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CRÍTICA

'El amor y la muerte': La más dedicada de las pasiones

Crítica de 'El amor y la muerte', documental dirigido por Arantxa Aguirre sobre la vida y obra del compositor Enrique Granados, uno de los mejores exponentes del modernismo musical español.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 9 de Noviembre 2018 | 09:50
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Enrique Granados dijo: "El ideal es algo muy hermoso, pero es locura pensar que lo realizaremos en este mundo". Granados es la figura de uno de los compositores españoles más importantes de la historia de la música más reciente, junto con Isaac Albéniz y Manuel de Falla, no es desconocida para aquellos amantes de la música. Sin embargo, nunca viene mal recuperar su memoria, más para honrarla con un largometraje que destila puro amor hacia su arte. Después de la magnífica 'Dancing Beethoven', Arantxa Aguirre regresa con otro fascinante documental, 'El amor y la muerte'.

El amor y la muerte

Titulado igual que una de las piezas de la suite para piano 'Goyescas', Aguirre se adentra en la vida y obra de una de las principales figuras del movimiento modernista musical en España. Nacido en Lérida el 27 de julio de 1867, hijo de un coronel de infantería de la antigua colonia de Cuba y de una dama proveniente de Santander. Desde su infancia en Canarias, Granados tuvo influencia de varias partes de España, tanto por vivencias como por orígenes, que, junto con su don innato para el piano, parecían que le preparaban para su destino como compositor. Convertido primero en pianista de café en Barcelona, pronto marchó a París para desarrollarse en el Conservatorio de la capital francesa, iniciándose allí como compositor. Su regreso a España, primero a Barcelona, después a Madrid, le permitió expandirse como compositor y ser uno de los grandes referentes del movimiento modernista musical. Después de estrenar con éxito su ópera 'Goyescas' en el Met de Nueva York, la primera ópera cantada en español en el gran teatro norteamericano, murió trágicamente en 1916, junto con su esposa Amparo, mientras atravesaba en el Canal de la Mancha al ser torpeado el navío en el que viajaban por la armada alemana durante la Primera Guerra Mundial.

La esencia melancólica de un alma apasionada

Aguirre ejecuta su recorrido por la vida y obra de Granados entremezclando las declaraciones convenciones de un documental con una narración original y plenamente cinematográfica e interludios en los que mostrar el arte del compositor. En las declaraciones, aparecen el profesor de Musicología Walter Aaron Clark, autor de 'Poeta del piano', estudio sobre Enrique Granados; Jorge de Persia, musicólogo y periodista; Miriam Peradones, catedrática de Historia y Musicología de la Universidad de Oviedo, o Joaquín Soriano, reconocido pianista. Todos ellos aportan un sentido propio del reportaje, con carácter científico, que logra ser un complemento ideal para la narración documental, en forma de cuadros impresionistas.

El amor y la muerte

En esas narraciones con retratos propios de la época, Aguirre crea un largometraje fascinante, cuyas imágenes van al compás de la narración en off del actor Jordi Mollà, que da voz al icónico compositor y maestro. Esos retratos sirven para mostrar la vida de Granados, como también sus obras y, por supuesto, sus pensamientos, sus miedos, sus dudas, sus alegrías, sus triunfos. Narrando las epístolas que enviaba el compositor a su amada esposa, Aguirre muestra un retrato íntimo, personal y documentado del célebre maestro, con una magnífica combinación de narración, recreación histórica e imágenes de la época. Todo ello le aporta al filme un tono romántico, bohemio, melancólico y pasional, elementos imprescindibles para meterse de lleno en la época de Granados, con momentos en los que se siente el alma de los bohemios de Montmartre o Monparnasse; de los cafés del Paseo de Gracia o de la Gran Vía; de la vida rápida del Nueva York de 1916. Todo ello se suman por la fascinación de Granados por la obra de Goya, que se acompañan de retratos de la Duquesa de Alba y el cuadro de la Maja desnuda.

Sentido retrato y magnífico homenaje

A ello se añaden unos cuidados interludios de música, en los que la reconocida pianista Rosa Torres-Pardo -que produce también el documental- muestra su pasión por la obra de Enrique Granados, rindiéndole homenaje junto con otros profesionales de la música como el pianista ruso Yevgueni Kisin, la mezzosoprano venezolana Nancy Fabiola Herrera, el barítono Carlos Álvarez o el cantaor flamenco Arcángel, que muestra cómo Torres-Pardo ha llevado la música de Granados a la actualidad. Mención aparte para el momento de danza de Elisabet Ros y Julien Favreau, los bailarines principales de la Maurice Béjart Ballet, a los que se pudieron ver en la ya mencionada 'Dancing Beethoven'.

El amor y la muerte

Acompañados de las 'Danzas españolas', de 'La Maja dolorosa' y de, cómo no, la suite y la ópera de 'Goyescas', Arantxa Aguirre firma uno de los documentales más bellos y entregados sobre música, superando en ambición a 'Una rosa para Soler', su primer filme dedicado a un compositor. Sin duda, un melancólico y romántico viaje por la música de uno de los compositores españoles más célebres de la historia, con permiso de Albéniz y Falla, que también tienen sus momentos de homenaje en el largometraje. Cautivador y deslumbrante.

Nota: 8

Lo mejor: Cómo se combina las imágenes de cuadros de estilo impresionista con la narración en off, las escenas musicales y el sentido lánguido que le da un toque romántico al documental.

Lo peor: Pensar que Enrique Granados es una figura desconocida para las generaciones actuales.

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