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CRÍTICA

'El profesor de persa': La lengua de la memoria

Crítica de 'El profesor de persa', dirigida por Vadim Perelman. Protagonizada por Nahuel Pérez Biscayart y Lars Eidinger. Premio al mejor montaje en la 65 Seminci de Valladolid y Premio del Público en Sevilla 2020.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 22 de Enero 2021 | 09:00
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Son muchos los relatos desconocidos que surgen alrededor de uno de los acontecimientos más atroces del siglo XX. La Shoá y la Segunda Guerra Mundial aún son fuente de narración para el arte, ya el año pasado llegaron a salas españolas títulos tan dispares como 'La canción de los nombres olvidados', 'Resistencia' o 'El año que dejamos de jugar', largometrajes que mostraron la complejidad que existe a la hora de abordar un tema mucho más extenso y profundo de lo que, en varios casos, la ficción ha mostrado.

En esa área incómoda está 'El profesor de persa', inspirada en hechos reales y también basada en el relato corto 'Erfindung einer Sprache (Creación de un lenguaje)', de Wolfgang Kohlhaase; con la que el cineasta ucraniano Vadim Perelman regresa por todo lo alto, pues es su largometraje más redondo desde la magnífica 'Casa de arena y niebla'. Apuesta arriesgada, debido a una situación tan extrema que demuestra que la realidad puede llegar a superar a la ficción, pues el filme parte de una historia de un joven judío que logra evadir la muerte al hacerse pasar por persa y así lograr tener una salvaguarda, debido a que el oficial del campo de concentración buscaba a un iraní para poder aprender farsi y así huir a Teherán cuando la guerra termine.

El profesor de persa

Aunque el filme entremezcla un suceso real con la historia de Kohlhasse, la premisa no era fácil de gestionar y el guion de Ilia Tsofin sabe llevarlo, gracias a una apuesta en escena sobria, con la que aprovecha para crear situaciones opuestas. La mayor parte del tiempo se vive una angustiosa tensión que está escondida bajo un barniz de aparente calma, en la que destaca Nahuel Pérez Biscayart. El actor argentino, quien ya ha resaltado en varios papeles extremos, vuelve a ofrecer una interpretación magistral, haciendo alarde de su habilidad políglota, pues domina a la perfección no solo el francés y el alemán, sino que es capaz de inventar un idioma y, sobre todo, que este parezca y suena natural.

Un drama intimista en el que deslumbra Nahuel Pérez Biscayart

A su lado, un notable Lars Eidinger, con un papel ambivalente, por un lado es un cruel oficial nazi, por el otro, un hombre con sensibilidad, que desarrolla una particular relación de amistad con el judío-persa. Esta relación recuerda, en un sentido platónico, a la de Julia Visótskaya y Christian Clauss en 'Paraíso (Ray)', aquella delicada obra maestra del ruso Andréi Konchalovski, o a la de Carice van Houten y Sebastian Koch en 'El libro negro' de Paul Verhoeven. Por momentos, se muestran momentos tremendamente personales que, sin embargo, están rodeados por un contexto cruel e inhumano.

El profesor de persa

Su química y cómo se desarrolla esta particular relación, en la que el instinto de supervivencia del joven judío belga que finge ser persa es la que dirige la trama, de una manera fascinante, que hipnotiza, gracias a un intérprete entregado a su oficio. Además, el filme de Perelman incluye subtramas de personajes secundarios que ayudan a crear ese trasfondo que apenas se ha vislumbrado, el de la perspectiva cotidiana de esos soldados nazis, cuyos actos quedan siempre en evidencia, pero que le dan un enfoque pocas veces visto en ficción.

El resultado final es un soberbio y elegante thriller bélico, que contiene un drama intimista y una mirada inusual en este tipo de largometrajes, que logra un resultado redondo gracias a su tándem protagonista, aunque es Pérez Biscayart quien deslumbra y vuelve a demostrar ser uno de los actores más poliédricos del panorama internacional.

Nota: 8

Lo mejor: La química entre Nahuel Pérez Biscayart y Lars Eidinger.

Lo peor: Aunque la sobriedad de su puesta en escena es acertada, en algunos momentos es demasiado convencional.

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