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CRÍTICA

'La camarista': Diario de la jornada de una camarera

Crítica de 'La camarista', dirigida y escrita por Lila Avilés. Protagonizada por Gabriela Cartol. Premio Ariel a la mejor ópera prima, nominada al Forqué al mejor largometraje iberoamericano.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 6 de Marzo 2020 | 17:19
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El cine mexicano está viviendo una nueva época creativa, gracias a la mirada femenina de nuevas directoras como Alejandra Márquez Abella, Elisa Miller, Natalia Beristáin o Claudia Sainte-Luce. Ahora se suma Lila Avilés, que debuta con su ópera prima 'La camarista', una cuidada radiografía de la vida de una trabajadora de un hotel, que tuvo diez nominaciones a los Premios Ariel, ganando el galardón a la mejor ópera prima, además de haber sido candidata al Forqué al mejor largometraje iberoamericano.

La camarista

Lila Avilés inicia el largometraje de una forma muy simbólica, en la que se muestra la posición en la que se encuentran las camareras de hotel en la Ciudad de México. La directora no muestra apenas diálogo, dejando el peso en los movimientos de su protagonista y de su interacción, inesperada, con un huésped que bebió de más. Con esos detalles, la realizador dice mucho del clasismo inherente de la sociedad mexicana (y que es extensible a buena parte de las sociedades iberoamericanas).

De esta forma, 'La camarista' inicia lo que será la crónica de una trabajadora de un hotel de lujo. Avilés huye de cualquier elemento excepcional, para hacer énfasis en lo cotidiano de la jornada laboral. Al poner el foco dramático en el trabajo, la directora aborda una realidad dura sobre la sociedad mexicana y lo hace sin necesidad de recurrir a melodramas o artificios, desde el punto de vista más aséptico incluso, incidiendo en el lenguaje no verbal.

La crítica social que esconde mostrar el horario laboral de una limpiadora en México

En ese lenguaje no verbal puede verse cómo los pasillos, las habitaciones, aprisionan a los trabajadores del hotel, que forman su propio sistema social, en el que deben cumplirse ciertos requisitos para ascender. Ahí pone el foco Avilés, que coescribe el guion con Juan Carlos Marquéz, en las arduas jornadas que cumple Evelia, la protagonista, para escalar en el trabajo, logrando así mejoras salariales para cuidar a su hijo, al que apenas ve por todas las horas, inclusive las extra, que tiene para que no le falte de nada a su pequeño.

En ese retrato, Avilés dice mucho, la dejar en evidencia la clara desigualdad social a la que se enfrenta su protagonista, que lo hace con digna entereza. Al ser un filme de detalles, de gestos, de diálogos parcos, deja al espectador ver que la realidad de su protagonista no es sencilla. Eve tiene 24 años, es madre soltera y trabaja muchas horas para mantener a su hijo, no teniendo vida social y dejando a su pequeño con unos familiares. Teniendo en cuenta esos factores, que se dicen muy sutilmente, la cinta hace una dura crítica social a ese sistema clasista de la sociedad azteca.

La camarista

Porque, en esos detalles cotidianos, se ve cómo las camareras son tratadas de forma desigual por los huéspedes mexicanos (ahí incide Avilés en su crítica, puesto que los huéspedes extranjeros tienen otro trato hacia las limpiadoras del hotel), que ni siquiera miran a las camareras, como tampoco les dan las gracias, tratándolas de forma similar a como trataban las clases altas al servicio a inicios del siglo XX. Por otro lado, Avilés tampoco crea un cuadro maniqueo, al mostrar cómo entre las propias camareras existen rivalidades, favores y, por supuesto, traiciones, mostrando los diferentes rostros del ser humano.

De esta forma, Avilés hace un duro retrato social de su país, en un microcosmos que son los trabajadores de un hotel. La cineasta aborda esta desigualdad de una forma directa y certera, lo que debiera haber sido ese bello envoltorio que fue la 'Roma' de Cuarón. Sin artificios, con una naturalidad que parece documental, Avilés crea una pequeña joya, con la que se ve a una directora que tiene una mirada particular, con un estilo similar al de Stéphane Brizé o Andrea Pallaoro, con el que dice mucho sin pronunciar apenas palabra, dejando que los hechos hablen por sí solos.

La magistral interpretación de Gabriela Cartol

Aunque Avilés construye un filme magnífico, buena parte del mérito corresponde a Gabriela Cartol. Antes de decir nada, se agradece ver protagonistas no caucásicos en un filme mexicano, especialmente porque buena parte de su población es mestiza o amerindia, una realidad que es tapada usualmente por la industria azteca. Cartol interpreta a una mujer hermética, que esconde una fuerte crisis existencial mientras intenta escalar laboralmente.

La camarista

Puede verse su maternidad frustada, cuando tiene que cuidar al hijo de una turista argentina, viéndose cómo le da el cariño que su propia realidad le impide darle a su propio vástago; puede intuirse un deseo sexual que se reprime, debido a la presión laboral y por el haber sido madre joven; puede verse la desconfianza que provoca el pedir favores a compañeras o la eterna espera de esa recompensa que nunca llega, pese al trabajo bien hecho. Todo ello es expresado por Cartol, que ofrece una interpretación magistral, con la que, paradójicamente, permite meterse en la psique de su personaje, dentro de ese hermetismo, hay varios motivos y Avilés deja al público que sea el que los exponga.

'La camarista' es una radiografía perfecta de una sociedad que aún se rige por las normas de las clases sociales (incluso raciales), con una protagonista femenina hipnótica y con una trama que, sutil pero certeramente, hace una brutal crítica social. Un sólido debut, con el que puede verse que las mujeres cineastas mexicanas han llegado para quedarse.

Nota: 8

Lo mejor: La dura crítica social que se esconde tras una aparente calma en las labores del trabajo. La interpretación de Gabriela Cartol.

Lo peor: Esa sensación de que no pasa nada exigirá cierta paciencia a los espectadores más habituados a tramas con mayor diálogo.

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