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CRÍTICA

'El maestro que prometió el mar': Una emotiva lección de educación y memoria histórica

Enric Auquer brilla en esta inspiradora y reivindicativa adaptación de la vida del revolucionario profesor Antoni Benaiges que demuestra por qué hay que mejorar el enfoque de los colegios y la Guerra Civil en España.

  • El ganador el Goya por 'Quien a hierro mata' llena de esperanza este retrato sobre el profesor de Tarragona destinado a un pueblo de Burgos en 1935.
  • Las ganadoras del Goya Laia Costa y Luisa Gavasa completan el reparto de esta historia a caballo entre el presente y el pasado al desenterrar una fosa común de la Guerra.
  • Estreno en cines el viernes 10 de noviembre.
Rafa Jiménez
Por Rafa Jiménez Más 10 de Noviembre 2023 | 11:45
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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Enric Auquer interpreta al auténtico profesor Antoni Benaiges.
Enric Auquer interpreta al auténtico profesor Antoni Benaiges. (Filmax)

Esta película mezcla en una sola persona (real) dos historias que, seguramente, casi todo español tiene en su pasado: la de un profesor que nos inspiró no sólo a hacer más sino a ser mejor, y la de un familiar que sufrió lo inhumano durante la Guerra Civil Española. Ambas narrativas forman parte de la vida de Antoni Benaiges, desgranada en el libro de Francesc Escribano que da título a esta conmovedora adaptación de 'Desenterrando el silencio. Antoni Benaiges': 'El maestro que prometió el mar', en cines el viernes 10 de noviembre.

Reparto de 'El maestro que prometió el mar'

Memoria histórica en dos tiempos

Aun siendo mayormente una película de época, de partida también cuenta la historia actual de una mujer que busca los restos de su bisabuelo en una recién descubierta fosa común de Burgos. Laia Costa sigue demostrando por qué es una de las mejores actrices de nuestro cine reciente, tanto por su perfecto balance de contención-explosión como por su certera elección de proyectos siempre interesantes, pequeños y con alma. Es una pena que tanto su personaje como toda la historia que transcurre en 2010 se queden tan desdibujados como un envoltorio sin mayor desarrollo hasta esa preciosísima coda final.

Aunque sea en muy poco tiempo, la película presume de una representación tan realista como reivindicativa del proceso de exhumación de las víctimas de la Guerra Civil. Más allá de ser una denuncia de palabras, se ve en pantalla este proceso de búsquedas y su frustrante incertidumbre de manera muy narrativa y cercana, gracias en parte a la ayuda de un arqueólogo forense (Francisco Echeverría) que trabajó en la fosa real de La Pedraja. En apenas unos minutos, el film consigue responder a la pregunta de por qué hace falta desenterrar estos cadáveres y, aparte de conmover con sus historias del pasado, mueve a buscarles en el presente.

Laia Costa en 'El maestro que prometió el mar'

Esa labor exhaustiva de reconstrucción también se luce en las calles y edificios del Bañuelos de Bureba de 1935. El director de arte de 'El orfanato' (Josep Rosell) ha intervenido con mucha precisión para marcar claramente la diferencia entre el pasado y el presente, al igual que el director de fotografía de 'Un monstruo viene a verme' (David Valldepérez) con sus preciosos amarillos y azules. Los otros potentes elementos contextuales del film son la sensorial banda sonora de Natasha Arizu del Valle y la siempre naturalísima interpretación de la ganadora del Goya por 'La novia', Luisa Gavasa.

Educación trascendente

Igual que el pasado se impone al presente, la parte del mensaje que sale ganando por tiempo de montaje y emotividad es la de la educación más que la de la guerra. 'El maestro que prometió el mar' derrocha ese carácter vitalista, inspirador y muy práctico de otras brillantes obras como 'Los chicos del coro' o 'La vida es bella'. Aunque sea una película pequeña que ha tenido que venderse por muchos festivales (en los que le ha ido muy bien), en realidad es un producto con esas altas envergaduras de emoción. Particularmente, lo consigue a través de la estructura de un año escolar con varias clases muy divertidas donde se ve en acción un novedoso método pedagógico real.

El manejo de los tiempos y las interpretaciones del grupo de niños por la directora es fabuloso, pero la auténtica luz de la película es su protagonista: el ganador del Goya por 'Quien a hierro mata'. Enric Auquer impregna de tantísima luz cada línea de diálogo y cada movimiento corporal que la única pega que se le puede poner es que su personaje no tenga apenas grises, y los buenos y los malos sean tan explícitos. Él es el alma de la película, y Patricia Font lo sabe al darle tantísimo ritmo a cada escena suya. En general, la directora de 'Gente que viene y bah' domina el uso de la cámara con preciosos planos que siempre están contando algo, sobre todo los que (en honor a su título) enfocan al mar.

Para que pueda dejar esa intensa emoción tras sus vibrantes 110 minutos, el guion de Albert Val y la dirección de Patricia Font saben cuándo ponerse crudos y explícitos; y precisamente con ese atrevimiento en el cambio de tono tan bien medido, consiguen aportar a su película la trascendencia que ojalá pueda tener.

Enric Auquer en 'El maestro que prometió el mar'

'El maestro que prometió el mar' no sólo cuenta qué ocurrió, sino por qué es necesario que se cuente. Para demostrarlo, lo hace con una historia particular tan preciosa como digna de cine: con una carrera contrarreloj; no contra una amenaza externa, sino contra ese enemigo interno que tenemos todos como es el tiempo de vida. El héroe contra este conflicto es la memoria, con una perfecta unión final entre pasado y presente para dejar la puerta abierta a un futuro tan bien sugerido a través de un sencillo pero significativo abrazo. Con ese plano y (como no) el del mar, la directora cierra con las lágrimas a flor de piel esta preciosa narración fílmica sobre una pequeña historia que refleja las grandes preguntas de la humanidad: de dónde venimos (nuestros abuelos) y a dónde vamos (nuestra descendencia).

9
Lo mejor: Enric Auquer y Antonio Benaiges. La magia de la última escena.
Lo peor: La trama del presente se queda floja.