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CRÍTICA

'Mad Max: Furia en la carretera': Blockbuster de autor

George Miller trae de nuevo a la vida a Max Rockatansky, en esta ocasión encarnado por Tom Hardy, y acompañado por Charlize Theron. Ya en cines.

Por Alejandro Rodera Herrero 15 de Mayo 2015 | 10:00

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Rara vez el anuncio de un remake/reboot/secuela se recibe con confianza, pero cuando el director de una trilogía de culto como George Miller decide retomar su microuniverso treinta años después, la gente espera con confianza. Aunque el paso del tiempo ha hecho mella en el impacto que puede causar 'Mad Max', la mente del realizador australiano sigue en una forma envidiable y tras años intentando sacar el proyecto adelante, ha dado forma a la mejor entrega de la saga.

 'Mad Max: Furia en la carretera'

Aprovechando la tecnología actual y el apoyo de un gran estudio, Miller ha conseguido un resultado final que cumple de sobra con el festín visual que promete, pero que peca de algunos de los fallos de sus compañeras de franquicia. El hecho de que el director tuviera preparado un storyboard con todas las imágenes antes del guión en sí dice mucho de cómo quería dar vida a la película, quedando en un muy obvio segundo término el desarrollo dramático. Si las míticas persecuciones por carretera y las peleas inverosímiles, destacando la impresionante coreografía en el interior de la cúpula del trueno de la tercera entrega, eran algunas de las marcas de la casa, aquí se reciclan pasando por un filtro mucho más vistoso. Aunque la carencia de una verdadera narración es la mayor losa de la película, que no es un blockbuster al uso, pero que cae en la trampa de confiar en exceso en sus efectos e imágenes, algo típico de las cintas de superhéroes y básicamente de cualquier título de acción. Afortunadamente el nivel de la realización es tan superlativo que 'Mad Max: Furia en la carretera' se desmarca de la mayoría de las películas de acción que se han proyectado en los cines en los últimos años.

Miller acierta al recluirse en la simpleza narrativa, ya que no eclipsa a su verdadero objetivo visual, pero por momentos puede resultar tan poco coherente como la historia boomerang de 'Mad Max 3, más allá de la cúpula del trueno'. El director demuestra que la espera ha merecido la pena en cada secuencia de acción. Era complicado conseguir que cada una de esas escenas tuviera algo característico, sobre todo teniendo cuenta que los recursos con los que se puede contar en persecuciones de coches en medio del desierto son limitados, pero Miller no se repite en ningún momento dentro de lo que cabe. Desde la primera persecución se pone el listón en todo lo alto, con gente saltando de un coche a otro, vehículos modificados, una guitarra eléctrica lanzallamas y percusión en directo y espectaculares peleas que incrementan el dinamismo dentro de la acelerada velocidad propia de la cacería que se vive en la carretera.

 'Mad Max: Furia en la carretera'

Si en 'Mad Max, salvajes de autopista' se destacaba la ausencia de héroes en ese mundo post-apocalíptico, aquí se mantiene la orfandad de figuras honradas que idolatrar en una sociedad podrida por la corrupción. La sátira política está servida en la película, demostrando cómo sorprendentemente resulta tan complicado quebrantar la fidelidad de un ejército hacia su líder, aunque este no sea tan implacable como quiere parecer y sus objetivos sean particulares. Aquí entra en juego uno de los personajes que más aportan a la película, el de Nicholas Hoult, que combina la mayor ambición que se puede tener en la vida, la de ser recordado tras la muerte, con una compleja situación emocional que no suele verse en un soldado. Hoult sigue haciéndose un nombre como secundario en títulos de gran renombre, pero son Charlize Theron y Tom Hardy los que compiten por ser los más duros de la cinta, en una batalla que gana Theron ante la reducida presencia del personaje titular, que tiene una gran importancia pero no tanta como de la que gozaba Mel Gibson, que era el absoluto protagonista de las tres primeras películas. La Furiosa de Theron es una verdadera líder, mientras que Max es un lobo solitario, algo que le impide ser el héroe que tanto ansía el mundo, y que también le impide a Hardy hacerse con más escenas que le eleven a esa calificación heroica.

Ración de realismo

Con tanto croma uno se podría olvidar de lo que era el cine antes de la revolución digital, pero Miller se acuerda perfectamente. Obviamente en una producción de 150 millones de dólares tenía que haber algo de tela verde o azul por algún lado, pero se nota que buena parte de las persecuciones y los efectos del coche han sido rodados realmente y que no se han creado píxel a píxel. Esto eleva a la película a otra categoría, sin alcanzar el brutal impacto de títulos de acción hiperrealistas como 'The Raid', pero diferenciándose de nuevo de todos los blockbusters que tienen más proceso de post-producción que de plantearse realmente las cosas en el rodaje. Se asemeja así a los efectos reales de las entregas originales, las cuales recupera en forma de breves homenajes como la aparición de la pequeña caja de música con manivela o los típicos personajes de Miller con malformaciones -aquí en forma de tumores con nombre propio-, con alguna reminiscencia al Master Blaster y otras caracterizaciones de la saga.

 'Mad Max: Furia en la carretera'

En definitiva, 'Mad Max: Furia en la carretera' es acción pura y dura, con todos los excesos del género, pero que en ningún momento se escapan de las manos de George Miller, el verdadero loco de la carretera que ha hecho realidad esta dosis de adrenalina en vena.