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TOKIO PARA PRINCIPIANTES

'Lost in Translation': Cuando Sofia Coppola creó un clásico de nuestro tiempo

En 2003, Sofia Coppola dirigió 'Lost in Translation', considerada una de las 100 mejores películas del siglo XXI por la BBC y ganadora de un premio Oscar al mejor guion original. Repasamos esta delicada obra.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 13 de Febrero 2018 | 12:37
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Entre las grandes películas producidas en este siglo, 'Lost in Translation' es una de ellas. Dirigida y escrita por Sofia Coppola, no sólo supuso su consagración como cineasta, un reconocimiento que tardó en dársele por ser hija de quien es, sino también un magnífico acercamiento a la cultura japonesa hecha desde la perspectiva de un turista en una ciudad tan interesante como abrumadora.

Lost in Translation

'Lost in Translation' narra cómo Bob Harris (Bill Murray), un actor estadounidense en período de decadencia, viaja hasta Tokio para rodar un anuncio de whisky japonés. Con una fuerte crisis de la mediana edad, en el hotel donde se hospeda pasa largos ratos libres en el bar. Allí conocerá a Charlotte (Scarlett Johansson), una joven que acaba de casarse y que se encuentra en la capital japonesa debido a que su marido, fotógrafo de profesión, está allí por trabajo. Aburridos completamente con sus vidas, los dos conectarán y compartirán su experiencia en Tokio, perdiéndose entre luces de neón, restaurantes de sushi y karaoke.

Una de las mejores películas de este siglo

Considerada la mejor película de Sofia Coppola, así como también una de las 100 mejores películas del siglo XXI por la BBC, la película ganó un Oscar al mejor guion original, además que convirtió a Coppola en la tercera mujer cineasta en optar a la estatuilla a la mejor dirección, un logro al que solo optaron antes que ella Lina Wertmüller por 'Pascualino Siete Bellezas' y Jane Campion por 'El piano'. Aunque no se llevase ese apreciado galardón, era el año de 'El Señor de los Anillos: El retorno del Rey', la película sí logró ganarse un hueco en el corazón del público de todo el mundo.

Una interesante mirada a las relaciones de pareja, a los amores imposibles y a los problemas de entendimiento, no sólo aplicados al lenguaje. Por todo ello, toca adentrarse en las anécdotas más interesantes de un clásico de este siglo, una auténtica maravilla contemporánea, 'Lost in Translation'.

'Lost in Translation', la maravilla de Sofia Coppola

Una visita que terminó en una nueva película

Una visita que terminó en una nueva película

Sofia Coppola había visitado muchas veces la capital japonesa durante su vida. Sin embargo, fue durante la promoción de 'Las vírgenes suicidas' cuando se hospedó en el elegante Park Hyatt Tokyo. Pronto, los pasillos y zonas comunes del hotel se convirtieron en uno de "sus lugares favoritos en el mundo", según comentó en una entrevista para Indiewire. Fue la tranquilidad, el diseño y la "combinación de diferentes culturas" lo que más le llamó la atención. Fue justo en ese lugar cuando empezó a forjarse lo que se convirtió después en 'Lost in Translation'.

Lost in Translation en eCartelera

"Una carta de amor" para Tokio

"Una carta de amor" para Tokio

Según comentó Sofia Coppola en la Filmmaker Magazine en otoño de 2003, tras empezar a gestar varias ideas de una película en Tokio, empezó a escribir "historias cortas" e "impresiones" que culminaron en un guion de 70 páginas cuya redacción tardó seis meses. En otra entrevista, la cineasta reveló que 'Lost in Translation' era "una carta de amor" a Tokio y que es similar a pasar "un día de San Valentín" en la capital japonesa, una ciudad que para Coppola tiene mucho significado.

No sólo su pasión por Tokio y su experiencia en el hotel Park Hyatt hizo que Coppola quisiera filmar 'Lost in Translation', también fue su deseo de crear un largometraje "un poco más divertido y romántico" que su anterior película, 'Las vírgenes suicidas'. Aunque se trate de su segundo trabajo como directora de cine, Coppola meditó y planificó cuidadosamente el guion de 'Lost in Translation'.

Lost in Translation en eCartelera

Los problemas de traducción, el elemento esencial

Los problemas de traducción, el elemento esencial

El título 'Lost in Translation' describe muy bien a la película de Sofia Coppola. En español se traduciría como "perdidos en la traducción" y es justo ese elemento, el de las barreras lingüísticas, el que sirve de gancho no sólo para mostrar los problemas de traducción e interpretación entre diferentes idiomas (en este caso dos tan distantes como son el inglés y el japonés), sino también sirve de metáfora en lo perdidos que están los protagonistas de la película, Bob y Charlotte, tanto en sus matrimonios, como en su propios objetivos en la vida.

Según el análisis de Motoko Rich en 'Lo que más se perdió en la traducción', para el New York Times, es esa diferencia de lenguas la que permite mostrar las dudas y dilemas de la pareja protagonista, aunque permitiendo momentos de conexión y entendimiento.

Como nota curiosa, la escena en la que Bob rueda el anuncio de whisky, en la que el director japonés dice muchas palabras pero el intérprete lo traduce con frases muy cortas, fue algo que le pasó a la propia Sofia Coppola durante su viaje a Japón.

Lost in Translation en eCartelera

Cuando Sofia Coppola hizo una película "postromántica"

Cuando Sofia Coppola hizo una película "postromántica"

El académico alemán Marco Abel, profesor del departamento de inglés de la Universidad de Nebraska y escritor de varios ensayos sobre cine alemán contemporáneo, en su ensayo 'Failing to Connect. Itinerations of Desire in Oskar Roehler's Postromance Films' para la revista New German Critique, calificó a 'Lost in Translation' de ser una película "postromántica" al mostrar los aspectos negativos del amor, el sexo, el romance y las citas.

El propio Bill Murray habló sobre el tremendo desafío que tuvo con su personaje, ya que va en la línea de lo expuesto por el profesor Abel. En una entrevista con Rebecca Murray para la web About, el actor dijo que "Bob sabe que podría ser peligroso acercarse demasiado a Charlotte, pero por otro lado, se siente solo y sabe que tener una aventura sería sencillo". El intérprete trabajó mucho para crear un personaje que tuviera un correcto equilibrio entre hombre cariñoso pero respetuoso.

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Sin Bill Murray, no hay película

Sin Bill Murray, no hay película

En una entrevista para The Daily Beast, Sofia Coppola reveló que siempre tuvo en mente a Bill Murray para el protagonista masculino de 'Lost in Translation' y que sin él, no hubiera podido rodar la película. La cineasta siempre quiso trabajar con el actor, ya que le fascinaba "su lado dulce y adorable", según reveló en otra entrevista para Indiewire.

Sin embargo, no fue nada fácil que Murray protagonizase la película. Coppola persiguió durante casi un año al actor para que protagonizase el filme. Para acercarse a Murray, la directora tuvo la ayuda de Wes Anderson, con quien el actor ya había colaborado dos veces, y el guionista Mitch Glazer, que era un amigo en común de ambos. De hecho, Coppola tuvo la ayuda incluso de Al Pacino, que en ese momento vivía en la misma ciudad que Bill Murray. Tras mucho insistir, el actor leyó el guion y aceptó reunirse con Sofia Coppola en julio de 2002.

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Aunque Bill Murray no firmó ningún contrato

Aunque Bill Murray no firmó ningún contrato

El actor y la directora conectaron en seguida, ya que hablaron durante cinco horas, aunque apenas mencionaron la película, según se supo en una mesa redonda en el American Film Institute. Finalmente, Murray aceptó protagonizar la película. Sin embargo, no se llegó a firmar ningún contrato. Eso intranquilizó a Coppola, puesto que ya había invertido un millón de dólares en la producción y, al no haber ningún acuerdo por escrito, temía encontrarse en el apuro de empezar el rodaje sin el actor protagonista en caso de que Bill Murray cambiase de opinión.

Pese a ello, la gente que ya había trabajado con Murray le comentó a Coppola que si el actor había aceptado protagonizar el filme, el compromiso era firme aunque no hubiese contrato. Y, efectivamente, cuando llegó el momento de empezar el rodaje y todo el equipo de producción se marchó a Tokio, el actor apareció en el set una semana antes de empezar a filmar, algo que para la directora "fue un gran alivio".

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Scarlett Johansson, una joven Lauren Bacall

Scarlett Johansson, una joven Lauren Bacall

El proceso de elección de Scarlett Johansson fue distinto. Sofia Coppola vio por primera vez a la actriz en la película 'Manny & Lo', en la que Johansson tenía solo 12 años. A Coppola le llamó la atención su habilidad para hacer personajes "discretos y sutiles". De hecho, en declaraciones a The Daily Beast, la cineasta la imaginó como "una chica joven tipo Lauren Bacall". También es cierto que Coppola ya quiso trabajar con Johansson en 'Las vírgenes suicidas' pero, según una entrevista de la actriz con Howard Stern, no aceptó "porque era una película demasiado intensa" para la edad que tenía en ese momento.

Johansson fue uno de los primeros fichajes de la película, ya que aceptó el papel en 2001, cuando tenía 17 años. Pese a su corta edad, a la realizadora le sorprendió la madurez que tenía la propia actriz. Es más, cuando se estrenó 'Lost in Translation', Scarlett Johansson sólo tenía 19 años, una edad que tampoco aparentaba.

Sofia Coppola reveló que esa conexión entre Johansson y Lauren Bacall estaba influenciada por la película 'El sueño eterno', dirigida en 1946 por Howard Hawks y que protagonizó Lauren Bacall con Humphrey Bogart. Lo curioso es que ni Johansson ni Murray hicieron audiciones para lograr sus respectivos papeles.

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Una química afectada por el jet lag

Una química afectada por el jet lag

Bill Murray y Scarlet Johansson tuvieron muy buena química a lo largo de la película. Sin embargo, la experiencia de rodar juntos no fue tan placentera como ambos hubieran querido. Y no, no fue por lucha de egos o enemistades, sino como algo tan mundano como el jet lag. Según confesaron los dos protagonistas en una entrevista con el diario británico The Guardian, para Murray rodar en Japón fue "como estar prisionero" debido al jet lag, además de mostrarse más serio de lo normal; mientras que Johansson confesó que la filmación le hizo sentirse "agobiada, vulnerable y muy cansada". A pesar de ello, para Murray fue "la mejor película" en la que había participado y para Johansson fue "la película que cambió" su carrera.

De hecho, ese cansancio llegó a tal punto que la propia Coppola reveló que la escena más difícil de rodar fue en la que los dos están echados en la cama. La cineasta reveló que no había manera de que saliese natural, que evidenciaba el cansancio y la tensión entre los dos. De hecho, tuvo que pararse el rodaje un día para que Murray y Johansson descansasen, una decisión muy acertada ya que la escena salió perfecta al día siguiente.

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Una película con libertad de improvisación

Una película con libertad de improvisación

Una buena parte de las escenas de diálogo fueron improvisadas. Sofia Coppola dejó mucha libertad de movimiento a los protagonistas respecto a ello. Es más, la escena de Harris con el fotógrafo del anuncio no fue ensayada; también la escena en el restaurante de sushi, en la que Murray tuvo que hacer reír a Johansson a base de improvisaciones. Otra escena improvisada, quizás una de las más recordadas de la película, fue la secuencia final.

Coppola quería un final especial para los protagonistas, pero en el guion aparecía ser "demasiado mundano". La cineasta le dijo a Murray que le diera un beso a Scarlett Johansson sin decírselo, para ver su reacción espontánea. Lo que susurra Bob a Charlotte tampoco estaba escrito, dejando pasado también a la improvisación. Lo curioso de esa escena es que lo que le dice Bob a Charlotte no se pudo grabar y Sofia Coppola pensó en añadirlo en la postproducción, aunque finalmente decidió que era mejor dejar "solo para ellos dos" esa confesión.

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Rodada con luz natural y sin permisos

Rodada con luz natural y sin permisos

Sofia Coppola trabajó estrechamente con Lance Acord, el director de fotografía de 'Lost in Translation', en lo referente a la luminosidad de la cinta. Acord quería que la película reflejase "experiencias, recuerdos y sensaciones de cotidianeidad". Por ello, decidió maximizar la utilización de la luz natural y que el uso de luces artificiales no fuera más del estrictamente necesario. Es más, en la película no hay uso de luces artificiales durante las escenas nocturnas.

El rodaje, según como lo describió Coppola, fue hecho "de forma libre, furtivo y casi documental". No es de extrañar que lo describiese así la directora, ya que no tuvieron permisos para rodar en varios puntos de la ciudad, como en el metro. Es más, el equipo de rodaje tuvo que evadir varias veces a la policía tokiota y, para no llamar demasiado la atención, se redujo el equipo de filmación a lo mínimo. Acord comentó que los mejores momentos son aquellos de tomas fijas de los protagonistas, en los que se hace hincapié en la soledad que viven.

También costó mucho rodar en el hotel Park Hyatt Tokyo, ya que sólo se permitió, en la mayoría de las ocasiones, filmar pasada la una de la madrugada, en pasillos, áreas comunes para no molestar a los huéspedes. El rodaje duró en total 27 días y fue entre septiembre y octubre de 2002.

Aunque Francis Ford Coppola, el aclamado realizador de 'Apocalypse Now' y padre de Sofia, le recomendó a su hija que filmase en vídeo, la realizadora optó por rodar en 35 mm para darle "un sentimiento más romántico, melancólico y fragmentado" ya que el vídeo tiene un formato "más inmediato".

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Una película basada en experiencias personales

Una película basada en experiencias personales

A posteriori, se ha visto que Sofia Coppola ha sabido convertir sus propias vivencias en buenos largometrajes. En lo referente a 'Lost in Translation', la cineasta reveló que fue su película "más personal" ya que la relación de Charlotte con su marido está muy inspirada en la propia que tuvo Coppola con su primer marido, el director Spike Jonze.

También la escena del rodaje del anuncio estuvo inspirada en el anuncio que dirigió su padre, Francis Ford Coppola, con el aclamado realizador japonés Akira Kurosawa.

Aunque, quizás, lo que mejor resume esa experiencia personal es la entrevista que concedió Sofia Coppola a la revista Time: "Recuerdo haber vivido estas semanas en la ciudad como algo encantador y extraño. Tokio es tan desconcertante, hay soledad y mucho aislamiento. Todo es tan loco y el jet lag es una tortura. Me fascinó la idea de yuxtaponer una crisis de mediana edad con ese momento en que se tienen 20 años y se empiezan a hacer preguntas como ¿qué estoy haciendo con mi vida?".

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No estuvo exenta de polémicas étnicas

No estuvo exenta de polémicas étnicas

Aunque la película tuvo el aplauso unánime de la crítica, se presentó con éxito entre la prensa en el Festival de Venecia, logró tres premios BAFTA, un premio César, tres Globos de Oro y un Oscar al mejor guion original; 'Lost in Translation' no estuvo exenta de críticas, especialmente sobre la forma en la que Sofia Coppola retrata a la gente tokiota.

Entre las críticas se encontraron comentarios como "la historia central es bonita y no está mal, sin embargo, la representación de los japoneses es terrible". Kiku Day, músico especializado en la flauta japonesa, shakuhachi, escribió en un artículo en The Guardian que "no podía evitar preguntarse si había visto una película diferente al ver cómo todo el público aplaudía" y criticó que Coppola "fuera solo respetuosa con el Japón antiguo y tradicional" mientras que "a los japoneses contemporáneos los retrata como personas ridículas que han perdido el contacto con su propia cultura".

El cineasta hawaina E. Koohan Paik dijo que "los japoneses son representados como payasos, no como personas" y dijo que "sin las gracietas a costa de los japoneses, la película sería menor humorística y la trama se evaporaría".

Pese a ello, hubo un apoyo muy fuerte de la prensa y los expertos en cine, como la académica Maria San Filippo, que recalcó que Sofia Coppola no pretendía hacer un análisis social de Japón, sino una película desde la perspectiva de un turista estadounidense. "Coppola sabe de primera mano que los turistas estadounidenses rara vez llegan a conocer a un japonés lo suficientemente bien como para descubrir su profundidad más allá de su pose". La cineasta siempre declaró que la película nunca pretendió ofender a nadie y que era "una carta de amor" tanto para Tokio como para la gente que conoció allí.

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