å

CRÍTICA

'El Gran Hotel Budapest': Wes Anderson alcanza la plenitud

El peculiar estilo del director texano alcanza cotas nunca antes vistas para entregarnos su mejor película hasta la fecha. Estreno en cines, el próximo 21 de marzo.

Por Adrián Lavado Moreno 18 de Marzo 2014 | 09:00

Comparte:

Ver comentarios (1)

La filmografía de Wes Anderson está marcada por un estilo tan característico que el público ya sabe lo que se va a encontrar en cada nuevo trabajo. Este hecho ha provocado la proliferación de toda una legión de defensores y detractores, que intentan ensalzar o menospreciar hasta el extremo cualquier paso que da. Su sello de autor es tan personal que es muy difícil que todo el mundo llegue a disfrutar de él. He de confesar que el que esto suscribe nunca se ha sentido especialmente atraído por ninguna de sus propuestas, a excepción de 'Moonrise Kingdom' y 'Fantástico Sr. Fox', al notar demasiado marciana el resto de su obra.

'El Gran Hotel Budapest'

Pero de lo que no tengo duda es que 'El Gran Hotel Budapest' es su mejor largometraje hasta la fecha, todo un universo de fantasía que se percibe mucho más cercano y divertido, con un catálogo de personajes y diálogos únicos, que lima todo posible error para satisfacer tanto a parroquianos como a la nueva horda de neófitos. Y es que esta alocada comedia tiene la virtud de estar tan sumamente cuidada y trabajada, que es muy difícil resistirse a sus encantos.

Gran parte de culpa la tiene un guion exquisito, que sabe domar las rarezas de su creador y suplir muchas de las carencias que hasta la fecha algunos le achacaban. Los chistes siguen siendo tan extraños y excéntricos como en sus predecesoras, pero mucho más comprensivos y mordaces. A las rarezas se les ha aplicado una pátina de cordura y altas dosis de corazón (sin dejar nunca de lado una patente mala baba). Hasta el momento, veía difícil empatizar con alguno de sus peculiares personajes, pero 'El Gran Hotel Budapest' mejora este aspecto con la tierna y peculiar relación de Mr. Gustave y su nuevo empleado Zero, siempre rozando lo surrealista pero con el suficiente desarrollo y empaque para que cale hondo en el espectador. Además, la película está cargada de referencias a las distintas vertientes del arte, cosa que agradecerán todos aquellos que quieren acercarse a ella desde un punto de vista mucho más analítico.

Wes Anderson muestra su faceta más esteta, la cual ha ido perfeccionando con el paso de los años y la mayor confianza de la industria. Cuida hasta el más mínimo detalle para ofrecer una experiencia única. El dominio de la composición del encuadre, un ritmo frenético y alocado, un juego con la cámara que deja constancia de la madurez de su autor y la libertad con la que trabaja. El diseño de producción es de una filigrana sin igual, creando todo un universo alrededor de los personajes que adquiere identidad propia. El trabajo de vestuario es magnífico y la música, obra del reputado compositor Alexandre Desplat, acompaña con mucho acierto toda la trama.

Ralph Fiennes en 'El Gran Hotel Budapest'

Mucho más que un bonito pastel

'El Gran Hotel Budapest' ofrece una puesta en escena muy imaginativa y completamente sorprendente a la hora de resolver las diferentes situaciones. El envoltorio con el que envuelve Anderson su peculiar "juguete" es de primerísima calidad, pero sin dejar de lado el desarrollo de una historia divertida y llena de nostalgia, con un trasfondo mucho más profundo de lo que aparenta a primera vista. El ascenso al poder de los regímenes totalitarios a principios del siglo pasado forma parte de esta historia que juega con un estética naïf y colorista, presentada como una especie de evasión caprichosa de la realidad que se vivía en la época. Ese señor Gustave, sibarita, perfeccionista y elitista; la representación de un modo de entender la vida que acabó desapareciendo con el paso de las décadas.

Como no podía ser de otra forma, Wes Anderon vuelve a rodearse de un buen número de amigos y habituales colaboradores en el reparto. Las anecdóticas apariciones de actores de la talla de Bill Murray, Tilda Swinton, Jude Law, Harvey Keitel o Edward Norton, ofrecen un estímulo extra para ver cuál será su función en la trama. Pero esta película no sería lo mismo sin su pareja protagonista. Ralph Fiennes en estado de gracia y entendiendo a la perfección la psique de su extraño papel y Tony Revolori, joven actor que está a la altura de las circunstancias y soporta con solvencia la difícil tarea de compartir continuamente plano con Fiennes.