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CRÍTICA

'Rambo: Last Blood' es justo lo que esperas: ira, venganza, sangre y guerra

Sylvester Stallone vuelve a meterse en la piel del veterano de Vietnam en la quinta entrega de la saga: 'Rambo: Last Blood'. ¿Ha vuelto Rambo por todo lo alto? Aquí está nuestra crítica.

Por Héctor Martín Navarro 27 de Septiembre 2019 | 09:35

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John J. Rambo llegó a la gran pantalla en 1982, afianzando el legado de Sylvester Stallone y convirtiéndose en un icono del cine de acción. Ahora, más de una década después de su última aparición en el cine, el veterano de Vietnam ha vuelto a sus 73 años para una "última" batalla que traslada la acción a la frontera entre México y los Estados Unidos, cambiando el tono bélico por una trama de venganza con espíritu de wéstern. Sacar a Rambo de la selva y llevarlo a un entorno completamente nuevo mientras hace frente a los cárteles mexicanos, ofrece la suficiente variedad como para revitalizar la imagen mental que teníamos del personaje.

Con su planteamiento, 'Rambo: Last Blood' consigue darle un soplo de aire fresco al icono de acción y (salvando las distancias y con diferente resultado) trata de hacer con Rambo lo que 'Logan' hizo con Lobezno: colocar a la figura del viejo guerrero retirado en el punto de mira de los villanos, un conflicto personal que pone en peligro a la familia más cercana del protagonista, que en ambos casos es ocupada por la figura de una "hija".

Aunque, en realidad, 'Rambo' sigue siendo 'Rambo' y, a estas alturas, la audiencia sabe justo lo que esperar de esta quinta entrega.

Rambo

Placeres simples

'Last Blood' triunfa en el aspecto más importante de su propuesta: la acción. La cinta sobrepasa cualquier límite establecido por la franquicia y no tiene ningún miedo a darlo todo en los aspectos más crudos y violentos de su principal baza. Especialmente en su espectacular clímax, la mejor secuencia de la película, una encarnizada batalla final que, a pesar de estar lejos de la excelencia técnica de 'John Wick' o 'Misión Imposible', destaca por su pura brutalidad en una representación casi primaria del ser humano.

Ver a Rambo deshacerse de los villanos de la forma más brutal y dolorosa posible resulta realmente satisfactorio y refrescante en una atmósfera de sensibilidades heridas y cine políticamente correcto, ver que una cinta se arriesga a llevar su propuesta hasta las últimas (y más desagradables) consecuencias es digno de admirar.

Sin embargo, todo lo que rodea a la acción no está a la altura del personaje, que ha defendido su trasfondo dramático en otras ocasiones ('Acorralado (Rambo)'). Los fans de "la otra gran saga" de Stallone ya conocen de sobra al soldado. Pero el guion se toma la molestia de recordar el traumático pasado del protagonista, mientras se establecen sus lazos afectivos con el resto de personajes. Algo que funciona, excepto cuando el libreto, escrito por el propio Stallone y Matthew Cirulnick, trata de hacer llegar su mensaje de forma obvia y redundante. El diálogo no ayuda, la audiencia ya sabe que Rambo sufre estrés post-traumático y que piensa que el mundo es un lugar peligroso y lleno de gente sin escrúpulos, por lo que ver al personaje tener que explicarlo resulta casi pesado, lo que deja a los espectadores ansiando llegar a la siguiente escena, sabiendo que la escabechina se acerca.

Un libreto con carencias

El guion también se apoya en una serie de conveniencias, mientras que las ideas temáticas quedan más que claras, puntos claves de la trama que son vitales para el desarrollo de la misma son explicados de forma vaga, si es que llegan a ser explicados (sin desvelar demasiado, hablamos de los túneles debajo del rancho de Rambo o la frontera entre México y EE.UU).

El reparto, por su parte, hace un gran trabajo con el material a su disposición. Las interpretaciones son sólidas en casi todos los casos, especialmente Stallone, que puede habitar la piel de este personaje sin problema, el actor comprende la mente y naturaleza del protagonista a la perfección. Por otro lado, las actrices mexicanas Adriana Barraza e Yvette Monreal hacen un gran trabajo representando los últimos vestigios de humanidad del protagonista.

La cinta también cuenta con talento español: Paz Vega, Sergio Peris-Mencheta y Óscar Jaenada. La actriz hace un gran trabajo en su papel, aunque la subtrama de su personaje se abandona completamente después de que esta sirva su propósito para la historia principal. En el caso de los antagonistas, la cinta se toma la molestia de dejarle muy claro a la audiencia quienes son los auténticos villanos de la película. Sus personajes son mezquinos, deleznables y asquerosos, por lo que el espectador puede sentirse a gusto aplaudiendo cuando Rambo hace lo que mejor sabe hacer, llevar el infierno allá por donde pasa.

Jaenada Peris-Mencheta

Tanto Peris-Mencheta como Jaenada saben jugar bien su papel, pero en el caso del segundo, su sobreactuación llega a rallar lo cómico, por no hablar de su interpretación vocal, el acento mexicano viene y va durante la película y a veces es sustituido por lo que solo puede describirse como la voz de un villano sudamericano genérico, a mitad de camino entre Colombia y México.

En resumen, 'Last Blood' es justo lo que esperas que sea, por lo que podría decirse que es la clase de película en la que las expectativas de la audiencia jugarán una baza más importante que la propia cinta. Si eres fan de la acción o del personaje, entonces esta es tu película. Pero si vas a ver una película de 'Rambo' esperando algo que no sea lo que acabamos de describir, entonces no solo te decepcionará, también puede que te incomode o te disguste. Sea como fuere, Stallone se ha superado a sus 73 años con una quinta entrega algo distinta, pero que mantiene la esencia del personaje mientras eleva los niveles de violencia y carnicería hasta límites arriesgados y políticamente incorrectos.

Nota: 6

Lo mejor: Sus últimos 20 minutos (un apoteósico clímax de violencia).

Lo peor: La interpretación de Óscar Jaenada y el guion.