å

PRECRÍTICA

'El mal ajeno', desafortunado realismo mágico

El debut tras las cámaras de Óskar Santos deambula sin éxito entre el drama hospitalario y el thriller sobrenatural.

Por Óscar Martínez 16 de Marzo 2010 | 14:16

Comparte:

¡Comenta!

Este fin de semana llega a nuestras salas 'El mal ajeno', primer largometraje de Óskar Santos, realizador del making off del 'Mar adentro' de Amenábar, quien a su vez ejerce de productor, y que cuenta con el guión de Daniel Sánchez Arévalo, tras las cámaras de filmes como 'AzulOscuroCasiNegro' y 'Gordos' y guionista de, entre otras cosas, algunos capítulos de la serie televisiva 'Hospital central'.

'El mal ajeno', desafortunado realismo mágico

Lo cierto es que no resulta para nada gratuita esta última referencia, pues 'El mal ajeno' es, en resumidas cuentas, algo así como un capítulo de dicha serie fusionado con más infortunio que suerte con elementos sobrenaturales propios del cine de M. Night Shymalan, en un film de estilizada y fría fotografía que deambula sin demasiado criterio entre el realismo y el thriller esotérico.

De este modo, la ópera prima de Óskar Santos da la sensación de creerse mucho mejor de lo que en realidad es, resultando ampulosa y sensiblera tanto en ciertos pasajes concretos como en ciertas pretensiones genéricas, hilvanando un entramado que se inicia con cierta mezcla de fuerza y curiosidad pero que termina diluyéndose a medida que el film avanza sin convencernos ni en su faceta de drama ni en su vertiente de thriller.

'El mal ajeno', desafortunado realismo mágico

Todo hay que decirlo, la labor interpretativa tampoco ayuda a que el espectador congenie con sus protagonistas, encontrándonos con un Eduardo Noriega forzadamente hierático en su rol de médico sin escrúpulos ni conciencia, y a una Belén Rueda desdibujada, carente de fuerza argumental y en ocasiones casi anécdotica. A esto debemos añadirle una plañidera banda sonora que no hace si no enfatizar los muchos lastres de un film que se va reblandeciendo a cada minuto que transcurre, negando su condición de thriller hasta asentarse abiertamente en los terrenos de la lágrima fácil.