CRÍTICA

'Frontera': Que la memoria nos haga reaccionar

Desde un enfoque íntimo y austero, la cineasta catalana Judith Colell construye un relato humanista, cargado de silencios, miradas y un paisaje que funciona como un espejo emocional de los personajes.

Por Víctor Mopez Más 12 de Diciembre 2025 | 09:00
La vida se me queda corta para ver todo el cine y las series que me gustaría.

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Frontera
Frontera (Filmax)

Hay películas que, incluso antes de desplegar sus imágenes, despiertan una intuición: la de que su valor no radicará sólo en lo que cuentan, sino en la forma en que dialogan con nuestro presente. 'Frontera' pertenece a esa categoría. Desde sus primeras secuencias, uno percibe que Judith Colell no está interesada únicamente en reconstruir un episodio histórico, sino en interpelarnos de manera íntima, casi incómoda, sobre la fragilidad humana frente a la injusticia. Es una obra que invita a mirar hacia atrás para observar mejor el ahora.

Tráiler VOSE 'Frontera'

'Frontera' es una película que nace desde la voluntad de iluminar una parte apenas contada de la posguerra española: el paso clandestino de judíos a través de los Pirineos en 1943. La cineasta catalana construye este relato desde un enfoque íntimo y austero, alejado del dramatismo épico habitual en las producciones históricas. Su aproximación es humanista, cargada de silencios, miradas y un paisaje que funciona como un espejo emocional de los personajes. Desde el inicio queda claro que la directora prefiere sugerir antes que subrayar, y que lo que realmente le interesa es el dilema moral de quienes, en tiempos oscuros, se ven obligados a elegir entre la obediencia o la compasión.

Contención, mirada y paisaje

A través de sus protagonistas, interpretados por Miki Esparbé y María Rodríguez Soto, la película despliega un mosaico de dudas y convicciones. No se trata de héroes reconocibles ni de figuras históricas canónicas, sino de personas comunes obligadas a confrontar la injusticia. Esta elección dota al filme de una honestidad particular: los personajes no buscan la épica, sino sobrevivir; y ayudar, cuando ayudar se convierte en un gesto de resistencia. La interpretación de ambos actores sostiene ese tono contenido que envuelve toda la película, aunque a veces esa misma contención reste intensidad dramática a ciertos tramos del metraje.

La ambientación es uno de los aspectos más logrados de 'Frontera'. La mezcla de idiomas —castellano, catalán, francés, alemán y el dialecto pallarès— aporta una textura muy verosímil, recordando que en los territorios de frontera las identidades nunca son homogéneas y que el contacto humano es siempre un cruce de códigos, temores y expectativas. La dirección artística apuesta por una recreación sobria de la época, sin caer en el exceso de detalle ni en la postalización del pasado.

'Frontera', un episodio históricos con ecos muy actuales
'Frontera', un episodio históricos con ecos muy actuales (Filmax)

El paisaje pirenaico adquiere un peso narrativo decisivo. La fotografía convierte las montañas en espacios de amenaza y refugio a la vez, en una frontera física y emocional que delimita el tránsito entre la vida y la muerte. Cada ascenso, cada vaguada, cada plano abierto parece subrayar la fragilidad de los personajes frente a un entorno que no concede tregua. Ese diálogo entre la naturaleza y el relato humano es, sin duda, uno de los mayores aciertos del filme.

Grietas en el desarrollo

Narrativamente, sin embargo, 'Frontera' muestra irregularidades. Hay segmentos donde la trama se dispersa y pierde contundencia, especialmente cuando intenta equilibrar varios registros —el thriller, el drama íntimo y la reflexión histórica— sin terminar de integrarlos de forma orgánica. Algunas situaciones planteadas con fuerza inicial se diluyen sin alcanzar una verdadera culminación emocional, lo que puede dejar la sensación de un relato que prometía más de lo que finalmente entrega.

La evolución de los personajes también podría haberse beneficiado de un mayor desarrollo interno. La película confía mucho en la elipsis y la contención, pero esa decisión estilística se convierte por momentos en un obstáculo: hay dilemas emocionales que se intuyen, pero no siempre logran adquirir una forma nítida. Esto no impide que el conjunto funcione, pero sí limita la resonancia dramática que la historia podría haber alcanzado.

Frontera
'Frontera', película de Judith Colell con Bruna Cusí entre sus protagonistas (Filmax)

Aun así, 'Frontera' destaca por su sensibilidad. Colell no busca recrearse en la dureza de la época, sino observar cómo la solidaridad se abre paso en medio del miedo. El film mantiene un tono sobrio que evita el sentimentalismo fácil y se centra en el impacto humano del compromiso: ayudar no es un gesto heroico, sino una responsabilidad. En ese punto, la película encuentra su voz más clara y más poderosa.

Dimensión ética

Otro elemento destacable es la dimensión ética que atraviesa todo el relato. 'Frontera' no sólo revisa un episodio histórico, sino que lo conecta con cuestiones contemporáneas sin necesidad de subrayarlas explícitamente. Habla de memoria, sí, pero también de derechos, de desplazamientos forzados y de cómo las fronteras —físicas y morales— definen quién merece protección y quién queda desamparado. Esa lectura universal refuerza el valor del proyecto.

El ritmo del filme responde a esa misma ética de la contención. No es una película de grandes giros ni de explosiones narrativas; es más bien un relato de acumulación emocional, donde los pequeños gestos —una mirada, una mano tendida, un silencio compartido— van construyendo el retrato de una humanidad sitiada por el miedo. Este enfoque puede resultar demasiado lento para ciertos espectadores, pero es coherente con la apuesta estética de la cinta.

El uso de los espacios interiores, sobre todo las casas humildes y los refugios improvisados, acentúa la sensación de claustrofobia. La dirección opta por planos cerrados que permiten leer la tensión en los rostros de los personajes. Esa proximidad, aunque a veces excesiva, aporta una intensidad callada que contrasta con la inmensidad del paisaje exterior.

Frontera
Miki Esparbé protagoniza 'Frontera' (Filmax)

La música, discreta y funcional, acompaña sin imponerse. Colell apuesta por dejar que la respiración de los personajes y los sonidos del entorno orgánico —el viento, la nieve, el crujir de la madera— marquen la atmósfera emocional de las escenas. Esa elección fortalece el naturalismo y evita cualquier atención innecesaria al subrayado musical.

En su tramo final, la película recupera parte de la fuerza inicial, cerrando el relato con una reflexión sobre la responsabilidad individual en tiempos de barbarie. No ofrece mensajes redentores ni conclusiones tranquilizadoras; al contrario, deja al espectador en un punto incómodo, invitándolo a pensar qué haría él mismo ante decisiones similares. Esa incomodidad es, en última instancia, uno de los logros más pertinentes del filme.

'Frontera' es una obra profundamente honesta. Su mayor grandeza no reside en su eficacia narrativa, sino en su compromiso ético y en la sensibilidad con la que aborda un episodio olvidado. Colell firma una película que no busca deslumbrar, sino conmover con humildad; una obra que recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, la humanidad persiste en gestos pequeños, casi invisibles, pero esenciales. Si hubiera logrado mayor contundencia dramática, estaríamos ante una película excepcional. Tal como está, es una propuesta valiosa y necesaria, que merece ser vista y debatida.

7
Lo mejor: La sensibilidad ética y humana con la que Judith Colell retrata un episodio olvidado, apoyada en una ambientación y un paisaje que dotan al relato de una fuerza emocional innegable.
Lo peor: La irregularidad narrativa, que dispersa la tensión dramática y deja la sensación de un potencial que nunca llega a desarrollarse del todo.