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CRÍTICA

'Quisiera que alguien me esperara en algún lugar': Lo que se calla en familia

Crítica de 'Quisiera que alguien me esperara en algún lugar', dirigida y coescrita por Arnaud Viard. Basada en la novela homónima de Anna Gavalda. Con Jean-Paul Rouve, Benjamin Lavernhe y Alice Taglioni.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 14 de Agosto 2020 | 09:13
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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La escritora Anna Gavalda tiene una sensibilidad única a la hora de abordar problemas aparentemente cotidianos. En el cine esto pudo verse con una de sus novelas más conocidas, 'Juntos, nada más' (2004), que en 2007 unió a Audrey Tautou y Guillaume Canet en una atípica historia de amor, mucho más terrenal que lo que puede esperarse de un drama romántico. Ahora le toca el turno a 'Quisiera que alguien me esperara en algún lugar' (2019), que fue el primer libro que publicó la autora, allá por 1999, y que ahora viene a la gran pantalla reformulado de la mano de Arnaud Viard.

Quisiera que alguien me esperara en algún lugar

Y toca decir reformulado porque cambia el planteamiento de 12 relatos autónomos para crear un filme que combina parte de aquellas historias, que en esta ocasión son protagonizadas por una familia burguesa. Con guion escrito por el propio Viard, junto con Thomas Lilti, Emmanuel Courcol y Vincent Dietschy. Una elección certera, pues es este tipo de arquetipos lo que permite explorar el planteamiento de la obra de Gavalda, puesto que la primera sociedad que uno conoce es la propia familia.

Alejado del planteamiento que puede esperarse de un drama familiar, no es 'Las horas del verano' (2008), ni 'Un cuento de Navidad' (2008), ni 'Agosto' (2013); el filme comienza con un festejo familiar, en la campiña, donde vive la madre del clan, viuda, que celebra su cumpleaños en medio de una aparente calma. Es precisamente esa "aparente calma" la que invita a conocer lo que se esconde tras el cariño y la lealtad familiar y las consecuencias que esto trae. A diferencia de lo esperado, aquí los reproches están mucho más ocultos, las discusiones son más espontáneas (no se perciben cuentas pendientes o rencores soterrados), puesto que llegan dentro de un ambiente apacible y tremendamente natural.

Quisiera que alguien me esperara en algún lugar

Un intimista drama familiar con magníficas interpretaciones

Es ahí donde reside la principal fuerza de la película, especialmente al ser una historia coral. Aunque el principal peso de la trama cae en un fantástico Jean-Paul Rouve, que es el que ejerce de cabeza de familia, así como también quien guarda mayores cargas en su vida. Son sus conversaciones las que dejan caer que esa lealtad familiar, ese cariño, puede traer nefastas consecuencias a la propia estima. No hay reproches, no hay rencores, pero sí una terrible sensación de amargura y oportunidad de perdida, que va sintiéndose a lo largo del filme, con un pequeño de halo de esperanza al final.

Y son esos detalles los que convierten a 'Quisiera que alguien me esperara en algún lugar' en un magnífico largometraje, de esos que cada vez se ven menos. El retrato de la vida misma y de cómo el no seguir una vocación, un deseo (aunque eso conlleve tropezarse o errar) puede traer malas consecuencias, puesto que el vivir es lo más importante. Todo ello envuelto en un drama costumbrista, muy cercano a espléndidos títulos recientes como 'Mentes brillantes' (2018), aquí se ve la mano de Lilti, o 'Mi vida con Amanda' (2018).

Nota: 8

Lo mejor: Esos pequeños detalles que van descubriéndose conforme va conociéndose más a fondo la historia familiar.

Lo peor: Queda la incógnita de cómo hubiera sido la cinta si se hubiera adaptado el libro como película antológica.