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CRÍTICA

'Infierno azul': Tiburón, tiburón

Jaume Collet-Serra se marca un excelente ejercicio de tensión con un título que nos hará replantearnos eso de surfear en playas perdidas.

Por Daniel Lobato Fraile 14 de Julio 2016 | 13:54

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A falta de un Liam Neeson del que echar mano, el catalán Jaume Collet-Serra se ha buscado a otro depredador de la pantalla para protagonizar su último largometraje, 'Infierno azul'. Así, un gran tiburón será quien haga sufrir pesadillas a una desdichada Blake Lively y al público que se acerque a este encomiable ejercicio de tensión.

Infierno azul

Coproducida por su propia empresa, Ombra Films, con la que también ayudó, por ejemplo, a Miguel Ángel Vivas a sacar adelante su 'Extinction', Jaume Collet-Serra nos mete de lleno en el terreno de los miedos primarios, en el que si queremos sobrevivir tenemos que luchar hasta el final. 'Infierno azul' nos presenta a una joven universitaria que decide darse una escapada a México, en busca de una playa paradisíaca -y perdida en medio de la nada- en la que surfear y, ya de paso, reencontrarse consigo misma. Pero una serie de catastróficos infortunios la dejará atrapada en pleno mar, a merced de un tiburón con ganas de jugar. Vamos, que lo que prometía ser un día de risas y juegos acaba siendo un día de juegos, sí, pero también de gritos.

A base de trabajo y constancia Jaume Collet-Serra ha conseguido labrarse una sólida carrera en la industria norteamericana. Lejos queda allá aquella primera experiencia con nada menos que Paris Hilton en 'La casa de cera', que aunque ya apuntaba maneras, queda lejos de sus trabajos posteriores. El director español ha pulido un estilo muy visual, apostando por historias en las que no faltan los giros de guion, con personajes enfrentados a situaciones límites de las que solo pueden salir usando sus propios recursos.

Esto me suena

El mayor atractivo de 'Infierno azul' está en el excelente pulso de su director para que la emoción y la angustia no decaiga en ningún momento. Collet-Serra se marca un ejercicio de tensión brutal, marcando muy bien el ritmo y equilibrando los momentos de terror con ciertas momentos de calma tensa con las que generar en el espectador la falsa sensación de seguridad que los sumerge aún más en su pesadilla acuática.

Infierno azul

Ahora bien, al film le falta un pelín de riesgo, dar una vuelta de tuerca más. A nivel formal es intachable, ofrece algunas soluciones muy eficaces, e incluso se pueden pasar por alto los descuidados insertos del rostro de Blake Lively en la doble que surfea en los planos más abiertos, pero el guion abusa de los lugares comunes. Los arquetipos y las situaciones dadas, no sorprenden, se limitan a repetir esquemas, que funciona, sí, pero vistos mil veces. Incluso los elementos u objetos que van apareciendo a lo largo de la trama tienen todos una función definida. La falta de "azar", lo concreto de lo que vemos en pantalla hace que la cinta pierda espontaneidad.

Autores

En 'Infierno azul' se repiten muchas de las constantes en el cine de Collet-Serra, lo que da buena cuenta de su carácter autoral. Este es un detalle interesante y que no siempre es valorado en directores que hacen películas "comerciales". Tenemos la mala costumbre de denostar a los cineastas que hacen películas más accesibles al gran público argumentando que son directores de encargo o que son intercambiables unos por otros. Salvo contados casos -tipo Tim Burton-, nadie se escapa. ¡Si hasta al veteranísimo Ridley Scott se le critica de esa forma!

La etiqueta auteur ha sido apropiada para un cine más elitista y/o minoritario, cuando debería a referirse a la labor de un director sin importar el tipo de género con el que trabaje. ¿O acaso no podemos considerar a Javier Ruiz Caldera un autor? ¿Y a Rodrigo Cortés? Hoy a Hitchcock nadie le discute su etiqueta de autor, pero ya poca gente recuerda que hasta que Cahiers du Cinéma lo reivindicó (con Jean-Luc Godard o François Truffaut a la cabeza), se le consideraba un simple director comercial. No pretendo hacer comparaciones con Serra, pero sí reivindicar su figura y la de aquellos cineastas que saben dejar su sello hagan películas más o menos accesibles o "comerciales".

Lo mejor: Los momentos de terror.

Lo peor: El poco riesgo de su guion.

Nota: 7/10