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CRÍTICA

'La fotógrafa de Monte Verità': La historia de la primera comuna utópica

Crítica de 'La fotógrafa de Monte Verità', dirigida por Stefan Jäger y escrita por Kornelija Naraks. Protagonizada por Maresi Riegner, Max Hubacher, Julia Jentsch, Hannah Herzsprung y Joel Basman.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 5 de Agosto 2022 | 07:41
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'La fotógrafa de Monte Verità': La historia de la primera comuna utópica

A pesar de ser el germen de lo que se convertiría el movimiento contracultural en los años 60, no se ha hablado mucho de la comuna creada en Monte Verità en 1900 por el empresario belga Henri Oedenkoven y su esposa, la pianista alemana Ida Hofmann. Inicialmente construida como Cooperativa vegetariana Monte Verità, la colonia se regía por los principios del socialismo primitivo, aunque posteriormente derivó en una especie de comunidad en la que se practicaba el vegetarianismo, además de servir de casa de reposo, sanatorio y lugar para tomar baños de sol.

La fotógrada de Monte Verità

Además de convertirse en hogar de intelectuales anarquistas, como el médico Raphael Friedeberg, fue el lugar donde artistas, escritores y demás eruditos acudían para desconectar del mundanal ruido del cosmopolitanismo, célebres autores como Hermann Hesse, filósofos como Carl Gustav Jung o la bailarina Isadora Duncan estuvieron alojados en este lugar utópico, que fue un referente previo al movimiento hippie que estalló en los 60, coincidiendo con el Mayo francés del 68. Sin duda, una comuna donde convivían personas que rechazaban la propiedad privadas, las convenciones sociales y practicaban el nudismo a inicios del siglo XX necesitaba un largometraje.

La respuesta a ello es 'La fotógrafa de Monte Verità', cuya protagonista es un personaje completamente ficticio, que parte de la idea de que las únicas fotografías que se conservan de esos primeros años podrían haberlas tomado una mujer. Sin embargo, como el propio largometraje explica, el nombre del autor de las instantáneas sigue siendo un misterio, así como su sexo. De ahí, que Stefan Jäger, quien dirige un guion escrito por Kornelija Naraks, opte por plantear una especie de biopic sobre una de las primeras mujeres fotógrafas (obviando así que fue la británica Anna Atkins la considerada como primera mujer fotógrafo).

La fotógrafa de Monte Verità

Partiendo de esa base, que provoca sensación similares a las de 'Charlatán', el largometraje de Agnieszka Holland sobre el botánico checo Jan Mikolásek en el que se tomó demasiadas licencias artísticas, puede decirse que 'La fotógrafa de Monte Verità' es un notable filme de época, cuyo sumo cuidado por el detalle en su diseño de producción (obra de Nina Mader y Katharina Wöppermann), sus decorados (creados por Géraldine Dardano y Nancy Vogel) y su espléndido vestuario (confeccionado por Veronika Albert) logra que se esté ante una película preciosista, cuyos aspectos técnicos son realzados por una fotografía deliciosa, realizada por Daniela Knapp. Una composición técnica en la que las mujeres muestran su profesionalidad tras las cámaras de una manera distinta y que recuerda el porqué hay que impulsar la igualdad en la cinematografía no es solo en cuestión de dirección, guion, producción y elenco.

Un elegante drama de época con un apartado visual exquisito

Su apartado técnico permite entrar de lleno en el anárquico estilo de vida de la comuna, en la que destacan una serie de personajes históricos que sí existieron y formaron parte de la comunidad que dio fama al sanatorio. Destacan especialmente el psicólogo Otto Gross, cuyas ideas extremas le condenaron al ostracismo en su época y que fueron rescatadas por expertos en la actualidad, así como la mencionada pianista Ida Hofmann, referente para la fotógrafa protagonista. Mención especial para Lotte Hattemer, una de los fundadores de la cooperativa, la cual es retrata de forma etérea, sabiendo traer el misterio que hubo a lo largo de su vida y de su extraña muerte.

La fotógrada de Monte Verità

Estos personajes son encarnados por actores de primer nivel, destacando especialmente Max Hubacher, quien demuestra talante como galán de época en un largometraje en el que defiende a un hombre cuyos ideales progresistas chocan contra un machismo inherente propio de la sociedad. Destaca también Julia Jentsch y, muy especialmente, Hannah Herzsprung, cuyo aspecto etéreo evoca al de la actriz sueca Morfydd Clark. Aplauso también para las breves intervenciones de Philipp Hauss y Joel Basman.

Ahora bien, en lo referente a su heroína protagonista, Jäger sabe retratar la opresión en la que vivían las mujeres de la Europa de inicios del siglo XX, centrándose en una fémina perteneciente a la alta burguesía vienesa, del otrora gran Imperio Austrohúngaro. Sus reacciones, especialmente al inicio, son muy propias de las doncellas de este período histórico, metiendo más al público, si cabe. Aquí, se ve el buen hacer de Maresi Riegner, la cual transmite una apariencia frágil que se contrapone con una mirada que ansía libertad y una fuerza interior innata. Esas sensaciones aparentemente contradictorias recuerdan a las de Soko en 'La bailarina' o Pauline Étienne en 'La religiosa'.

La fotógrafa de Monte Verità

En esa línea, 'La fotógrafa de Monte Verità' se mueve de manera similar a los biopics de mujeres que hicieron historia pero cuyos nombres han quedado enclaustrados en los pies de página de los libros (y que ahora salen a la luz gracias a la propia cultura), como 'La directora de orquesta' o 'Paula' (y, en menor medida, 'Marie Curie' y 'Colette', puesto que ambas son mujeres ampliamente reconocidas en la ciencia y en la literatura, respectivamente, pero también con filmes de este estilo). Dado su cuidadísimo aspecto técnico, como un trasfondo que sabe transmitir los valores y sensaciones que se vivían en ese lugar utópico, la propuesta de Stefan Jäger funciona.

Nota: 7

Lo mejor: Su exquisito cuidado en su apartado técnico. Un vestuario y un diseño de producción primorosos.

Lo peor: Al ser una vida inventada, le resta valor a un largometraje que hubiera valido mucho más de haberse centrado en la comuna en sí.