cierta energía a la hora de arrancar y atrapar al espectador, mejorando considerablemente con el paso de los minutos.

Un error de cálculo que marcaba de forma negativa a la película, pero que no terminaban de hundirla, resultando admirable la forma en la que el cineasta rearmaba la estructura interna del relato hasta una conclusión brillante en todos los sentidos. No está entre lo mejor de su carrera, pero 'Cabalga con el diablo' es otra demostración de talento por parte de Lee.

Si en algo falla 'Destino: Woodstock' es en su faceta cómica, un género que, puestos a encontrar manchas en los expedientes, nunca ha terminado de funcionar demasiado en manos de Ang Lee. Sin embargo, se trata de un error no demasiado grave en una película que, por lo demás, sabe transmitir esa sensación de alucinación colectiva desde lo cotidiano, de la psicodelia desde la rutina, del hallazgo desde la ausencia del sentido común. Se trata, en definitiva, de una propuesta que se eleva cuando consigue sacar oro de los elementos mínimos, algo que ocurre especialmente en un tramo final donde encontramos la mejor versión de Lee. Un trabajo menor, pero efectivo.

Inesperadísimo éxito comercial y crítico, 'El banquete de boda' fue la película que empezó a cambiar la carrera profesional de Ang Lee. Último trabajo en Taiwán del cineasta antes de ser recibido con los brazos abiertos por la industria de Hollywood, esta comedia de temática homosexual está resuelta de una manera notable en cada uno de sus apartados, sin aportar nada memorable, sí, pero otorgando el suficiente número de recompensas como para entender su triunfo. De menos a más, 'El banquete de boda' termina, además, resultando mucho más emotiva de lo esperado, un elemento a favor más que sumar a su cuenta. En definitiva, una cinta clave para entender el principio del estatus de Lee.

La auténtico joya escondida dentro del imponente repertorio de Ang Lee se llama 'Comer, beber, amar'. Ojo, nada que ver con aquel desastre llamado 'Come, reza, ama' perpetrado por Julia Roberts. En este caso, el cineasta de Taiwán narra una de esas historias familiares repletas de emoción con el cariño y atención a los personajes que caracteriza su cine, plasmando en imágenes cotidianas toda la poesía que cabe en el día a día. Una cinta que, además de consolidar las expectativas depositadas en él tras 'El banquete de boda', conmueve con una naturalidad impecable. Es Lee en estado puro, cristalino e inolvidable.

Ang Lee acababa prácticamente de llegar y, sin pensárselo dos veces, se sumergió de lleno en el barrizal de la burguesía estadounidense con 'La tormenta de hielo', una de las joyas cinematográficas más implacables de su catálogo. Armado con ese bisturí de precisión milimétrica que le ofrecía la novela original de Rick Moody, el cineasta no tardaba demasiado en disparar al mismo centro de la diana. A partir de ahí, fuera dudas, todo funcionaba a la perfección en una película hipnótica en su desarrollo, pero todavía más interesante si se trata de observar lo que ocurre en el sótano de cada una de sus escenas. Porque siempre hay algo más en esta historia que Lee maneja con pulso de hierro a través de una dirección que roza la perfección con la punta de los dedos. En el caso de que no sea una obra maestra, se queda muy cerca. Mucho.

Tras conmover a medio mundo con su obra maestra, 'Brokeback Mountain', Ang Lee regresaba a su país natal para dirigir 'Deseo, peligro', otra historia de amor inolvidable que, mucho más apoyada en el exceso y la grandilocuencia que su predecesora estadounidense, conseguía dejar un poso similar en el espectador.

La clave, parece querer decir el cineasta, está en dinamizar hasta los silencios, subrayar con delicadeza, mantener la calma y la pausa donde otros habrían sacado punta al artificio más lacrimógeno. Y lo consigue. Ligeramente irregular en su parte central, hipnótica en su primer tramo y decididamente memorable en sus últimos compases, 'Deseo, peligro' es una de esas películas que sirven a la perfección para identificar a un autor. Brillante.

'La vida de Pi' se puede, y se debe, analizar desde dos perspectivas: la forma y el contenido. En relación al primer punto, su apartado técnico y visual, estamos ante una obra deslumbrante, realmente excepcional, con uno de los mejores usos de las tres dimensiones que se han podido ver en un cine hasta la fecha. El espectador se sumerge de manera casi literal dentro de la pantalla, viviendo en primera persona las aventuras de su protagonista, compartiendo su mirada y sus experiencias, hipnotizado ante cada uno de los inolvidables paisajes y criaturas que se va encontrando a su paso. Así sí.

Respecto al contenido, el maestro Ang Lee se lanza al vacío con una historia tan compleja como apasionante, repleta de reflexiones de carácter religioso que requieren nuestra complicidad total. Uno no se puede enfrentar a 'La vida de Pi' con más armas que una mente abierta dispuesta a escuchar y analizar cada detalle. Una misión que hubiera sido imposible de cumplir con éxito si la figura central, y prácticamente exclusiva, de la película no estuviera a la altura, algo que no ocurre gracias a la emotiva y entregada interpretación de Suraj Sharma. La guinda de un magnífico pastel.

El salto de Ang Lee del cine taiwanés a Hollywood llegó a través de una adaptación a la gran pantalla de 'Sentido y sensibilidad', una de las novelas más geniales de la esencial Jane Austen. Es decir, desde la ruta más inesperada e impredecible. Marca de la casa. Y es que, como es evidente, en nada se parecía esta primera cinta estadounidense a los trabajos anteriores del cineasta, resultando, principalmente, mejor en todos los ámbitos.

Joya dirigida con talento maestro, repleto de interpretaciones magistrales y con un ritmo excelente, 'Sentido y sensibilidad' fusiona fondo y forma con pulso firme y una suavidad dramática digna de aplauso. Tan Austen como Lee. El más difícil todavía. Una inolvidable declaración de intenciones por parte de Lee.

A priori, 'Tigre y dragón' tenía un perfil de público objetivo tan claro y minoritario que, cuando se convirtió en todo un fenómeno comercial, además de crítico, muchos especialistas no dieron crédito. ¿Cómo demonios había sucedido? Fácil: Ang Lee acababa de facturar una aventura tan vibrante como poética, tan entretenida como preciosista, tan épica en sus conversaciones como en sus inolvidables escenas de lucha, coreografías voladoras que se instalan de inmediato a la memoria.

Una propuesta única dentro de la trayectoria del cineasta que, con el paso del tiempo, no ha hecho más que crecer hasta convertirse en algo muy parecido a un clásico. Hollywood, por su parte, reaccionó con aplausos unánimes, cuatro premios Oscar y la consolidación total de Ang Lee dentro de la industria. No era para menos.

La obra maestra de Ang Lee, 'Brokeback Mountain', continúa resplandeciendo como uno de los grandes dramas románticos vistos en una pantalla en lo que llevamos de siglo XXI. Una historia marcada por el dolor, la incomprensión, la pasión, los secretos, las mentiras obligadas y las verdades incontestables que, bajo la mirada sutil y delicada del cineasta, crece desde las entrañas hasta quemar en lo más hondo.

Con dos interpretaciones protagonistas por parte de Jake Gyllenhaal y Heath Ledger que se sitúan por encima del halago, 'Brokeback Mountain' fluye con la naturalidad de las cosas inolvidables hasta desembocar en uno de los planos finales más maravillosos y emocionantes de la historia del cine. El último milagro dentro de una cinta absolutamente imprescindible.