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CRÍTICA

'La escuela de la vida': Aprendiendo con el bosque

Crítica de 'La escuela de la vida', dirigida y coescrita por Nicolas Vanier. Protagonizada por François Cluzet, Jean Scandel, Éric Elmosnino, François Berléand y Valérie Karsenti.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 15 de Febrero 2019 | 16:40
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El director Nicolas Vanier tiene mucho interés en mostrar la relación entre los niños y los animales del bosque. Después de 'El último cazador', 'Lobo' y 'Belle y Sebastián', el cineasta regresa con 'La escuela de la vida', una interesante fábula con cierta poesía bucólica en la que François Cluzet se convierte en una especie de mentor del joven talento Jean Scandel.

La escuela de la vida

París, año 1927, casi diez años después de lo ocurrido en la Primera Guerra Mundial, el Estado Francés no puede hacerse cargo de todos los huérfanos que dejó el conflicto bélico. Por ello, desde un orfanato situado en un barrio obrero de la capital gala, es llamada Célestine, el ama de llaves de una finca señorial situada en Sologne. El motivo es proponerle acoger al pequeño Paul, ya que ella era la única que conocía a los progenitores del chaval. Por ello, el niño pasará de vivir en la ciudad a la campiña, donde conocerá al guardabosques, el marido de Célestine, como también al Conde de La Fresnaye, dueño del palecete, y a Totoche, un cazador que le enseñará todos los secretos del bosque.

Una entrañable fábula familiar

'La escuela de la vida' tiene el espíritu de los anteriores trabajos de Vanier, que escribe también el guion junto con Jérôme Tonnerre, en lo que se refiere a un niño protagonista, solitario o huérfano, que entabla una relación especial con la naturaleza. El cambio con esta propuesta viene de que el mejor amigo del chaval es el cazador de nombre Totoche, al que interpreta muy acertadamente François Cluzet.

La escuela de la vida

Con lo cual, Vanier configura una fábula familiar, ligera y con cierta reminiscencia de clásicos como 'Oliver Twist' o 'Pollyanna'. El realizador consigue crear una película entrañable, cuyo principal fuerte en su ambientación. Realmente, el director logra recrear muy bien la década de los años 20, además de ofrecer un mensaje costumbrista que reivindica la fraternidad y camaradería de los habitantes del lugar, así como un correcto equilibrio con la naturaleza, evitando explotarla hasta dejarla seca.

Tiene el espíritu de 'Oliver Twist' y 'Pollyanna'

Al ser una propuesta de este estilo, no puede esperarse mucha ambición artística, al ser una película más bien feel-good. Eso no impide disfrutar de un filme correcto que tiene a actores de lujo como protagonistas. El primero es el mencionado Cluzet, un intérprete que siempre hace alarde de talento, incluso en cintas más accesibles. Después están Valérie Karsenti y Éric Elmosnino, que se meten en la piel de una pareja un tanto extraña, y François Berléand, en uno de sus papeles más agradables. Eso sí, no puede faltar mención al joven Jean Scandel, que transmite fuerza, valor, rebeldía e inocencia al mismo tiempo.

La escuela de la vida

'La escuela de la vida' es una agradable propuesta para ver en cine en familia, alejada de las típicas películas hollywoodienses. Producción notable que logrará cautiva al público gracias a su honestidad y su mensaje medioambiental.

Nota: 7

Lo mejor: Saber que aún existe cine familia de autor.

Lo peor: Su trama al final, es un poco un culebrón.