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CRÍTICA

'Tan cerca, tan lejos': Encontrar el amor propio

Crítica de 'Tan cerca, tan lejos', dirigida y escrita por Cédric Klapisch, aclamado realizador de 'Una casa de locos' y 'Nuestra vida en la Borgoña'. Protagonizada por François Civil y Ana Girardot.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 25 de Octubre 2019 | 09:15
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Tan cerca, tan lejos': Encontrar el amor propio

Algo que le ha encantado siempre al francés Cédric Klapisch es retratar lo cotidiano y los problemas del día a día. Desde que en 1992 debutase con la estupenda 'Riens du tout', el cineasta ha sabido plasmar cierto aire costumbrista en su filmografía, en la que abundan los retratos generacionales de jóvenes de décadas distintas. En 'Le péril jeune' (1994) hizo un interesante relato sobre la juventud de los 70, posteriormente lo volvió a hacer con 'Cada uno busca su gato' (1996), esta vez centrado en la generación de los 90 y el broche de oro llegó con 'Una casa de locos' (2002), con la que supo hablar a esos universitarios que se aventuraban en las becas Erasmus.

Tan cerca, tan lejos

De forma muy acertada, Klapisch cambia de tercio, mostrando lo que pasa cuando acaba el Erasmus, los años en la universidad y toca enfrentarse a la vida laboral. Con 'Tan cerca, tan lejos', el director explora la vida de dos jóvenes que acaban de llegar a la treintena, lo hace a través de un drama que se disfraza de amor romántico. ¿Por qué se disfraza? Porque realmente lo que narra el realizador es la búsqueda del amor propio, retratando los problemas de una generación en la que las relaciones son a través de redes sociales y aplicaciones de móvil.

El cineasta, que ha escrito el guion junto con el argentino Santiago Amigorena, habitual colaborador de Klapisch, crea una historia de lo cotidiano, de las dudas, los temores y los problemas de dos protagonistas que, de muchas formas, simbolizan a la actual de generación de jóvenes adultos. El director aprovecha ese marco costumbrista, los personajes viven en la calle Stephenson, el barrio de la Goutte-d'Or, en el distrito XVIII de París, para crear dos relatos cercanos, íntimos y paralelos.

Las dudas y los temores de una generación desencantada

No hay nada dejado al azar, resulta interesante cómo Klapisch utiliza las escenas en las que Mélanie y Rémy cruzan los puentes para ir a trabajar y a sus sesiones con el psicólogo, son sinónimo de esa etapa de cambio, de ese camino hacia delante, en el que necesita ayuda. Es formidable cómo el cineasta retrata las 'tareas pendientes' que tienen ambos protagonistas en sus vidas, reproduciéndolo en elementos que son muy reales, como un terrible insomnio, un ataque de ansiedad o la adicción a aplicaciones para tener citas.

Tan cerca, tan lejos

Klapisch muestra a esta generación que vive bajo el poder de la tecnología y las redes sociales, aunque nacida antes de la revolución digital, sirviendo de nexo entre lo nuevo y lo viejo, con escenas entrañables como en la que puede escucharse el mítico tema 'Histoire d'un amour' de la magnífica Gloria Lasso. Por otro lado, es estupendo cómo transmite esa sensación de desencanto que existe en sus protagonistas, muy propia, justamente, esta generación de adultos jóvenes. Junto con el tema de Lasso, no hubiera quedado mal el 'Desenchantée' de Mylène Farmer.

Todo se narra de forma natural, espontánea, como la vida misma. Klapisch crea un filme de jóvenes adultos, con una vertiente dramática mayor que en sus anteriores trabajos. En su faceta romántica, podría verse cómo la historia antes del amor, dejando un mensaje estupendo, sobre cómo antes de iniciarse en una posible relación (o solamente abrirse al amor) hay que cuidar de uno mismo. En ese sentido, es genial que el realizador exponga ambas historias de forma igualitaria, demostrando que las relaciones familiares son igual de incómodas en ambos sexos, como también en los problemas y dudas a los que Mélanie y Rémy se enfrentan.

Tan cerca, tan lejos

Maravillosos François Civil y Ana Girardot

Aunque este relato, que rebosa de autenticidad, no hubiera sido posible sin el talento y la química de la dupla protagonista: François Civil y Ana Girardot, con los que Klapisch trabajó en la notable 'Nuestra vida en la Borgoña' (2017). Él transmite energía solo con su sonrisa, cálida y llena de encanto. Su mirada es tremendamente expresiva, mostrando a un joven cuyas ganas de 'comerse el mundo' están frustradas por problemas familiares del pasado que ahora surgen como fantasmas de cuentas pendientes. Ella transmite una fragilidad interior que está disfrazada en una vida de ligues y amoríos constantes, que reflejan la ansiedad de un duelo de pareja no superado, así como también heridas del pasado que sigue sin cicatrizar.

Klapisch deja con esta película un largo poso, con dos historias paralelas, no conjuntas, que reflejan las preocupaciones de una generación. Una auténtica joya inesperada, que muestra ese maravilloso equilibrio del cine francés entre la mirada de autor y la faceta comercial, con una propuesta a la altura de otros títulos igual de aplaudidos como 'Rosalie Blum' (2015) o 'Los casos de Victoria' (2016). Un descubrimiento, de esos de los que cada vez se ven menos en la gran pantalla.

8

Lo mejor:Las emociones que transmiten François Civil y Ana Girardot y, por supuesto, el momento Gloria Lasso.

Lo peor: Menospreciarla por su carácter costumbrista y generacional.