Realismo sucio

Existen varios puntos en común entre 'Map to the Stars' y el denominado realismo sucio de la narrativa contemporánea estadounidense, concretamente con la bibliografía de Chuck Palahniuk.

La nueva aportación al séptimo arte de David Cronenberg es una disección de la clase social que habita en Hollywood, un ecosistema único que se rige según sus propias normas tanto morales como humanas, algo que ya trató el citado Palahniuk en 'Al desnudo', su particular visión del solitario y glamuroso firmamento de las estrellas de cine. Además, habla de la culpa y la redención desde el punto de vista de los altos estratos de la industria cinematográfica, aspectos a los que, en parte, también hacía alusión el escritor norteamericano en 'Condenada'. Visto esto, y haciendo referencia al exacerbado uso de la sátira y la acidez de sus diálogos, podemos hablar de que el guion de Bruce Wagner bien podría haber pasado por el filtro Palahniuk sin lugar a dudas.

Lejos estamos del David Cronenberg de las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo XX, periodo en el que firmó auténticas joyas del terror más carnal (véase 'Shivers' o 'Videodrome'), incluso del de los 90, cuando dio rienda suelta a un estilo más cercano al thriller ('Crash') y coqueteó con la ciencia-ficción más pura y dura ('eXistenZ'). Tras dirigir dos de sus quizá más personales y profundas obras que indagaron en los límites violentos del ser humano ('Una historia de violencia' y 'Promesas del este'), y tras adaptar a la pantalla 'Cosmópolis' de Don DeLillo, el realizador canadiense sigue alejándose del terror visceral que le situó en el panteón habitado por los mejores autores de género contemporáneos, pero continuando aun así fiel a su estilo.

Ahora, el maestro Cronenberg desgrana el star system y consigue que Julianne Moore se abra en canal para regalarnos una de sus mejores actuaciones, una radiografía no exenta de sátira, en la que los pasajes oníricos juegan a favor del ir y venir de los personajes, marionetas del sistema de celebrities, a quienes Cronenberg se encarga de diseccionar y poner en entredicho con sus acciones, las cuales conllevarán a una serie de reacciones en cadena que servirán como colofón a una historia sobre dramas personales, fantasmas del pasado, traumas incurables, filias y fobias.

David Cronenberg se aleja del cine más violento, eso queda claro, pero sigue siendo uno de los mejores contando historias llenas de visceralidad, aderezadas esta vez con mucho tono de comedia ácida. Porque la sátira también puede ser brutal, y el maestro de la carne no podía dejar a un lado se vertiente más dura. Una joya.