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CRÍTICA

'Delicioso': La democratización de los manjares

Crítica de 'Delicioso', dirigida por Éric Besnard y escrita por Besnard.y Nicolas Boukhrief. Protagonizada por Grégory Gadebois, Isabelle Carré, Benjamin Lavernhe, Guillaume de Tonquédec y Lorenzo Lefèbvre.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 5 de Enero 2022 | 11:27
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El cineasta francés Éric Besnard, desde que en 2012 se pasó a la aparente comedia ligera con 'Mes héros', ha demostrado tener una especial sensibilidad a la hora de narrar historias aparentemente sencillas, permitiendo al público disfrutar de una experiencia mucho más profunda de lo que la temática de sus filmes tiene. Tras disfrutar del toque culinario rural en la magnífica 'Pastel de pera con lavanda', ahora Besnard ofrece un manjar mucho más ambicioso con la majestuosa 'Delicioso', la cual llega a salas comerciales tras su paso como proyección especial en la 66ª edición de la Seminci de Valladolid.

Delicioso

Drama histórico que reimagina cómo se gestó el primer restaurante del mundo. Y es 'reimagina' porque, según el Libro Guinnes de los Récords, el restaurante más antiguo del mundo es Casa Botín, situado en la calle de los Cuchilleros en Madrid, el cual fue fundado en 1725. No obstante, debido a que originalmente era una posada, se considera que el primer restaurante como concepto propio como tal, surgió cuatro décadas después, en 1765, en París, de la mano del cocinero Dossier Boulanger, en la extinta rue des Poulies. Aun así, en el caso español, su fundador, Jean Botin, era de origen galo, lo que hace que los orígenes del concepto sean completamente franceses.

Y es ahí donde surge el principal punto histórico que Besnard sabe desarrollar, el concepto de restaurante como modelo de democratización y uno de los primeros efectos de la Revolución Francesa, que llevó el gusto por la comida a la clase popular, pues muchos de estos locales fueron fundados por antiguos cocineros de la nobleza o la realeza que fueron derrocadas con la Revolución. Ese espíritu se refleja muy bien en 'Delicioso', cuyo guion está escrito por Besnard y por Nicolas Boukhrief.

Delicioso

Ambientada en 1789, en los albores de la Revolución Francesa, 'Delicioso' muestra la ambición y los sueños de Pierre Manceron, cocinero del duque de Chamfort, el cual anhela preparar sus platos para el Palacio de Versalles y ve cómo de empezar de cero cuando el aristócrata lo despida por haber innovado demasiado al crear un 'delicioso', un entremés hecho a base de tubérculo y que provocó un disgusto en el clero que acudía a las suntuosas comidas del noble.

Partiendo de esa base, Besnard configura un drama histórico cuya experiencia cinematográfica es muy similar a la de degustar uno de los platos de la carta del Horcher de Madrid o de Le Petit Rétro en París, al ser una combinación de géneros que termina maridando magníficamente con una trama compleja y un cuidado estético y técnico excepcional. Bajo una capa de amable relato de época, Besnard crea un drama histórico cuyo máximo trasfondo es cómo la creación de los menús y del trato a los comensales fueron elementos que tenía el espíritu de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Una delicatessen cinematográfica

Más allá de eso, 'Delicioso' configura un enternecedor romance con ciertos tintes de comedia que lideran unos magistrales Grégory Gadebois e Isabelle Carré, ambos muy duchos en el teatro aunque con sendas carreras cinematográficas muy a tener en cuenta, especialmente en el caso de Gadebois, cuyo papel carismático recuerda a los que tuvo en 'Alto el fuego' o 'Normandía al desnudo'. A ello se le añade una pizca de misterio e intriga alrededor del personaje de Carré, la cual saca una vena entre dramática y cómica que ya mostró en 'Las sillas musicales' y 'Tímidos anónimos'.

Delicioso

Sin olvidar a los personajes secundarios, que funcionan como exquisito aperitivo, especialmente en el caso de los papeles de Lorenzo Lefèbvre como el joven hijo de espíritu revolucionario, de Christian Bouillette como el viejo que aporta el toque ligero o el toque antagónico de Guillaume de Tonquédec y Benjamin Lavernhe -de la Comédie Française-, los cuales representan la mirada arrogante de la nobleza.

Mención especial por la mirada estética de Besnard, el cual busca traer cierto espíritu del siglo XVIII a la gran pantalla. Excepcional la fotografía de Jean-Marie Dreujou, habitual del cine de Patrice Leconte, Jean-Jacques Annaud o Claude Lelouch, que destaca con varias secuencias que evocan a los clásicos bodegones, con escenas que bien podrían venir de un cuadro de Zurbarán o más bien de Chardin, al ser este del siglo XVIII; así como también un majestuoso diseño de producción, obra de Bertrand Seitz; y de vestuario, con trajes diseñados por la figurinista Madeline Fontaine, que ayudan a sentir que el público es trasladado completamente a 1789.

Delicioso

La mezcla de drama, comedia, romance e intriga configuran a 'Delicioso' con un exquisito manjar para los espectadores más gourmets. Un ejercicio cinematográfico que no solo pone en primera línea la pasión culinaria, sino que también muestra su importancia como elemento histórico y como símbolo del cambio de una era. Una maravillosa propuesta que vuelve a mostrar las virtudes del cine francés a la hora de ofrecer cine de calidad sin olvidar la mirada popular. Un deleite para la retina.

Nota: 8

Lo mejor: Su cuidado por el detalle, la química entre Gadebois y Carré y unas escenas que abren el apetito.

Lo peor: Su tono ligero -en ciertos momentos-, así como su premisa harán que se infravalore por cierto público.