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PRECRÍTICA

'Ultimátum a la Tierra', Klaatu Barada Bluffto

El remake del clásico de Robert Wise resulta poco más que un reciclaje Algoreniano de segunda saturado de unos efectos especiales tan prescindibles como discutibles.

Por Óscar Martínez 10 de Diciembre 2008 | 09:16

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Remake del clásico de Robert Wise de 1951, 'Ultimátum a la Tierra' ha sido dirigida por Scott Derrickson y cuenta con Keanu Reeves, Jennifer Connelly, Kathy Bates, Jaden Smith y John Cleese en reparto.

La película cuenta la llegada a la Tierra de una comisión extraterrestre con la intención de mostrar su desacuerdo con las pruebas nucleares que se están realizando en el planeta. La adertencia es clara. Si la Tierra no cesa en sus experimentos atómicos y espaciales, serán atacados por las fuerzas interplanetarias. Pero el recibimiento que se le da a la expedición es desconfiado desde un principio, e incluso hostil. Sólo Helen confía desde un principio en Klaatu y su robot Gort.

'Ultimátum a la Tierra' forma parte imprescindible de esa ciencia-ficción norteamericana nacida de la finalización de la Segunda Guerra Mundial y posterior creación de esos dos grandes bloques, el americano y el soviético, el capitalista y el comunista, que durante décadas mantuvieron ese pulso en la sombra conocido como Guerra Fría.

A dicha generación pertenecen títulos como 'La invasión de los ladrones de cuerpos', 'La guerra de los mundos' o la propia 'Ultimátum a la Tierra', del mismo modo que las novelas de Ray Bradbury, Arthur C. Clarke, Philip K. Dick o Aldous Huxley, cuyo ideario común, adaptado al fondo y forma particular de cada uno, no dejaba de girar en torno a la preocupante carrera hacia la autodestrucción de la raza humana, nacida tanto de una primera mitad de siglo extremadamente beligerante como de una capacidad de destrucción alarmante como consecuencia de la creación de la bomba atómica.

Klaatu Barada Bluff...

Como era de esperar, el remake a cargo del director de 'El exorcismo de emily Rose' toma la premisa inicial del film de Robert Wise y lo adapta levemente a nuestros tiempos, transmutando esa guerra fría en peligros medioambientales de tendencia Algoreniana, saturando de efectos especiales a base de CGI una película que, originariamente, apenas sí nos ofrecía elementos fantásticos propiamente dichos y que maquillaba con solvencia las carencias de la época a través de una pátina más próxima al film moir que a la ciencia-ficción propiamente dicha.

Este remake de 'Ultimátum a la Tierra', por tanto, no aporta absolutamente nada al original -algo, por otro lado, que ya se intuía a leguas-, ofreciéndonos un mensaje exageradamente masticado y manido, valedor de esta creciente preocupación por el cambio climático que Shyamalan también denunciara, si bien con mucha más maestría, en la también reciente 'El incidente'. Por desgracia, 'Ultimátum a la Tierra' carece de empaque, resultando anodina no sólo en su mensaje, sino también en su insulso tempo narrativo y en sus interpretaciones, donde apenas Jennifer Connelly resulta mínimamente rescatable, donde Keanu Reeves no funciona ni como ente exento de emociones, y dondeel joven Jaden Smith desesperará a más de un espectador.

A diferencia del original de Robert Wise, la película de Scott Derrickson se centra en la insulsa relación entre la protagonista femenina y su ahijado, relación paternofilial que supuestamente detonará la comprensión del emisario intergaláctico Klaatu, viendo en la especie humana algo especial más allá de una inherente capacidad hacia la autodestrucción, en un mensaje panfletista tan manido como autocomplaciente. Un servidor no critica, valga la redundancia, la crítica que ejerce la película, sino las formas a través de las que pretende llegar al fondo, ofreciéndonos un completo catálogo de obviedades que, por momentos, parecen poner en duda la inteligencia del propio espectador.

A eso cabe añadirle unos efectos especiales bastante criticables, en ocasiones más propios de una escena introductoria de un juego de consola que de una película, resultando en todo momento ajenos al resto del metraje.