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CRÍTICA

'Priscilla', manual para el grooming

Si el 'Elvis' de Baz Luhrmann brillaba con el dolor de la estrella, Sofía Coppola pone el foco sobre la mujer que vivía atrapada en su sombra.

Luisa Nicolás
Por Luisa Nicolás Más 14 de Febrero 2024 | 10:00
Estoy a dos entrevistas de convertirme en mejor amiga de Shyamalan.

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Cailee Spaeny y Jacob Elordi son Priscilla y Elvis
Cailee Spaeny y Jacob Elordi son Priscilla y Elvis (Bteam / Elastica)

Dicen que nunca deberías conocer a tus héroes. En el mejor de los casos, el desengaño puede venir de comprobar que son gente tan imperfecta como tú, pero, en el peor, puedes acabar convertida en el juguete favorito de un rockero con complejo de Edipo como le pasó a Priscilla Ann Beaulieu Wagner, la que sería durante 13 años pareja de Elvis «la pelvis» Presley.

Basándose en las propias memorias de Priscilla Presley, 'Elvis y yo' (escritas junto a Sandra Harmon), y con la exmujer de Elvis también acreditada como productora ejecutiva, la 'Priscilla' de Sofia Coppola aparta el foco del rey del rock and roll y lo pone sobre la niña de la que se encaprichó y a la que encerró en una jaula de muebles dorados, pianos blancos y lámparas de araña. En Graceland, David era Goliat.

'Priscilla'

Elvis conoció a Priscilla en Alemania, cuando ella tenía 14 años y él, con 24, era soldado del ejército estadounidense. Gran parte de lo que narra la película ya lo conocíamos: que tenía un temperamento volátil, sus múltiples infidelidades, el consumo habitual de drogas o los abusos psicológicos a los que sometió a su compañera, con la que, eso sí, no se acostó hasta su noche de bodas. Pero si en el 'Elvis' de Baz Luhrmann todo aquello se justificaba como una cadena de violencia que empezaba con el Coronel Tom Parker, en 'Priscilla' (re)descubrimos a la leyenda con impotencia a través de la narración sosegada de Coppola, de su inconfundible sensibilidad y estética femenina, desgarrando por lo insano, tóxico y real. Elvis dejó a Priscilla sola, aislada en una mansión y ahogada en regalos, anfetaminas y ansiolíticos. Un NPC en su vida. La hizo sentir imprescindible al convertirla en la sombra que él proyectaba al brillar. Un daño colateral. El perfecto manual para el grooming.

La altura de Cailee Spaeny, diminuta al lado de Elordi, tiene un importante peso visual en la narración. Amplifica la desigualdad de poder, la diferencia de edad, la imagen de muñeca con la que el rey del rock juega a su antojo, viste y peina como quiere. Igual que Clarice Starling en la escena del ascensor de 'El silencio de los corderos', la Priscilla de Spaeny parece un ratoncito entre las patas de 5 elefantes. Joven, vulnerable, insustancial, Priscilla desaparece física y emocionalmente entre los caprichos de Elvis, sola y rodeada de los amigos y familia de él. Una niña de colegio con un único cometido: ser el soporte emocional de un hombre torturado.

'Priscilla'

'Priscilla' es una historia oscura en tonos pastel. Nos hace pasar de la atmósfera onírica del amor adolescente, con su protagonista soñando despierta en los pasillos del instituto, al terror de una constante inseguridad, la decepción y la melancolía para llegar a una liberación agridulce. Victoriosa por romper con quien te aplasta y comprime el corazón y triste por toda la felicidad que pudo ser y no fue. A su llegada a Graceland y sus primeros años viviendo allí, Priscilla está sola, pasa las horas esperando ser vista en una casa que la devora. El Rey, el ídolo de masas, una estrella mundial, la ha elegido a ella, pero se la ha dejado atrás. Su despertar será progresivo y sutil, Coppola como nadie sabe retratar la complejidad de la juventud femenina, una constante en su filmografía, siempre protagonizada por mujeres, siempre desde la intimidad de su mirada, la de ellas.

Ya exploró la idea de la soledad tras el glamour y la fama en 'Somewhere' y 'María Antonieta', y además 'Priscilla' recupera la lucha contra la resignación de 'Lost in Translation', la amargura de 'Las vírgenes suicidas' y el estado sofocante de 'La seducción'.

'Priscilla'

Un viaje de liberación

Aquí vamos de la mano de una niña a la que un soldado encontró en una cafetería y se la regaló a su amigo, la estrella del rock. La acompañamos de clase a Las Vegas, subimos y bajamos con ella de una montaña rusa de estimulantes y pastillas para dormir, la vemos intentar convertirse en mujer mientras el hombre al que ama se niega a dejarla crecer. No será hasta que Priscilla pueda establecer nuevas relaciones, sus propias relaciones, que podrá empezar a ser libre.

El trabajo de Spaeny transmite ternura y tristeza y la directora llena la película de detalles mientras limpia sus tramas de excesos. Siempre desde el respeto y con mucha delicadeza, Coppola solo necesita una comida en el jardín, un cambio de peinado y una mano que toca a otra con complicidad para mostrarnos que, además de amar a Elvis, Priscilla ahora también se ama a sí misma.

Spaeny es protagonista absoluta y casi única de los 113 minutos que dura la película, aunque el reparto lo completan Ari Cohen, Dagmara Dominczyk, Tim Post o Lynne Griffin entre otros.

No hemos mencionado todavía a Jacob Elordi como Elvis en un acto deliberado para dejar al personaje en el mismo sitio que lo pone la película, en segundo plano. Elvis es la causa, pero Coppola solo está interesada en el efecto. No suena su música, no hay conciertos y el Coronel no es más que una voz imperceptible al otro lado del teléfono. La interpretación de Elordi no necesita caer en imitaciones porque esta no es su historia, tampoco es solo la de Priscilla, es la de tantas mujeres antes y ahora asfixiadas en relaciones de control. Si Austin Butler se metió tanto en la piel del cantante que aún, dicen, conserva su acento, Elordi solo necesitaba reproducir su carisma, su magnetismo es suficiente.

Mientras siguen proliferando los biopics que encumbran artistas y blanquean sus actitudes más misóginas y machistas detrás de lo "importante" que son sus legados, necesitábamos un relato feminista sobre el desastre que dejan a su paso. Sofia Coppola, directora y también guionista de 'Priscilla', se despoja del mito y solo deja al hombre para ofrecernos un retrato sincero y personal sobre las relaciones tóxicas y todas las mentiras del amor romántico y el éxito que envidiamos a celebridades e influencers, un relato de la verdad que se disfraza de glamour.

8
Lo mejor: Sofía Coppola pone el foco de verdad en Priscilla, en ella, ni siquiera en su relación con Elvis.
Lo peor: Podría tener más ritmo, incluso un poco de tijera.
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Priscilla 8,1 Priscilla