å

CRÍTICA

'Victor Frankenstein': Insustancial revisión del clásico

Daniel Radcliffe y James McAvoy dan vida a Igor Strausman y el Doctor Frankenstein en una nueva revisión del clásico bajo la dirección de Paul McGuigan.

Por Borja Abelleira García 15 de Abril 2016 | 12:48

Comparte:

¡Comenta!

'Victor Frankenstein' es la enésima reedición del clásico de Mary Shelley, en esta ocasión a manos del director escocés Paul McGuigan. Una versión a medio camino entre el thriller de acción, el drama y la comedia negra que no termina de abarcar ninguno de los citados géneros y que, lamentablemente, se queda a medio camino en su original propuesta. El resultado de tan esperada adaptación, más aún si tenemos en cuenta el bagaje y el buen hacer en esta cinta de sus dos protagonistas (James McAvoy y Daniel Radcliffe), resulta del todo decepcionante.

'Victor Frankenstein': Insustancial revisión del clásico

Hablamos de una original propuesta ya que 'Victor Frankenstein' se inspira en el famoso cuento y se apoya sobre el misticismo de sus personajes, pero esto solo es el punto de partida tanto para algunos giros del guión como para la forma de abordar la historia del moderno Prometeo. En esta renovada trama, el Doctor Frankenstein (McAvoy) es un perturbado científico que ha sido rechazado por la comunidad académica, por lo que trata de llevar a cabo una improbable creación que le devuelva el crédito como profesional. Para ello, recopila partes de diferentes especies para intentar crear vida de la nada. Con dicho propósito cierto día visita un circo, donde se encuentra a un joven jorobado (Radcliffe) que es maltratado función tras función. Alertado por sus conocimientos médicos tras verse envuelto en un accidente, el doctor decide reclutarlo para sumar esfuerzos en su excéntrica causa.

Se trata de un comienzo realmente prometedor, lo que podría haber dado pie a un sinuoso thriller de aventuras y suspense, pero nada más lejos de la realidad. Recreándonos en este inicio, debemos valorar gratamente una lograda persecución de escape grabada de manera brillante, así como la posterior puesta en marcha de una agradecida y fraternal relación entre los protagonistas. Esta primera parte del film, cuando los protagonistas planean y dan forma a su obra, se apoya en una serie de esquemas y recreaciones de gran belleza visual sobre la anatomía humana, plasmados con un estilo que junto con las escenas de acción podría recordar al 'Sherlock Holmes' de Guy Ritchie. Una técnica efectiva que se puede rescatar como un acierto y algo que engancha mínimamente al público entre tanto tedio. Y es que eso es a lo que nos acostumbra la narración, una trama simplona que nos va conduciendo casi sin darnos cuenta a la fase final, a lo que todos conocemos. Con algunos experimentos sin sentido y varias conversaciones vacuas de por medio, de pronto ya es tarde para despertar al monstruo, quien sabe si también a algún espectador.

La pareja protagonista, desaprovechada

Sin duda, lo más destacable es el nivel del dúo protagonista. Radcliffe y McAvoy abordan con arrojo tan icónicos personajes, y la química entre ambos traspasa la pantalla. Una lástima que no tengan demasiado a lo que atenerse. Y es que ni su lograda interpretación logra levantar el ritmo más allá del primer tercio. Siendo justos, y a pesar de que no se trata de su mejor interpretación, McAvoy consigue transmitir la incontenida demencia que alberga el profesor. Sus muecas, su mirada, una sola sonrisa basta para zambullirse en ese particular toque de locura propio de los genios. También Radcliffe convence como un nuevo Igor Strausman que dista mucho del que todos recordaremos por 'El jovencito Frankenstein'. Más allá de eso, Radcliffe consigue dar impulso a esta desconocida caracterización y hace suyo el personaje, a la par que presenta su candidatura a proyectos mayores (que ya es hora, pensarán sus fans).

'Victor Frankenstein': Insustancial revisión del clásico

En cuanto a los actores secundarios, cabe destacar al inspector de policía convertido las veces en antagonista en su intento de frustrar los lunáticos planes del Doctor. Un inspirado Andrew Scott da vida de manera más que creíble a un personaje atormentado, obsesionado con su oficio y al que el nuevo caso que le atañe no hará más que traerle dolores de cabeza, transformándolo en un ser desquiciado y despojado de lo que más aprecia: su familia y su trabajo. Por su parte, la joven Jessica Brown Findlay, conocida por su papel en 'Downton Abbey', se abre hueco en el séptimo arte con un tierno papel en el que interpreta a la razón por la que Igor tratará de seguir adelante. Quepa también una mención aparte para el padre del Doctor, cuyo rostro les resultará más que familiar a muchos seriéfilos.

Visto lo visto, parece que Paul McGuigan está destinado a seguir labrándose un nombre en la televisión (si obviamos la notable 'El caso Slevin'). Y es que el director ha sabido dar forma a varios capítulos de una de las series más celebradas de la última década: 'Sherlock'. Pero la jugada, en forma de largometraje y tomando inspiración de otro mítico personaje de la literatura anglosajona, no parece que vaya a convencer de igual manera al público. Cabe preguntarse si los esfuerzos del director no hubiesen estado mejor invertidos en una nueva historia, con nuevos personajes, pero quizá subirse a la era del remake haya sonado demasiado tentador para el cineasta escocés.

En definitiva, la película se pierde en sus buenas intenciones y acabará por desesperar a partes iguales a los amantes del cine de acción y de terror y, sobre todo, a los más fieles seguidores del cuento original. Diálogos sin chispa, un gran elenco desaprovechado y una trama inconsistente y predecible, dado lo conocido de la historia. El ambicioso lema promocional de la cinta reza: 'Descubre el origen del monstruo y su creación'. Por desgracia, 'Victor Frankenstein' no nos descubre nada nuevo y se antoja una innecesaria revisión de un clásico que, por el mero hecho de serlo, habría merecido más.

Nota: 5

Lo mejor: Los efectos visuales y el dúo protagonista.

Lo peor: Una trama actualizada que tiene poco que aportar.