De 'Ma Ma' a 'Sorda': La nueva maternidad en el cine español

Se dice que de tal palo tal astilla y eso es algo que suele ocurrir cuando tienes hijos/as. La directora Celia Rico nos presenta una relación dependiente entre una madre (Lola Dueñas) y una hija (Anna Castillo). En esta película hacemos un viaje silencioso por la falta de comunicación entre ellas. La ausencia de una banda sonora que lo acompañe tiene un claro objetivo: representar la soledad después de quedarse el nido vacío cuando la hija emigra a Londres acentuando los silencios del hogar. Además de aprender a quererse y hacerse valer, ambas emprenden un viaje hacia el autodescubrimiento por aquello que te hace feliz y apoyar las decisiones de quienes quieres. En definitiva es una reflexión sobre el amor propio de una manera costumbrista y muy cercana al espectador.

Está claro que nadie nos enseña a ser padres ni aunque exista un manual para ello, pero ¿se nace con el instinto maternal o es algo que surge? Si le preguntaran a esta pareja joven (interpretada por María Rodríguez y David Verdaguer), dirían que "es algo que llega", pero pronto les tocará madurar de un día para otro. Después de los anteriores títulos resulta hasta extraño ver a un novio presente físicamente y, a veces, hasta emocionalmente en la relación. Destaca que el montaje se haya apoyado en un documental grabado por su madre, algo que nuestra protagonista, Vir, lo toma como guía desde el embarazo hasta los primeros meses de vida de su bebé. Al igual que en la anterior película, 'Viaje al cuarto de una madre', hay un trabajo de ambos en la aventura de ser padres desde la igualdad y el respeto. Además, aquí también se plantea una reflexión sobre seguir disfrutando de la vida, de una misma y de tu pareja al mismo tiempo que eres madre. En definitiva, no renunciar a tu vida por otra.

Rompemos con el mito de la madre sacrificada para dar paso a una reflexión más compleja: ¿madre es la que pare o la que cría? Bajo una dirección de arte impecable la película consigue emocionarte desde la mentira de dos madres (Penélope Cruz y Milena Smit): cambiar a tu hija por otra. A diferencia de otras películas donde cuesta ver a una mujer en pantalla, aquí sólo hay un personaje masculino en ocupar un espacio (Israel Elejalde). Otra de las miradas contemporáneas que hace Almodóvar en 'Madres paralelas' es preguntarse qué es lo que te convierte en madre, ¿tener un hijo? ¿Y qué pasa cuando lo pierdes? El conflicto de esta madre entre seguir con los secretos y las mentiras o desenterrar la verdad para poder avanzar.

Ser madre soltera, joven, de clase media baja y con dos hijos no es tarea fácil. Sin apenas tiempo para dedicarse a ella y a su deseo de sacarse las oposiciones de enfermería, Julia hace lo posible por no tirar por la borda sus aspiraciones. Para ello cuenta con cuatro oportunidades, aunque en el amor ya habría utilizado tres: con un novio narcisista y agresivo al reencuentro con el padre biológico de su hijo para acabar con el "más maduro" de los tres. La interpretación de Anna Castillo hace que te veas reflejada en cada una de sus relaciones y llegues a empatizar con la toxicidad de cada uno de ellos, incluso consigo misma. En esta película vemos de nuevo lo infravalorado que está el ser madre y la dependencia en sus relaciones por el juego del "me quiere, no me quiere".

Madre primeriza, joven y con una pareja ausente por trabajo. Vemos a Laia Costa siendo, o al menos intentado, ser una "madre perfecta" sin llegar a desvivirse como Penélope Cruz en 'Ma ma', por ejemplo. En una búsqueda por la conciliación familiar, esta madre irá descubriendo que repetirá todo aquello que de pequeña no le gustaba de su madre. Una excelente ópera prima sobre las relaciones familiares a través de un giro en el guion que pone el foco entre quienes cuidan y quienes son cuidadas. Está claro que antes de ser madres siempre fuimos, y seremos, hijas.

Una casa en la Costa Brava y una madre encantada de ver a toda la familia reunida. Lo que parecían ser unas vacaciones de película acabó ardiendo una vez salieron a la luz los secretos de cada uno de los miembros. Una sátira oscura, a la vez que divertida, que refleja una vez más las relaciones tóxicas y a las "malas madres" que cuestionan su decisión de ser madre. Aquí no es sólo la figura de la madre quien hace un trabajo de autocrítica, sino que todos los miembros de la familia se someten a una terapia Gestalt para descubrir lo que verdaderamente les hace felices, aunque haya que quemarlo todo. Lo que sí que volvemos a ver es ese tejemaneje entre quienes cuidan y quienes son cuidados en una lucha de egos por ver quién cuida más a quién. En una búsqueda por el equilibrio entre mantener a la familia unida y centrarte en ti.

Viajamos a la España de los años 30 de la mano de una madre soltera dispuesta a educar a su hija para que sea la mujer del futuro: impecable. Hasta aquí todo parece idílico, poderoso incluso, pero pronto te das cuenta de que volvemos a la casilla de salida: ser la mujer perfecta. Recordando la definición de la RAE, aquí tendríamos una de las dos patas sobre qué significa ser madre: tener un carácter protector. A diferencia de las otras madres anteriores, esta se presenta fría y meticulosa por su principal proyecto de vida, dejando la parte afectiva guardada en un cajón con llave. La idea era ingenua, pero acabó siendo una crueldad. De nuevo vemos una madre sobreprotectora y firme que hace todo lo posible para que su hija no deje el nido, como veíamos en 'Girasoles silvestres', hasta el punto de ser asfixiante.

Ser madre no siempre es algo idílico y muchas veces tu identidad se desdibuja. Esta película parte de una pareja joven, moderna y funcional, donde ambos tienen un trabajo fuera y dentro de casa, aunque ella acaba teniendo un papel mayor. Los problemas en la casa (la ventana rota o la aparición del cuervo) podría simbolizar el vínculo frágil y dañino que tiene la madre con su bebé. Cabe destacar también esa grieta silenciosa que vemos en lo cotidiano con un marido que, poco a poco, se va mostrando más distante. Mientras vemos a una madre alegrarse de verdad cuando le dan la noticia del premio por su novela, dejando a un lado su papel como madre. Aquí no se idealiza el acto de cuidar ni la maternidad, pues acaba siendo una "denuncia" al agotamiento físico y emocional de las madres que se preguntan: ¿quién cuida de ellas?

Se dice que la llegada de un bebé te cambia la vida por completo, pero ¿cómo sería si no pudieras comunicarte con él? Esta cinta presenta a una pareja joven, feliz y cómplice aunque con una diferencia notable: ella es sorda y él, oyente. Más allá de la sordera de la madre vemos las dificultades de una pareja cualquiera, donde las tensiones llegan con la llegada del primer hijo, en su caso, de su hija Ona con la frustración de no saber si será sorda u oyente. A diferencia de otras películas la madre sí cuenta con el apoyo de su pareja, pero no el de la sociedad por las barreras comunicacionales y falta de integración existentes. Esto es algo que se ve en la escena del parto al mostrar sin filtros que la comunicación se hace agónica. Lo que sí que se mantiene en esta y anteriores películas es la culpa por no ser una "buena" madre y los desafíos que conlleva la maternidad.