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CRÍTICA

'El círculo': ¿Comunicación o introspección?

Emma Watson protagoniza la adaptación de la novela de Dave Eggers, que aborda el candente tema de la menguante privacidad en la sociedad digital. ¿Te suena familiar?

Por Alejandro Rodera Herrero 5 de Mayo 2017 | 10:36

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A través de los labios de Mason, Richard Linklater manifestaba su preocupación por el declive de la comunicación humana en 'Boyhood'. La introducción de la tecnología digital como medio básico de interlocución y socialización tiene sus ventajas y sus inconvenientes, como ya nos ha demostrado Charlie Brooker en 'Black Mirror' en múltiples ocasiones, y cada vez somos más insensibles a esos conflictos inherentes a la cesión de nuestra privacidad. 'El Círculo' también se interesa por esta problemática desde un punto de vista orwelliano, pero hace realidad el mayor temor de su protagonista: desaprovechar el potencial.

'El círculo'

Mae (Emma Watson) es una joven enclaustrada en un cubículo de una empresa mediocre. Su vida no tiene nada de espectacular, es de lo más natural y cotidiana, hasta que su amiga Annie (Karen Gillan) le consigue una entrevista para trabajar en la empresa más prominente del mundo: El Círculo. La compañía cumple con todas las expectativas de Mae, e incluso las supera con creces, pero poco a poco se nos va desvelando que el carácter sectario de la empresa no se limita a su nombre. Tom Hanks encarna a Eamon, el líder del negocio tecnológico, un gurú que se mira en el espejo de Steve Jobs y que encandila a Mae con sus brillantes y peligrosas ideas.

La película, basada en la novela homónima de Dave Eggers, se adentra en el escabroso terreno de la privacidad en la era de la comunicación tecnológica, cuando se ha convertido en un lujo del que podemos prescindir a cambio de otros favores. Como ya viéramos en 'Community' con los Meow Meow Beenz -emulados por 'Black Mirror' al comienzo de su tercera temporada-, la indisociable unión entre redes sociales y popularidad provoca la irrupción de las verdaderas bestias que escondemos en lo más profundo de nuestro ser. 'El Círculo' va un paso más allá al probar esa tesis, explorando el efecto súbito que tiene en Mae la inmersión en esa impostada vida tecnológica, después de habérnosla presentado en un ambiente natural y en plena soledad. Entonces se nos plantea la pregunta alrededor de la cual avanza a trompicones la cinta: ¿Comunicación o introspección?

Mae pasa de tener una personalidad reflexiva y sensible a la más pura frivolidad, expuesta a través de la transparencia íntegra de la que se convierte en adalid. Por lo tanto, no se trata de una protagonista que vaya en contra del potencialmente destructivo sistema en el que se encuentra, sino que llega a sentirse cómoda en su nuevo entorno. Para compensar la falta de espíritu crítico de Mae, otros personajes la suplen en el terreno del sentido común. Además de Annie, que tiene el arco narrativo más interesante y coherente de la película (más que el de Watson sin duda), destaca Ellar Coltrane. Tras brindarnos la oportunidad de ser testigos de su infancia y adolescencia en 'Boyhood', Coltrane no se distancia demasiado del perfil de Mason en su primer papel alejado de Linklater. No le abandonan la voz trémula ni el escepticismo ante las nuevas tecnologías, pero apuradamente logra sacar las castañas del fuego en la piel de un personaje maltratado en exceso. Por último, John Boyega aparece de forma espectral, con intervenciones casi anecdóticas.

'El círculo'

Paso atrás

James Ponsoldt se ha labrado una interesante carrera en el cine indie estadounidense. Después de encadenar 'The Spectacular Now', 'Master of None' y 'The End of the Tour', era imperativo mantenerse atentos a su siguiente proyecto, pero 'El Círculo' no ha estado a la altura de aquellos trabajos previos. Con 'The Spectacular Now' logró plasmar el final de la adolescencia en un relato de iniciación encomiable, y 'The End of the Tour' fue un apasionante duelo interpretativo entre Jason Segel y Jesse Eisenberg. Sin embargo, su último trabajo no cuenta con atributos que la hagan perenne. Invita a reflexionar sobre un tema muy candente, pero Ponsoldt no se atreve a acercarse demasiado al fuego, y la frialdad queda patente en el resultado final.

Nota: 6

Lo mejor: Le da la razón a Mason con sus teorías tecnoescépticas.

Lo peor: La fría actitud con la que se trata a los personajes, acorde con el tema abordado, pero que contagia a toda la película.