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CRÍTICA

'Casanova, su último amor': El seductor embrujado

Crítica de 'Casanova, su último amor', dirigida y coescrita por Benoît Jacquot. Inspirada en la autobiografía de Giacomo Casanova. Protagonizada por Vincent Lindon, Stacy Martin y Valeria Golino.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 14 de Febrero 2020 | 13:07
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El mito de Casanova, libertino que difundió sus aventuras amorosas y se forjó la imagen de seductor que trascendió a la literatura, la música y el teatro, ha sido varias veces llevado al cine, una buena parte de ellas con fortuna, como los casos de Federico Fellini, Ettore Scola o Carlos Saura, y otras con no tanta, véase la versión de Lasse Hallström. Esta vez, el director francés Benoît Jacquot decide adentrarse en el ocaso del afamado seductor, mostrando la que puede ser la faceta más desconocida y, a la vez, la más interesante, con Vincent Lindon convertido en un maduro Casanova en 'Su último amor'.

Casanova, su último amor

El filme comienza ambientado en 1793 en Bohemia, región donde el libertino pasó sus últimos años de vida. Narrado a modo de flashback, el largometraje habla de ese gran amor que nunca pudo poseer y que fue el inicio de su decadencia. Jacquot, que firma el guion junto con Jérôme Beaujour y Chantal Thomas, se aleja de la mirada fácil, de la un hombre que vive una crisis al llegar a la madurez. Para ello, pone el foco en esa amante que rehúye al seductor, Marianne de Charpillon, una cortesana con un gran ingenio, heredado de una sagaz progenitora, que aprovecha su condición para sacar el máximo beneficio de los hombres.

El ocaso del libertino

Lejos de demonizar a la figura de la meretriz liberada, pues la Charpillon podría ser una heroína similar a Carmen o Manon Lescaut, como símbolo femenino de "perdición de los hombres", Jacquot convierte a la joven manceba en la horma del zapato de Casanova, a quien sabe manejar a su gusto, una joven que, desde el primer momento, se muestra astuta y sagaz. En momento del filme, Claremont, amigo que invita al libertino a pasar una temporada en Londres, le pregunta si hubiera sido embaucado de esa manera años atrás, cuando era más lozano.

Casanova, su último amor

Precisamente ahí está el principal foco de 'Casanova, su último amor', en mostrar el fin de la seducción, de una época y la incapacidad de adaptarse a la nueva situación. Jacquot crea un retrato muy humano del embaucador, amigo de sus antiguas amantes, elegante, educado, galán, pero que cuya vida, en la que ha primado la pasión, más no el amor a largo plazo, le ha provocado una clara ausencia de afecto, convirtiéndose en un hombre que anhela a amar y que, por ello, acaba pagando, en modo de metáfora de justicia divina, por sus aventuras entre las sábanas, recogiendo lo que ha sembrado, encontrando el amor, precisamente, en una mujer que es semejante a él.

Una mirada diferente al mito de Casanova

Sin duda, un enfoque diferente y alejado del mito del seductor, que también supo plasmar Mozart en su ópera 'Don Giovanni', que también se inspiró en el arquetipo literario del Don Juan. Más allá de ese planteamiento, Jacquot crea un cuidado filme de época, elegante y suntuoso, propio de mediados del siglo XVIII, recordando a 'Adiós a la reina' (2012) o 'Las alas de la paloma' (1981), sus incursiones en el cine de época. También hay momentos grotescos, que evocan a 'La favorita' de Yorgos Lanthimos.

Casanova, su último amor

'Casanova, su último amor' es un acercamiento diferente a la vida del aventurero, escritor y libertino veneciano. Una mirada muy humana, que permite comprender el ocaso de un divo de la pasión, gracias a la magnífica interpretación de Vincent Lindon, como también de Stacy Martin, la actriz que da réplica a Casanova como la Charpillon y que consigue entremezclar picardía, astucia y ambición disfrazadas de inocencia y amor. Una experiencia elegante y solemne.

Nota: 7

Lo mejor: La interpretación de Vincent Lindon.

Lo peor: Su historia es algo liviana, quizás hubiera estado mejor que Jacquot sacara a relucir más los demonios internos de su protagonista.