CRÍTICA

'Eddington' somos todos: El western pandémico de Ari Aster se pierde en su ambición

Ari Aster, director de 'Hereditary' y 'Midsommar' nos lleva de vuelta a 2020 en una salvaje sátira pandémica que abarca más de lo que aporta y no dice nuevo sobre los muchos temas que plantea.

Por Pedro J. García Más 12 de Septiembre 2025 | 12:00
Redactor y crítico pop. Me apasiona la animación y veo series por encima de mis posibilidades.

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Joaquin Phoenix en 'Eddington'
Joaquin Phoenix en 'Eddington' (Universal Pictures)

El año 2020 marcó un antes y un después en la sociedad moderna. No hace falta que yo lo recuerde, porque lo vivimos todos y está muy reciente, pero por si alguien está leyendo esto sin saber muy bien de qué va la cosa: me refiero a la pandemia de Covid-19, un evento canónico de los que definen generaciones y épocas.

Este es el contexto que Ari Aster ha elegido para su nueva película, 'Eddington', suerte de western contemporáneo que, según lo miremos, podría interpretarse como cine de época, solo que en este caso, lo que plasma en sus imágenes no ocurrió décadas o siglos atrás, sino hace solo cinco años (aunque parezca que en ese tiempo hayamos vivido veinte).

Tráiler español 'Eddington'

Tras labrarse un nombre como promesa del terror con 'Hereditary' y 'Midsommar' y para muchos tirar su reputación por la borda con la surrealista e inclasificable 'Beau tiene miedo', Aster cambia de tercio con una película que se adscribe a la sátira social y política más punzante. En ella, el cineasta norteamericano compone un fresco de nuestro tiempo señalando con un marcapáginas imaginario el momento en el que todo empezó a irse a la mierda.

La película sigue a Joe Cross (Joaquin Phoenix), shérif de Eddington, un pequeño pueblo de Nuevo México, navegando la situación derivada de la propagación del virus mientras se fragua la tensión entre los habitantes del pueblo. Las normas implementadas por el alcalde del pueblo, Ted García (Pedro Pascal), justo antes de su campaña para ser reelegido en las elecciones locales, provocan una división ciudadana que prenden la llama del caos.

Joaquin Phoenix y Pedro Pascal en 'Eddington'
Joaquin Phoenix y Pedro Pascal en 'Eddington' (Universal Pictures)

Utilizando los códigos del western, Aster construye una historia actual con muchos frentes y aristas que tienen como punto de convergencia al personaje de Phoenix, que está sobresaliente, como de costumbre (él y Deirdre O'Connell nos dan las mejores interpretaciones del film, con diferencia). Aquí, el villano que llega al pueblo para desafiar a su shérif no es un hombre, sino la amenaza de un virus y la locura que desata en sus ciudadanos. En torno a Joe Cross orbita una fauna tan extravagante como familiar que viene a representar los muchos fragmentos en los que la sociedad se ha resquebrajado en los últimos años, tejiendo con sus historias entrelazadas y enfrentamientos un ambicioso retrato sobre la polarización en la sociedad.

Para ello, el pueblo de Eddington se configura como un microcosmos que viene a representar, mediante lo local y lo específicamente yanqui, lo que ha pasado -y está pasando- en casi todo el mundo. A lo largo de sus extensas dos horas y media de metraje, Aster reconstruye lo que vivimos en 2020, poniendo sobre la mesa una gran cantidad de temas, de los cuales muchos siguen muy presentes en nuestro día a día: el debate sobre las libertades individuales ante la imposición de la mascarilla, el movimiento Black Lives Matter a raíz del asesinato a George Floyd, el auge de la ultraderecha, la proliferación de las teorías conspiranoicas y los bulos, la política circense, el activismo de pacotilla, la radicalización a través de Internet...

Emma Stone
Emma Stone (Universal Pictures )

Sin embargo, esta ambición discursiva es un arma de doble filo que, a menudo, se vuelve en contra de Aster. Por un lado, es fácil verse reflejado en 'Eddington', que hace un buen trabajo compendiando las problemáticas que han venido a definir el mundo occidental en el último lustro. Por otro, la película llega simplemente demasiado tarde (¿o es demasiado pronto?) y abarca tanto, que le cuesta mucho centrarse y, al final, no aporta nada nuevo a los mil debates que plantea.

Todo lo que nos cuenta 'Eddington' lo hemos visto, leído, hablado, debatido tantas veces que verlo en pantalla produce un déjà vu a ratos exasperante. Que algunas escenas se alarguen más de la cuenta y que varios personajes estén débilmente conectados a la narrativa central (la trama de Emma Stone y Austin Butler, por ejemplo) no juega a su favor, pero lo que falla de base es algo más que eso: son los planteamientos tan superficiales que maneja y lo poco que tiene que decir sobre ellos que no esté ya más que machacado.

Eddington, Nuevo México
Eddington, Nuevo México (Universal Pictures)

Se pierde en la equidistancia

Otro problema de la película es que, en su empeño por darle palos a todos por igual, cae en las trampas de la peligrosa equidistancia, difuminando aun más si cabe su propósito o su(s) mensaje(s). Es loable que Aster deje al espectador la labor de sacar sus juicios y conclusiones por sí mismo, y está claro que aquí no se salva nadie, pero cuando se meten tantas cosas en el mismo saco, es inevitable que algunas de ellas no reciban un trato justo.

Le ocurre principalmente a la hora de abordar el activismo performativo a través de los personajes que representan a las nuevas generaciones. Jóvenes que utilizan la lucha social para ganar puntos en redes sociales y que repiten proclamas vacías que han escuchado en TikTok. Esto es una realidad, evidentemente, pero Aster tampoco está demasiado interesado en profundizar en el tema. En su lugar, lo presenta desde la caricatura del wokismo, lo que puede contribuir a ridiculizar algo que, en ningún caso, debería estar en el mismo rasero que el racismo o la violencia.

Joaquin Phoenix como el shérif Joe Cross
Joaquin Phoenix como el shérif Joe Cross (Universal Pictures )

Y hablando de violencia, el tercer acto de 'Eddington' vuela todo lo dicho anteriormente por los aires en una recta final en la que Aster nos recuerda que es el director de 'Midsommar' y 'Beau tiene miedo', por si se nos había olvidado. Un giro sorprendente que lleva a un clímax demencial, donde la tensión alcanza su punto de ebullición de la manera más impactante. Eso sí, lo hace a costa de dinamitar también todos sus debates, que llegados a ese punto nos damos cuenta de que no importaban tanto.

Aunque bien ejecutado y definitivamente adrenalínico, ese final no funciona como conclusión o recompensa tras dos horas en las que, si no entras, es muy fácil haber desconectado para cuando -como dicen los americanos- la mierda golpea el ventilador. Pero a su vez, es la prueba de que, como cineasta, Aster es un tipo sin autolimitaciones, capaz de provocar y desconcertar mientras encuentra nuevas maneras de enmarcar sus historias y jugar con los géneros.

'Eddington' no es terror, pero da miedo porque sus horrores son muy reconocibles e inducen ansiedad al reflejar algo que hemos vivido y que estamos viviendo, al ponernos frente a un espejo deformado en el que vemos cómo todo a nuestro alrededor sigue resquebrajándose en una espiral de paranoia y crispación. Lo hace, además, con mucho sentido del humor, abrazando la comedia negra para divertir mientras inquieta, aunque su excesiva duración acabe lastrándola en este sentido.

Vota a Joe Cross
Vota a Joe Cross (Universal Pictures)

Tras el despiporre absurdista de 'Beau tiene miedo', 'Eddington' engaña al principio porque parece una propuesta más centrada, incluso relativamente moderada en comparación. Pero al final, no deja de ser una película de Ari Aster. Para bien y para mal. Y aunque probablemente sea la menos certera (y oportuna) de su filmografía hasta ahora, sigue siendo una prueba de que estamos ante un director con visión, que arriesga (aunque acierte y falle a partes iguales) y que al contrario que su anterior protagonista, no tiene miedo. Con todos sus fallos y tropiezos, celebremos que haya directores así en el cine actual.

6
Lo mejor: La interpretación de Joaquin Phoenix y Deirdre O'Connell. La valentía de Aster, siempre a favor del riesgo, aunque salga mal.
Lo peor: Es más superficial de lo que parece. Su cuestionable tratamiento del activismo. Le sobran 20 minutos.