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CRÍTICA

'Los buenos modales': Correcto pero común melodrama que ensalza a las abuelas

La segunda película de Marta Díaz de Lope Díaz cae en lugares comunes pero encuentra un filón en su cuarteto de actrices protagonistas.

Carlos González Manzano
Por Carlos González Manzano Más 28 de Abril 2023 | 09:50
Periodista crepuscular que vive en las viñetas de Tintín, los mundos de Tolkien y las películas de Ghibli

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'Los buenos modales': Correcto pero común melodrama que ensalza a las abuelas

En 2018, Marta Díaz de Lope Díaz se presentaba ante el mundo con su ópera prima, 'Mi querida cofradía', que acumuló un par de premios y nominaciones en el Festival de Málaga y los Feroz de ese año. En ese primer largometraje, Díaz ya contó con Gloria Muñoz, Carmen Flores Sandoval y Pepa Aniorte para su comedia costumbrista, alineación que ha querido repetir con la suma deElena Irureta, para 'Los buenos modales'.

'Los buenos modales'

La premisa es muy clara. Irureta y Muñoz interpretan a Rosario y a Manuela, dos ancianas hermanas que no se hablan por rencillas pasadas. Las amas de casa de los hijos de las dos, Trini y Milagros (Aniorte y Flores) se verán envueltas en una posible reconciliación de ambas hermanas. El nexo de unión serán sus respectivos nietos, que se harán amigos sin saber quién demonios es la otra persona y fiándose únicamente de un criterio: quiere jugar con muñecos.

En su segunda película, Díaz demuestra un gran dominio en el tono, alternando con sentido y sabiduría los momentos cómicos con los dramáticos, sabiendo cuándo dosificar su mejor carta (una excepcional y divertidísima Carmen Flores) y cómo hacer respirar al espectador. La conexión entre ambas familias es mostrada con brío y buen hacer en la dirección mostrando un montaje paralelo que lleva de la mano al espectador.

'Los buenos modales'

Podría pecar de simplona en sus formas, pero 'Los buenos modales' salva la papeleta por un excepcional buen hacer de su cuarteto protagonista, así como de los mensajes tan saludables y para nada forzosos de la cinta. Queriendo alejarse de cualquier tipo de ideología, la película de Díaz muestra de manera tremendamente orgánica problemas y vicisitudes que acontecen a día de hoy, sin maldad ninguna, con una mirada tan pura como la perspectiva de un niño.

Reivindicaciones por doquier

'Los buenos modales' encuentra en sus reivindicaciones dos pilares fundamentales. Por un lado, trata de dignificar el trabajo de las amas de casas, tan escondido como reivindicable, con tareas que se extienden más allá de las fronteras del hogar. Por el otro, lanza un grito de advertencia sobre la soledad en las personas de la tercera edad. Esas abuelas y abuelos que lo han dado todo por sus descendientes, que se han desvivido, y que a cambio solo reciben llamadas cuando necesitan dinero, comida o recoger a los niños.

'Los buenos modales'

Díaz encuentra en el costumbrismo -tanto formal como conceptual- el canal idóneo para mostrar y desarrollar todas sus ideas. La comicidad de los diálogos se ve sustentada por una naturalidad y una química que traspasa la pantalla con facilidad e impregna y eleva un relato que, de otra manera, se habría resentido peligrosamente.

Esta dramedia resulta impulsada por una muy buena idea: analizar el mundo de los mayores desde los ojos de un niño. Los chiquillos no conocen el rencor ni el enfado prolongado, por lo que sus juegos y su trato ridiculiza cualquier rencilla pasada que puedan tener los adultos. El mensaje queda terriblemente simplificado, pudiendo resultar por momentos tanto demasiado obvio como demasiado genuino.

6

Lo mejor: Cuatro actrices protagonistas en estado de gracia.

Lo peor: Una idea algo simplona y no demasiada relevancia.