Michael Pearce tiene un filón con las familias desestructuradas. Las tres películas del director hasta la fecha ('Beast', 'El encuentro' y la reciente 'Echo Valley') exploran las consecuencias de los problemas familiares y cómo pueden llevar a uno hasta lugares inimaginables. Con esta última, la única en la que no firma el guion, a cargo de Brad Ingelsby ('Mare of Easttown'), Pearce se centra en los límites inexistentes del amor materno, un punto de partida que nos lleva a un viaje por la pérdida, la supervivencia, el dolor o la reconciliación.
'Echo Valley' es el nombre de la granja que posee Kate (Julianne Moore), una propiedad con claros signos de dejadez, similares a los que sufre la propia mujer tras los reveses de la vida: perdió a su esposa hace nueve meses y su único apoyo, su hija Claire (Sydney Sweeney), es una drogadicta desencantada con la vida que aparece y desaparece.
A pesar de las advertencias de su exmarido y padre de Claire, Richard (un Kyle MacLachlan muy desaprovechado), Kate no puede evitar consentir a su hija y darle todo lo que pide, aun sabiendo que no es bueno para ella. Al fin y al cabo, es lo único que le queda, y también un vínculo que conserva con su fallecida mujer, que en los últimos meses de su vida intentó encauzarla.
Esto, por supuesto, no hará que Claire deje de meterse en líos con su novio Ryan (Edmund Donovan), poniendo en riesgo a su propia madre cuando la hace partícipe de sus problemas con Jackie (Domhnall Gleeson), un vendedor de drogas con la capacidad de generar inquietud con su mera presencia sin necesidad de ser un prodigio físico, estar plagado de tatuajes u otro estereotipo que pudiéramos pensar de un 'drug dealer'.
Un trío de actores sobre el que cimentarlo todo
'Echo Valley' se divide en dos bloques. El primero desarrolla el sentimiento maternofilial, lo difícil que es ayudar cuando la otra persona no se deja, y plantea la cuestión de qué es capaz de hacer una madre por proteger a su hija. Esta parte está dominada por una Sydney Sweeney que vuelve a demostrar que se desenvuelve como nadie con personajes complejos que viven situaciones límite.

Desde 'Euphoria' sabemos que la actriz sabe darle una esencia propia a la volatilidad, al hecho de pasar de 0 a 100 en segundos. La escena en la que Claire se enfrenta a Kate cuando está le cierra definitivamente el grifo es sobrecogedora, y solo por ella vale la pena darle una oportunidad a este thriller.
El segundo bloque se lo echa a la espalda una inmensa Julianne Moore, alternando entre la madre doliente que parece resignada a perderlo todo y la mujer de mente fría y calculadora que hará lo que esté en su mano para salir adelante. A estas alturas poco podemos decir sobre la actriz estadounidense que no sepamos todos, pero es admirable su forma de seguir dando el 100% sin importar el género de la película, su relevancia o su lugar de estreno.
La intriga que genera su actitud en el tramo final no solo sirve para lucirse ella misma, sino que también ayuda a dar más empaque al personaje de Jackie, un Domhnall Gleeson que parece haberle cogido el gusto a los personajes oscuros con un potente background. En este caso se denota en Jackie un gran número de problemas de autoestima en el pasado que le han llevado a gestar una personalidad basada en utilizar su dialéctica y su agilidad mental para atemorizar y aprovecharse de todo aquel vulnerable. Pero, ¿una mujer de mediana edad lo es?

Tanto Gleeson, como especialmente Moore y Sweeney, elevan bastante el nivel de un thriller algo apresurado por momentos y que amenaza con caerse en varias ocasiones, pero que logra sostenerse en las magníficas actuaciones de sus estrellas y en sus giros bien planteados. Apple TV+ necesita que tanto gasto repercuta en la calidad de sus películas (sus series cumplen desde hace tiempo), y con 'Echo Valley' al menos consiguen unos estándares sobre los que crecer.