Una película inacabada

En enero del 2020, el año que el mundo se paró, un equipo de filmación se coló en el que fue el epicentro del mundo, durante semanas y meses, para reanudar el rodaje y la producción de una película inacabada diez años antes. Allí vivirán los inesperados sucesos y desafíos que la pandemia de COVID19 nos tenía preparados. Les tocará pasar los confinamiento lejos de sus casas.

Loy Ye presentó en el Festival de Cannes su obra más profunda. Con Qin Hao como estrella de la película, como nos suele acostumbrar su cine, el largometraje trata de grabar y transportanos la incertidumbre que se debía de respirar en aquellos días de rodaje que tan solo estaban suponiendo los primeros días de una pandemia que nadie puede olvidar. Una curiosa oda al cine, que trata de encapsular el descontrol y el miedo que se vivieron en aquellos primeros días donde apenas se conocía nada acerca del futuro y de esta enfermedad.

Para conseguir esto la película usa imágenes de archivo como son noticiarios, vídeos amateurs e imágenes de teléfonos móviles o cámaras de baja calidad, mientras baña de romanticismo y poesía a la sensación de saturación y desinformación que se experimentó en aquellas horas y días, donde parecía que la vida tal y como conocíamos se iba a acabar.