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CRÍTICA

'Mil maneras de morder el polvo': Jugando a indios y vaqueros

Seth MacFarlane traslada su humor extremo al Salvaje Oeste y logra desternillantes gags, cameos y guiños al western, aunque cuenta con un ritmo demasiado irregular para ser una comedia.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 4 de Julio 2014 | 09:20
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Cuántas veces, en los últimos años, hemos visto cómo Hollywood ha intentado que las nuevas generaciones vuelvan a interesarse por el western. Hay muchos cineastas que nunca lo han abandonado, pero el cine comercial también ha querido probar suerte. Han probado con ligeras actualizaciones, mezclándolo con ciencia ficción ('Cowboys & Aliens') o con la fantasía ('El llanero solitario'). Ninguna consiguió su propósito. ¿Será Seth MacFarlane y su visión cómica la esperanza para este género, glorioso antaño?

Mil maneras de morder el polvo

Todo el que haya visto las series de MacFarlane o 'Ted' se habrá dado cuenta de que este director es un nostálgico. 'Mil maneras de morder el polvo' parece ser su deseo de recordar su infancia viendo películas de indios y vaqueros, y de ser él el protagonista. Su deseo tiene bastantes aciertos y unos cuantos errores, pero sigue teniendo ese punto de brutalidad tan suyo, que es lo que en el fondo buscarán sus fans.

MacFarlane interpreta a un ovejero que pierde a su novia por ser un cobarde. Un día, llegará al pueblo una mujer que hará buenas migas con él, y que accederá a enseñarle a disparar para enfrentarse en un duelo con el hombre que se ha quedado con su novia. Lo que el ovejero no sabe es que su nueva amiga es la esposa del forajido más peligroso de la zona.

El personaje que interpreta el director odia profundamente el Salvaje Oeste y lo mortal que puede llegar a ser, pero Seth MacFarlane demuestra tener, dentro de sus capacidades como bomba de relojería, bastante respeto por el género y el escenario. Se ha creado un más que convincente cascarón, lleno de guiños al western de toda la vida y una gran ambientación con la banda sonora clásica. En él ha intentado verter sus característicos gags escatológicos, sus apariciones estelares y demás referencias a la violencia, la religión, las drogas, y ese largo etcétera de irreverencias que suelen ser sus guiones. Eso sí, aun con lo bien que le resultó 'Ted', vuelve a quedar claro que MacFarlane y su humor funcionan mejor en envases pequeños. La película arrastra una duración excesiva para una comedia, dos horas son mucho tiempo para mantener las risas del público, y es el mayor problema que tiene, sube y baja de ritmo demasiadas veces.

Eso no quiere decir que no vayamos a echar muchas carcajadas, en eso sigue siendo todo un experto si toleramos su falta total de cortafuegos a la hora de escribir chistes. El racismo, la xenofobia, el gran protagonismo de los excrementos y flatulencias... todo sigue estando presente en este Far West à la MacFarlane. Los que se sintieron ofendidos por la canción de las tetas en los Oscar, no van a encontrar un humor más inteligente en esta película. Pero el público fiel a MacFarlane no busca humor sesudo. Busca ver a uno de sus actores cagar en un sombrero, y lo tendrán. Cameos inesperados. Y los tendrán. Absolutamente enormes, por cierto, lo mejor de la película por descontado. Hasta cameo en forma de música tenemos.

Mil maneras de morder el polvo

Mil secundarios que te harán morder el polvo

Otro de los problemas de la película es esa decisión de ponerse a sí mismo protagonizándola, aunque, como ya he dicho, parece más bien que le apetecía volver a jugar a ser un cowboy. Al principio de la película ofrece un monólogo sobre la muerte en el Oeste, y lo hace con mucha soltura. Pero eso deja claro que se le da mucho mejor contar chistes que interpretarlos. Como Ted funcionaba porque su voz tiene mucha personalidad, pero no sus gestos, y aquí se ha buscado un elenco de secundarios demasiado talentoso, se lo comen todos con patatas. Empezando por una Charlize Theron carismática además de graciosa, con un personaje fuerte aunque se desinfle hacia el final. Continuando con una Amanda Seyfried que recupera en un par de momentos el toque 'Chicas malas' que le dio la fama. O un Liam Neeson que cumple como tipo duro. El dúo Sarah Silverman-Giovanni Ribisi también es de lo mejorcito de la película, sobre todo la prostituta que quiere reservarse para la noche de bodas, una pena que no tengan mucho tiempo en pantalla. Neil Patrick Harris es el más decepcionante, haciendo simplemente de Barney Stinson con bigote y bombín, muy desaprovechado, estancado en las mismas frases. Y a pesar de todo, es superior a MacFarlane.

'Mil maneras de morder el polvo' no tiene un guión tan sólido como en otros trabajos suyos ('Ted' tampoco era corta y aguantaba mejor la duración), incluso hay ratos en los que su intento por hacer algo medianamente serio no llegan a cuajar nada bien con el resto, pero los momentos en los que se vuelve tan demencial como siempre ha sido él, siguen siendo perfectos para matar una tarde tonta de verano. Probablemente, MacFarlane no habrá encontrado la fórmula para resucitar el western entre las generaciones jóvenes, pero sigue siendo una garantía en lo que a humor bestia se refiere. Y espero que se lo haya pasado bien jugando a indios y vaqueros, versión fumada.