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CRÍTICA

'Una historia de amor y deseo': Los silencios de las pasiones

Crítica de 'Una historia de amor y deseo', dirigida y escrita por Leyla Bouzid. Protagonizada por Sami Outalbali y Zbeida Belhajamor. Filme de clausura de la Semana de la Crítica de Cannes 2021.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 7 de Octubre 2022 | 10:50
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Una historia de amor y deseo': Los silencios de las pasiones

La cineasta tunecina Leyla Bouzid se ha caracterizado por realizar un tipo de cinematografía en la que la emancipación de la mujer, la ruptura con las tradiciones y la defensa de los derechos de las féminas en el ámbito musulmán han sido los principales protagonistas. Muestra de ello fue su poderosa ópera prima, 'À peine j'ouvre les yeux', en la que narraba la Primavera Árabe en Túnez desde el punto de vista de una joven estudiante de secundaria que buscaba su propia destino, alejándose de los patrones patriarcales de la sociedad.

Una historia de amor y deseo

En cierta forma, Bouzid mantiene la misma esencia con su segundo largometraje, 'Una historia de amor y deseo', que fue el filme de clausura de la 60ª edición de la Semana de la Crítica del 74 Festival de Cannes, además de haber estado en la Sección Oficial de la 66ª edición de la Seminci de Valladolid y de haber sido candidata a un Premio César al mejor actor revelación. La cineasta aprovecha las convenciones propias del coming-of-age movie para tocar temas de fondo relacionados con la propia desconexión de las raíces y, sobre todo, la dificultad de los varones -haciendo hincapié en los musulmanes- de expresar sus propios deseos y sentimientos.

De ahí, que Bouzid, quien también firma el guion, opte por poner de protagonista a Ahmed, un estudiante francés de origen argelino, que vive en la periferia -la cual se ha convertido en guetos de los cuales resulta difícil salir-, que acaba de entrar a estudiar Literatura en La Sorbona. Los barreras socioculturales, los prejuicios y los techos de cristal son evidentes en el relato de Bouzid, aunque tremendamente sutiles, al centrarlos en gestos tan rutinarios como enseñar la mochila y el DNI en la puerta de la facultad. Sin embargo, Bouzid aprovecha esta realidad para dar un paso más y mostrar el proceso de redescubrimiento y emancipación de un joven atrapado en un rol de género opresor que le obliga a mostrarse seguro de sí mismo y ocultar sus debilidades, sus miedos.

Una historia de amor y deseo

La liberación del varón a través de la emancipación de la mujer como impulso

En ese afán de mostrar control, surge una fricción que Bouzid denuncia frontalmente: el machismo imperante en los llamados inmigrantes de segunda o tercera generación, en cómo los jóvenes de los suburbios reproducen roles sociales patriarcales, machistas y misóginos ("tú ya no sabes lo que pasa en el barrio, tu reputación está en juego y la mía también", le llega a encarar un amigo del barrio a Ahmed al ver que su hermana ha comenzado a salir con un chico que, según esta cuadrilla, no le conviene). Bouzid lo contrapone frente a una realidad liberadora, la de Farah, estudiante tunecina que acaba de llegar a París para estudiar Literatura en La Sorbona.

Aquí, Bouzid muestra el caleidoscopio social que existe en el mundo árabe (especial hincapié en el Magreb, de donde procede la cineasta y sus protagonistas). Si con 'À peine j'ouvre les yeux', la directora hacía un poderoso alegato a favor de la libertad de las mujeres en su Túnez natal, en 'Una historia de amor y deseo' muestra la importancia de llevar ese mensaje emancipador a los hijos y nietos de inmigrantes en Europa, al replicar comportamiento arcaicos y estar dominados por el fanatismo religioso. No obstante, ese mensaje social tan importante, la realizadora sabe combinarlo con el drama que muestra el cambio de la adolescencia a la adultez.

Una historia de amor y deseo

Y, para ello, Bouzid trae la magia de los antiguos poemas eróticos de la cultura árabe, esos que imanes y ciertas figuras religiosas han intentado sepultar. Es fascinante cómo la cineasta invita a redescubrir la propia cultura de los protagonistas a través del erotismo, recitando versos de 'El canto del ardiente deseo' de Ibn Arabi, escrito en el siglo XII, o de 'El jardín perfumado', el manual sexual que escribió el jeque Nefzawi en el siglo XV. Por otro lado, la directora sabe captar el poder del verbo, de cómo los ardientes deseos se sumergen detrás de las palabras y cómo provocan escenas cargadas de tensión sexual.

Lo erótico del verbo. La tórrida pasión a través de las palabras

A ello se suma que la cineasta centra el objeto de deseo en su protagonista masculino, captando las finas líneas de su estilizado cuerpo, desde su rostro hasta sus piernas. A pesar de que el joven se enamora perdidamente de su compañera de clase, Bouzid centra la parte más física en él. Por supuesto, esta etapa de descubrimientos y de apertura al deseo y a la expresión emocional, están su tándem de actores. Zbeida Belhajamor fascina con su presencia, posee una fuerza interior innata y se siente esa lucha de mujer que ha tenido que defender constantemente su autonomía.

Una historia de amor y deseo

Belhajamor está magnífica, pero aquí el gran descubrimiento es Sami Outalbali, conocido internacionalmente por haber sido Rahim en 'Sex Education'. Reconocido modelo también, Outalbali desprende sensualidad a la par que timidez, algo que ya mostró en la magnífica miniserie 'Fiertés', donde ya mostraba tablas para convertirse en un claro sucesor de Tahar Rahim. Sin duda, su trabajo en 'Una historia de amor y deseo' es uno de sus primeros grandes papeles.

Bouzid firma un largometraje exquisito. 'Una historia de amor y deseo' exuda pasión por todos sus poros. Quizás la mejor manera de definirlo es con la belleza y el ardor de uno de los versos de 'El jardín perfumado' que se recita en el propio filme: "Cuando se realiza la mutua operación, comienza con un animado combate en el cual los dos protagonistas retozan, se besan y entrelazan. Pronto llega el goce, como resultado del contacto de los pubis. Con el orgullo de su poder, el hombre trabaja como la mano del almirez, y la mujer colabora habilidosamente con ondulaciones lascivas". Bouzid se reafirma en la línea de la nueva ola de cineastas francesas de origen magrebí que abogan por la libertad del individuo y la ruptura de cadenas.

Nota: 8

Lo mejor: El erotismo que desprende cada escena en la que se recitan versos. La pasión que desprenden Sami Outalbali y Zbeida Belhajamor.

Lo peor: Su poca distribución en salas españolas.