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CRÍTICA

'Armageddon Time': James Gray profetiza un apocalipsis que comenzó con Reagan

El director de 'Ad Astra' estrena 'Armageddon Time', un film autobiográfico que retrata un racismo y clasismo original de la época Reagan que se proyecta hasta nuestros días.

Carlos González Manzano
Por Carlos González Manzano Más 18 de Noviembre 2022 | 10:00
Periodista crepuscular que vive en las viñetas de Tintín, los mundos de Tolkien y las películas de Ghibli

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'Armageddon Time': James Gray profetiza un apocalipsis que comenzó con Reagan

Dentro del drama familiar americano existe una suerte de subgénero que podríamos denominar como 'El abuelo y el niño', donde vejez e infancia se funden en un entendimiento único que marcará tanto al anciano como al pequeño el resto de sus vidas. Ahí están dos de sus máximos exponentes: la maravillosa 'Gran Torino', que tan bien resume la crepuscular etapa final de la filmografía de Clint Eastwood, o uno de los pesos pesados de Pixar, 'Up', donde un boy scout y un octogenario con el corazón roto nos emocionaron hasta límites insospechados. Ahora, y con una carrera más que asentada, James Gray nos presenta 'Armageddon Time', una película que, además de explorar las relaciones abuelo-nieto, reflexionará acerca de una época estadounidense donde todo terminó y, al mismo tiempo, todo empezó para Paul Graff, el personaje de Michael Banks Repeta.

'Armageddon Time'

Podría sorprender a propios y extraños de la filmografía de Gray el hecho de que el director estadounidense se adentre en una especie de coming of age fusionado con un retrato autobiográfico si no fuese porque existen pocos géneros cinematográficos que Gray no haya visitado y, de paso, salido fervientemente elogiado. En sus inicios abordó el cine criminal y el thriller negro con películas como 'Cuestión de sangre', 'La otra cara del crimen' o 'La noche es nuestra', donde retrataba los bajos fondos y la incidencia de la mafia dentro del hombre como constructo social. También entró en el terreno de los dramas románticos con 'Two Lovers', pero terminó de asentarse en la industria con sus dos pelotazos, 'Z, La Ciudad Perdida' y 'Ad Astra: Hacia las estrellas', donde el cine de aventuras y la space opera le sirven a Gray como escenarios perfectos para hablar del espíritu aventurero del ser humano y su ambición desmedida por calibrar sus propios límites.

Con 'Armageddon Time', Gray, además de homenajear al tema homónimo de la banda The Clash (sí, suena en la película), vuelve a la calle pero de una manera totalmente distinta. Se sube al carro de los directores que abrazan sin miramientos esta tendencia de mirarse a su propio ombligo para rescatar un pseudobiopic firmado por ellos mismos donde bucean en su historia para construir un relato personal. ¿Hay una historia más importante que la de uno mismo? Depende del caso, puedes rescatar un mensaje interesante o puedes atragantarte de ti mismo, pero es innegable que esta moda ha venido para quedarse, como demuestran 'Fue la mano de Dios', 'Belfast' o las actuales 'Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades' y 'The Fabelmans'.

'Armageddon Time'

Sin embargo, y por efectista que suene decirlo, Gray mantiene las distancias en este caso, pues su 'Armageddon Time' no es tanto de sí mismo (que también, como demuestran sus raíces judía y neoyorkina), sino de su época. El director se zambulle en la década de los 80 para radiografiar el paso a la adolescencia de Graff, un chiquillo algo consentido y soñador que se ve atenazado por las expectativas de su familia y cuya única salida es, como hemos adelantado, su abuelo: un espléndido Anthony Hopkins. Gray eleva el tono dramático a un gran volumen que, no obstante, no ahoga la temática de la trama, que deja entrever pequeñas críticas y grandes manifiestos de la sociedad americana en la década ochentera.

De Reagan a Trump

'Armageddon Time' es una película sobre la memoria y la denuncia. En cuanto a lo primero, no solo se retrotrae a los años 80, sino que, de la mano del abuelo, va más atrás en el tiempo, de cuando familias europeas escapaban de la miseria que dejó a su paso la Segunda Guerra Mundial. Esta máxima, unida al florecimiento adolescente de Graff, marcará el carácter de la familia: duro, disciplinado, violento. A destacar los tremendos papeles que se marcan Anne Hathaway y Jeremy Strong como ama de casa y fontanero que quieren un futuro mejor para su hijo a base de golpes y gritos. Cuando el joven entabla amistad con un chico negro, su familia decide que no puede consentir esto y manda a Paul a una escuela privada. Utilizando el racismo imperante de aquella época y la incomodidad que provoca en todo adolescente cambiar de escuela y hacer nuevos amigos, Gray arrincona al espectador de igual manera que hace con su protagonista. Erige, además, una sólida defensa de la educación pública que casa elegantemente con la feroz crítica la mentalidad de la época.

'Armageddon Time'

Y, al hablar de la historia, Gray habla de él y de su familia, con un telón de fondo de marcados tintes religiosos. El sueño americano es, como ya sabemos, la tierra prometida que Dios presentó ante Moisés y sus fieles, y que en la vida real muy probablemente acabe en agua de borrajas. Para justificarlo, Gray coloca estratégicamente al padre del mismísimo Donald Trump como uno de los miembros de la administración del colegio privado. Con ecos en la presidencia de Ronald Reagan, Gray marca aquí su tema más central (aparte de la preciosa química entre el nieto y el abuelo): el arrollador neoliberalismo con el que la sociedad americana sigue a día de hoy rigiendo su economía (y su vida). Con 'Armageddon Time', Gray explica que el racismo que aún pervive proviene de la era Reagan, presidente que utilizó el propio termino bíblico "Armagedón" para referirse al fin del mundo que les esperaba a los jóvenes norteamericanos si ganaban los demócratas. Ironías de la vida.

La herencia norteamericana que presenta la película es, por tanto, trabajo trabajo y trabajo disfrazado de una falsa meritocracia. Paul quiere ser pintor, un artista de la talla de Kandinsky. Pero, como ha pasado tantas y tantas veces, los padres están al quite para decirle lo típico de "como hobby está bien, pero tendrás que buscarte un trabajo de verdad" o, traducido, "con el arte no te ganarás la vida y debes buscar un empleo que te genere dinero". No se les puede acusar de poco prácticos, pero sí de crueles o infelices, teniendo en cuenta todo el capitalismo propagandístico que nos invade. Por suerte para el muchacho, encontrará en su abuelo un salvavidas, un analgésico que le recordará que debe de luchar, ya sea por alcanzar su meta de convertirse en pintor o por defender a a compañeros injustamente maltratados.

De esta manera, Gray captura la esencia de los 80 como también hiciese Jonah Hill con la década siguiente en 'En los 90' al mismo tiempo que escribe una carta de amor a su infancia/adolescencia al estilo 'Apolo 10½: Una infancia espacial' de Richard Linklater o 'Licorice Pizza' de Paul Thomas Anderson, todos directores de la misma quinta. Para desmarcarse, Gray resalta un pesimismo palpable que comienza con la primera de muchas derrotas que sufrirá no solo el joven Graff, sino toda su generación. Y, como estamos comprobando, también las venideras.

Nota: 7

Lo mejor: La sensibilidad de Gray y el trabajazo de Hopkins.

Lo peor: La temática, aunque necesaria, está muy manida.