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CRÍTICA

'Tenéis que venir a verla': Ahí te dejo, Madrid

Tras un documental de casi 4 horas, Jonás Trueba regresa al cine con una película cotidiana y costumbrista de solo 60 minutos.

Por Luisa Nicolás 17 de Junio 2022 | 09:10

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'Tenéis que venir a verla': Ahí te dejo, Madrid

Escribir de una película que no ha lanzado tráiler, que tiene una sinopsis de apenas dos líneas y que no tiene ni a sus protagonistas en el póster no es tarea fácil sin traicionar su esencia. Aunque tampoco lo es en general hablar de una historia que no lo es o no lo parece, que tiene más bien el espíritu de una fotografía en movimiento, la intención de capturar dos momentos de la relación de dos parejas que no son claves en su vida, ni decisivos, ni trascendentales, solo cotidianos, y precisamente por eso, vitales.

Tras jugar con el concepto y los límites del cine documental con 'Quién lo impide', de la que parece que se habló más de su larga duración que de cualquier otra cosa, Jonás Trueba vuelve al cine ocho meses después con una propuesta totalmente diferente, una ficción de solo 61 minutos (al límite de ser un largometraje), cuatro personajes y una casa.

En 'Tenéis que venir a verla' Trueba vuelve a contar con sus ilusos habituales: Vito Sanz, Francesco Carril e Itsaso Arana, y suma a Irene Escolar a su familia creativa. Ellos interpretan a dos parejas de amigos de ciudad que no se han visto en meses, desde que la formada por Escolar y Carril ha decidido dejar el centro de Madrid e irse a vivir a una de esas ciudades dormitorio con jardín, sitio para un bebé y silencio por la noche. La otra, la de Sanz y Arana, quiere que todo siga igual, quiere la misma vida de siempre en pisos pequeños con poca luz, ruido de bares y aceras estrechas bloquedas por cubos de basura. Es solo una decisión más sobre cómo vivir su vida, pero que en grandes ciudades, con una gentrificación que abandona los barrios castizos al turismo, es casi una cuestión de identidad en la que la actual generación de los treintaymuchos se ve obligada a decidir entre tener mejor calidad de vida fuera o pertenecer a esa resistencia que sigue romantizando una existencia con menos responsabilidades en Malasaña, La Latina u Hortaleza. Ya depende de lo hípster o bohemio que pretendas ser.

'Tenéis que venir a verla'

Los urbanitas miran por encima del hombro a los rurales, que tienen que coger el coche para todo; los que se han ido a la Sierra intentan reforzar a través de la mirada del otro las bondades de tener cerca el campo, el aire limpio y la paz de calles residenciales, por aburrido que suene. Trueba usa una mudanza como podría haber sido una boda o tener hijos, es un cambio que obliga a esos amigos de la adolescencia a aceptar que la vida no siempre será igual y que no todos tienen el mismo ritmo o la misma forma de madurar, aunque cuando se encuentren ante una comida, durante un paseo o en una mesa de ping-pong, el tiempo se haya detenido.

'Tenéis que venir a verla' también es, de nuevo, una oda a Madrid, ciudad que los personajes de su imaginario recorren película tras película y a la que perdonan todo. Hay mascarillas, porque estamos en plena pandemia, pero eso da igual, es la nueva normalidad dentro y fuera de la pantalla. Para este sobrio ejercicio de estilo, un ensayo de película, no se apoyaron en un guion inapelable, más bien en un tratamiento flexible, y por eso o pese a eso, sus diálogos son los más reales de la carrera de Trueba, los más naturales y vivos. Es el cine de lo cotidiano, de lo espontáneo, el cine de la vida, que también es un cine ideológico, más incluso en decisiones como la forma en la que hablar de la maternidad que en sus conversaciones políticas. Con tal sutileza que casi parece involuntario, 'Tenéis que venir a verla' nos invita a reflexionar sobre nuestras emociones, pero no lo confundamos con una actitud pomposa, para pedantes ya están sus personajes, Trueba se ríe de la petulancia propia y ajena en el discurso cultural.

'Tenéis que venir a verla'

De lo individual a lo colectivo

Dentro de su filmografía, tanto a un nivel formal como temático, 'Tenéis que venir a verla' continúa esa especie de retrato generacional en el tiempo que ha ido tejiendo en 'Todas las canciones hablan de mí', 'Los ilusos', 'Los exiliados románticos', 'La reconquista' y 'La virgen de agosto', donde vemos al mismo reparto madurar ante la cámara, enfrentar las pequeñas crisis de los 20 y los 30, el amor y el desamor, las incertidumbres, dudas y decisiones o ausencia de ellas que han ido marcando a su grupo de amigos en estos años y que por ser tan personales e íntimas acaban siendo tan familiares.

Durante la peculiar promoción de 'Tenéis que venir a verla', su director ha definido ir al cine como "un pequeño acto de resistencia, un gesto poético, un salto de fe" y en un movimiento de rebeldía y coherencia ha optado por estrenarla en una sola sala por cuidad, convirtiéndola en otro tipo de película-evento. Tenemos que ir a verla al cine, ahora, o quién sabe cuando podrás hacerlo. Ya en su momento conseguir asistir a una proyección de 'Los ilusos' se convirtió en el Santo Grial de la cinefilia y ahora mismo solo están disponibles en streaming dos de sus largometrajes: 'La virgen de agosto' en HBO Max y 'Quién lo impide' en Movistar+ y Filmin. Frente a la cultura de lo inmediato y lo individualista, Trueba nos invita a dar valor a la experiencia única y colectiva de descubrir una película en la gran pantalla y lo ha hecho con una historia diminuta, con muchas más preguntas que respuestas, en una sola hora, con una sola elipsis y un libro por bandera: 'Has de cambiar tu vida' de Peter Sloterdijk.

Nota: 7

Lo mejor: Su cotidianidad y ese final que rompe con todo.

Lo peor: Por el espíritu rebelde de su distribución, va a ser muy difícil verla y en algunas ciudades ni se proyectará.

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