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CRÍTICA

'Mula': Agotando los últimos kilómetros por senderos ya transitados

Clint Eastwood deja a un lado sus episodios sobre los héroes nacionales de Estados Unidos para volver, justo diez años después, a protagonizar una película suya como ya hiciera en 'Gran Torino'.

Por David Pardillos Rodríguez 8 de Marzo 2019 | 09:26

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Hace justo diez años que 'Gran Torino' se estrenó en nuestro país, después de aplazar su estreno oficial más de tres meses, al igual que ha vuelto a suceder con 'Mula'. En aquel film, el propio Clint Eastwood se dirigía a sí mismo dando vida a un apático y solitario anciano cuyo único interés residía en limpiar y abrillantar su viejo Gran Torino del 72'. Diez años después, el actor vuelve a dirigir y dar vida a un viejo que está de vuelta de todo y cuya afición por la horticultura le ha mantenido apartado de su familia. Cabría pensar que 'Mula' podría llegar a suponer el éxito que fue en su día 'Gran Torino', pero la realidad es que, diez años después, el viejo motor no acaba de funcionar.

'Mula'

'Mula' nos cuenta la historia de Earl Stone (Clint Eastwood), un anciano que, tan ocupado en mantener su negocio con las flores que él mismo cultiva, acaba perdiendo a su familia y con el tiempo termina en la quiebra. Sin embargo, se le presenta una oportunidad de recuperar su negocio e intentar recompensar a su familia por el tiempo perdido: conducir para un cártel mexicano que comienza a pagarle muy bien por sus servicios como mula. Mientras tanto, la DEA inicia una investigación en su búsqueda con el agente Colin Bates (Bradley Cooper) al frente de ella.

Después de centrarse en la trilogía dedicada a los héroes nacionales de Estados Unidos con 'El francotirador', 'Sully' y '15:17 Tren a Paris', Eastwood parece haber retomado una historia original recuperando, aparentemente, al personaje de 'Gran Torino' y al guionista de la misma, Nick Schenk, quien también ha trabajado en otras producción pertinente al tema como 'Narcos'. Los paralelismos están ahí: anciano solitario y desagradable que hace tiempo que no trata con su familia, veterano de guerra que no acepta la evolución de la sociedad y, sobre todo, moralmente cuestionable a pesar de sus actos (es egoísta, mujeriego y racista). No obstante, el personaje de Earl Stone se acerca algo más al que interpretaba Eastwood en 'Poder absoluto' en cuanto a su desprecio por los organismos de poder, su obcecación por el trabajo, el juego del gato y el ratón que mantenía con Ed Harris (aquí con Bradley Cooper) y, sobre todo, su complicada relación de desapego hacia su hija, encarnada por la hija del director en la vida real, Alison Eastwood. Quizá dentro de los elementos que rodean al Eastwood personaje solo falte la religión, de vital importancia en 'Gran Torino' o 'Million Dollar Baby' y a la que aquí apenas se hace mención.

'Mula'

Al contrario que a su personaje en la ficción, quien no para de dar sobresaltos a sus jefes cada vez que improvisa una ruta, en 'Mula' Eastwood demuestra que, si hasta ahora se ha encontrado más cómodo en un tipo de cine muy concreto, no va a cambiar ahora. Bien es cierto que en su excelsa y dilatada trayectoria como cineasta se encuentran rarezas como 'Medianoche en el jardín del bien y el mal', pero su cine siempre ha tenido ese aroma clásico y esos moldes le terminan pesando en una cinta muy poco ambiciosa. Ello depara en una película completamente atemporal cuya virtud y defecto es el mismo: su simpleza. Tenemos como ejemplo más reciente 'The Old Man and the Gun', auténtico canto del cisne de Robert Redford en la cual su simpatía y naturalidad sí funcionaban. En 'Mula', la sensación que queda es parecida, pero es por ello precisamente que se echa en falta algo más viniendo de un director como Clint Eastwood. El film juega mucho con la pausa en su primera hora, un ritmo lento que lleva a pensar (conociendo el buen hacer del autor de 'Mystic River') que en la segunda toda la tensión acumulada estallará al confluir las tramas del anciano Stone y la de la DEA, y sin embargo no sucede así. Es un cúmulo de continencia, de conservadurismo y de complacencia hacia la figura del personaje y quizá del propio Eastwood cineasta.

¿Exceso de humor?

Uno de los elementos que más llaman la atención del film es la sobrecarga de humor que rodea casi cualquier escena, por muy tensa o emotiva que pueda resultar. Al principio uno acepta que forman parte del carácter del personaje, pues no sería la primera vez que vemos al Clint más socarrón, pero llega un momento en que los chascarrillos desentonan por completo (imperdonable el último comentario de su hija justo al final del film). Además, detrás de este humor también se esconde otro de los clichés o mantras del cine de Eastwood: su afán desmesurado por mirar por encima del hombro y reírse de las nuevas generaciones.

'Mula'

Se podría decir que este humor da un cariz mucho más ligero a una película que ya lo es de por sí, pero también hace las veces de sustitutivo de una carga emocional por momentos inédita. Si tanto en 'Million Dollar Baby' con el personaje de Hilary Swank como en 'Gran Torino' en los personajes del padre Janovich (Christopher Carley) y Thao (Bee Vang) se provocaba un cambio de actitud y lograban hacer de su personaje alguien mucho más humano, en 'Mula' resulta difícil encontrar una evolución en el protagonista. Earl Stone está solo y vaga por las carreteras con la esperanza de que el dinero del cártel le permita recuperar a su familia, pero al contrario que en los ejemplos mencionados, en 'Mula' no parece haber lugar para la redención.

En resumen, 'Mula' gustará a todo aquel entusiasta de un cine más clásico y alejado de la realidad, especialmente si ha disfrutado con las últimas películas de Eastwood, pero decepcionará a aquel que busque algo más allá de un sencillo y agradable relato de un anciano que fue demasiado lejos en un desesperado intento por recuperar el tiempo perdido. Un tiempo perdido que bien podría proyectarse en la figura del cineasta, quien probablemente sea el último gran director clásico vivo pero que, ya desde hace tiempo, ha dejado de encandilar para reciclarse paulatinamente. Como aquel viejo Gran Torino del 72, al cine de Eastwood cada vez le restan menos kilómetros por recorrer, sólo está por ver si aún le queda para una última gran carrera.

Nota: 6

Lo mejor: La interpretación de Eastwood, aunque sea la de siempre, sigue resultando cautivadora y emotiva, especialmente en su relación con su hija y su ex-mujer.

Lo peor: La falta de ambición y complacencia de un cineasta tan grande, además de la saturación de un humor bastante rancio.

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