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CRÍTICA

'Lugares a los que nunca hemos ido': Fragmentos deseo y soledad

Crítica de 'Lugares a los que nunca hemos ido', película póstuma de Roberto Pérez Toledo. Con Belén Fabra, Francesc Corbera, Pepe Ocio, Andrés Picazo, Ana Risueño, Miguel Diosdado y Emilio Buale.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 4 de Noviembre 2022 | 09:48
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Lugares a los que nunca hemos ido': Fragmentos deseo y soledad

El 31 de enero de este año, el cine español lloró la inesperada muerte del director canario Roberto Pérez Toledo, quien murió con 43 años tras sufrir un ictus. Su fallecimiento provocó un enorme desconcierto pues, además, tenía un largometraje por estrenar. De ahí que la presentación de 'Lugares a los que nunca hemos ido' en la pasada 25ª edición del Festival de Málaga cobrara especial interés. Proyectada en la sección Zonazine, se alzó con el galardón a la mejor película. Y, ahora que llega a salas comerciales, no hay ninguna duda, se está ante la mejor obra del cineasta nacido en Lanzarote.

Lugares a los que nunca hemos ido

'Lugares a los que nunca hemos ido' es un película de episodios, de alma coral, en la que hay diferentes historias que están enlazadas solo temáticamente. Comienza con el inesperado reencuentro de una pareja que rompió hace varios años, encarnada por Belén Fabra y Francesc Corbera; prosigue con otro reencuentro, el de un actor con un director de casting con el que tuvo una aventura; interpretados por Pepe Ocio y Andrés Picazo; continúa con dos compañeros de trabajo que han quedado en un hotel para serles infieles a sus respectivos cónyuges, con Verónika Moral y Emilio Buale; sigue con una pareja recién casada de treintañeros que acaba de mudarse al piso que han comprado, interpretados por Miguel Diosdado y Laura Rozalén, y finaliza con dos personas que coinciden en un grupo que queda para darse abrazos, encarnadas por Sergio Torrico y Ana Risueño.

Cinco relatos, con los que Pérez Toledo realiza diferentes retratos del amor, del desamor, del deseo, de la soledad, de la frustración, del chantaje, de la dominación, además de hacer un planteamiento generacional, dado que la mayor parte de los protagonistas tienen una edad similar. Son varios temas los que tocaba el realizador en la que ha sido su propuesta cinematográfica más ambiciosa desde 'Seis puntos sobre Emma', su ópera prima. Con una dilatada carrera como cortometrajista, Pérez Toledo acierta en apostar por una historia de relatos, en la que destacan varios de ellos por su honestidad en los diálogos y la química que despiertan sus actores.

Lugares a los que nunca hemos ido

La despedida de un director que se fue demasiado pronto

Precisamente, el primero de ellos es el que más llama la atención, ese amargo reencuentro de una antigua pareja, en la que se intuyen reproches y rencores que resurgen cuales espectros. Aquí se ve que el cineasta contaba con una buena cantera de actores, pues Belén Fabra resalta especialmente como esa mujer que ha sido consumida por su propia ambición. Evoca en ciertos momentos a la trilogía 'Antes del...' de Richard Linklater. Aunque el primer relato sirva como una manera comenzar y finalizar la cinta; son otros dos cortos los que también logran llamar la atención.

Lugares a los que nunca hemos ido

El primero por ser una muestra honesta de cinismo, el del aspirante a estrella que tuvo un idilio con el director de casting de su última prueba y que muestra los turbios juegos de poder que puede haber dentro de la industria audiovisual y cómo estos no tienen por qué ser entre un varón y una mujer (magnífico Pepe Ocio como hombre de poder). El segundo, el de los desconocidos que quedan en una reunión de abrazos, porque transmite una calidez y una intimidad fascinante (¡qué química derrochan Sergio Torrico y Ana Risueño!), siendo un rayo de luz en medio de unos relatos que se categorizan por tener un tono sombrío.

'Lugares a los que nunca hemos ido' es también un ejemplo de que pocos recursos se pueden contar historias con las que el público puede conectar y que no hay por qué renunciar a la calidad visual, en la línea de la maravillosa 'El arte de volver' de Pedro Collantes, la contenida 'Josefina' de Javier Marco o la simpática 'Mi vacío y yo' de Adrián Silvestre. Una obra póstuma con alma y que deja esa aciaga sensación de estar presenciando la despedida de un cineasta que se fue demasiado pronto.

Nota: 7

Lo mejor: Los momentos de complicidad entre Sergio Torrico y Ana Risueño. La relación de poder que se ve en el relato con Pepe Ocio y Andrés Picazo.

Lo peor: La historia protagonizada por Miguel Diosdado y Laura Rozalén es la que flaquea y provoca que el resultado final no sea tan redondo.