å

CRÍTICA

'El secreto de Adaline': El amor lo puede todo

Blake Lively protagoniza un drama romántico que basa su valor en su buena química con Michiel Huisman y en un interesante punto de partida.

Por Daniel Lobato Fraile 28 de Julio 2015 | 11:51

Comparte:

Ver comentarios (1)

Después de cerrar su participación en 'Gossip Girl' y encadenar un par de proyectos de corte independiente (sí, con su presupuesto que rondaba los $45 millones -minucias para Hollywood- aceptamos 'Salvajes' de Oliver Stone), Blake Lively ha estado casi tres años alejada de las cámaras. Publicidad (rodó incluso un spot con Nicolas Winding Refn), moda y eventos han ocupado su espacio profesional. Pero ahora, con el estreno de 'El secreto de Adaline' y los proyectos que tiene en cartera con Marc Forster y Woody Allen, la actriz californiana está definitivamente de vuelta.

El secreto de Adaline

En 'El secreto de Adaline' Lively encarna a una mujer que, por una serie de catastróficas desdichas obtiene la juventud eterna. Lo que tendría que ser una bendición, ser inmune a los achaques del tiempo y mantenerse por siempre en la plenitud de la vida, se convierte en una maldición para ella. Pronto descubre que tiene que huir, no puede echar raíces ni enamorarse; nunca podrá llevar una vida plena, envejeciendo junto a su pareja y, lo más terrible, está condenada a sobrevivir a sus hijos. No poder compartir la experiencia de ser eternamente joven es un asco.

Pero no estamos hechos de piedra y, llegados a la época actual (después de casi 100 años conservando un cuerpo de 29), Adaline conoce a un joven que la cautiva y la obliga a replantearse su "estilo de vida". El film de Lee Toland Krieger toma un punto de vista atractivo por lo atípico. Es lamentable, pero es así. Pensemos por un momento en películas de este corte, dramas románticos en los que la condición extraordinaria de uno de los protagonistas convierte en una tragedia su historia de amor. ¿Cuántos de los desgraciados son hombres? 'El curioso caso de Benjamin Button', 'Mas allá del tiempo', 'Ghost, más allá del amor',... ¡'La Bella y la Bestia'! Obviamente, si rebuscamos encontraremos ejemplos contrarios, como 'Prácticamente magia' (esa odiosa maldición de las hermanas Owens), pero no suele ser lo habitual.

El secreto de Adaline

De partida se hace un tratamiento bastante interesante de la protagonista. Krieger explora su soledad y los motivos por los cuáles ha decidido mantener al margen de todos, ofreciendo así mismo unos apuntes con enorme potencial como son el miedo a que la descubran (y no precisamente personas cercanas a ella) y la nostalgia hacia épocas pasadas. Sin embargo no termina de explotar en profundidad estos aspectos y parece más interesado en mostrar un relato de segundas oportunidades y de mensajes tipo "la vida hay que vivirla" o "el amor lo puede todo". Muy legítimo, ojo.

Nos gustan las pasteladas

Aquí nos encontramos con una mujer que sufre en soledad su destino y somos testigos de todo el proceso en dos tiempos narrativos: El presente, donde su "sistema" se tambalea por culpa de Ellis, y el pasado, donde vivimos otra experiencia amorosa que dejó una profunda cicatriz en ella. Quizás los autores pensasen que la historia podría ser muy compleja y acompañan la narración con una voz en off omnisciente (dando así una atmósfera de fábula) que se dedica a subrayar todo cuanto sucede.

La trama avanza por los caminos esperados, sin exigirse demasiado. Desde el primer momento pone las cartas sobre la mesa y no muestra ninguna intención de sorprender o jugar con nuestras expectativas. Tenemos a una protagonista, a su amante, y los diferentes obstáculos a los que se deben enfrentar antes de que pueda triunfar el amor.

Así, el público afín a este tipo de historias encontrará justo lo que anda buscando, con el valor añadido, además, de la buena química mostrada por Blake Lively y Michiel Huisman, actor que la mayoría tendréis localizado por su participación en series como 'Juego de Tronos' u 'Orphan Black'. No es sencillo encontrar a una pareja que dé bien en pantalla y que transmita un buen feeling. Ellos dos lo consiguen y enseguida se ganan a la platea, deseosa de que todo les salga bien. Pequeños detalles que engalanan una producción, por lo demás, ciertamente anodina. De manual, sin riesgos.