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CRÍTICA

'En buenas manos': La responsabilidad social

Crítica de 'En buenas manos', dirigida y escrita por Jeanne Herry. Drama social nominado a siete premios César, incluyendo mejor película y mejor dirección.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 1 de Mayo 2019 | 14:13
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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En el cine, son pocas las veces en las que se muestra cómo funcionan los servicios sociales. Sí, se han narrado historias sobre casos de reinserción, de asistentes sociales cuya vocación entra en conflicto, pero casi nunca se muestra cómo funciona el sistema, quién está detrás de los procesos de adopción. La cineasta Jeanne Herry, tras su aplaudida ópera prima 'Elle l'adore', realiza 'En buenas manos', una magnífica propuesta que expone, de manera fehaciente, la labor de aquellos profesionales que cuidan por el bienestar de los menores abandonados. Una película que fue nominada a siete premios César, incluyendo a la mejor película y a la mejor dirección.

En buenas manos

Théo acaba de nacer. Sin embargo, su madre biológica no quiere saber nada de su hijo, con lo cual, lo entrega a los servicios sociales para que entre en un programa de adopción. La película narra la labor de los asistentes sociales que están detrás de los cuidados de los menores mientras encuentran una familia. Paralelamente, la cinta también muestra el proceso de Alice, una mujer de mediana edad que lleva ya ocho años luchando por ser madre de adopción. El filme se centrará en cómo Alice y Théo se reunirán para convertirse en madre e hijo.

Un filme delicada y sensible, con un comprometido mensaje social

Después de acompañar en el proceso de adopción de una amiga, Jeanne Herry quiso ahondar en el sistema de protección de los menores que son abandonados. Con 'En buenas manos', la cineasta honra a esos profesionales, cuya responsabilidad en el procedimiento de acogida y adopción es esencial para la estabilidad del menor. Herry, que firma también el guion, muestra un sistema que es eficaz gracias a la vocación y objetividad de sus trabajadores.

La realizadora acierta al crear una película con varios trasfondos. Por un lado, se muestra el proceso que siguen los profesionales de servicios sociales, por otro lado, las vidas personales de dichos trabajadores. Además, el filme juega con la línea de tiempo, al enseñar también la larga espera de Alice por adoptar un hijo. La combinación de ambos factores, que Herry logra que no se entremezclen, consigue que se esté ante un filme elegante, hecho con cariño hacia los más pequeños y con respeto por los asistentes sociales.

En buenas manos

Es más, en ese amplio retrato, Herry crea un mensaje de compromiso social, al mostrar un sistema que funciona gracias a sus trabajadores. Por otro lado, deja claro que los menores necesitan una protección especial, al haber vivido una realidad que les hace tener un peso mayor respecto a otros niños. Ya lo dice Lydie, el personaje interpretado por Olivia Côte. "Mi trabajo no es encontrar un niño para padres que estén sufriendo, sino encontrar a los mejores padres para niños que están en riesgo", expone.

En ese compromiso, 'En buenas manos' se convierte en una joya del cine social, cuya mirada está en reconocer la labor de asistencia y ayuda, con una película magnífica, en la que su mensaje está muy claro, en sus diferentes vertientes. Por un lado, el proceso de adopción, por otro, la realidad personal de los asistentes sociales, de las familias de acogida, de los padres que quieren adoptar. Además, tampoco hace juicios de valor sobre los adultos (las madres) que abandonan a los niños. Herry crea un relato concreto, cierto, pero su mensaje es transversal.

Jeanne Herry dirigie una nueva joya del cine francés

En medio están los pequeños detalles que realzan la película, donde los actores deslumbran. Herry consigue configurar un reparto coral entregado a sus personajes. Primero toca mención a Gilles Lellouche, al mostrar una masculinidad diferente, que, sin duda, debe ser el referente para el hombre del siglo XXI. Él es Jean, padre de acogida que tiene una mirada sensible y paternal que, habitualmente, se asocia a la mujer. Un hombre sensible, cariñoso, con una virilidad diferente, contemporánea.

En buenas manos

Aunque Lellouche muestra una masculinidad diferente, Herry no descuida al resto de personajes, mayoritariamente femeninos. Destacan Sandrine Kiberlain, Olivia Côte y Élodie Bouchez. Kiberlain es Karine, trabajadora social; mientras que Côte es Lydie, asistente social. Una tiene la labor de protección y cuidado de los menores que entran en el programa de adopción estatal, la otra se encarga de hacer el seguimiento a los posibles padres. Ambas representan dos caras diferentes pero simbióticas, de forma exquisita, consiguiendo comprender los temores de servicios sociales en el cuidado de los pequeños, al no querer que tengan un peso mayor de un posible rechazo, al contar con una carga de abandono detrás. Mención aparte a Bouchez, ella es Alice, su historia es tremendamente real, una situación que puede tener cualquier persona, cualquier mujer. La actriz consigue que el público comprenda los temores iniciales de Alice y su fortaleza interior para sobreponerse ante las adversidades.

Junto con un guion magnífico, un reparto coral magistral y un montaje muy cuidado, hay también una banda sonora espléndida, obra de Pascal Sangla. Todo ello, convierte a 'En buenas manos' en una propuesta maravillosa, una auténtica obra maestra con fuerte compromiso social. Jeanne Herry firma una película que tiene la vena más optimista del cine de los Hermanos Dardenne, con una mirada femenina y delicada que convierte a su segundo largometraje como cineasta en una de las mejores películas estrenadas en este 2019.

Nota: 9

Lo mejor: Su reparto coral y que sabe narrar la parte emocional en un correcto equilibrio con la parte profesional.

Lo peor: Infravalorar esa mirada delicada y sensible que hay hacia los menores.