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CRÍTICA

'The D Train': Indefinidos

Los actores Jack Black y James Marsden forman una peculiar pareja en una comedia ¿o drama? que llega a nuestras carteleras sin hacer demasiado ruido.

Por Daniel Lobato Fraile 26 de Septiembre 2015 | 12:14

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Adam Sandler, Katherine Heigl, Keanu Reeves... hay determinados actores que, por razones que responden más a sentimientos y emociones que a explicaciones racionales, no suelen admitir términos medios. O se les ama o se les odia. Y Jack Black, protagonista de 'The D Train' es uno de ellos. Es la clase de intérprete que puede caer gordo a una buena parte de la audiencia y, al mismo tiempo, entusiasmar a otra. Y si a principios de verano me armé de valentía para salir del armario y declarar mi admiración eterna a Channing Tatum, ahora que me encuentro en el caso contrario, no podría hacer menos. Exacto, salvo en raras excepciones como 'Super Nacho' o 'The Holiday (Vacaciones)', Jack Black es un actor al que no suelo tolerar en exceso. Quizás por su histrionismo o quizás por algún oscuro trauma infantil del que no soy consciente. Así que lo más prudente será no profundizar mucho en ello.

'The D Train': Indefinidos

Y sin más dilación vayamos a la cuestión que más nos interesa: ¿Qué tal está 'The D Train'? Aunque ahora la desgranaremos en condiciones, la experiencia de su visionado se puede resumir como prescindible. Tiene ideas y la premisa tiene su gracia, pero es una película presa de la indefinición. Andrew Mogel y Jarrad Paul (guionistas, entre otras cosas, de 'Di que sí' con Jim Carrey) han debutado en el largo con ilusión y ganas, pero no han sabido dar con la tecla.

El principal inconveniente con el que se encuentra 'The D Train' es que no tiene claro cuál es su sitio. Por momentos quiere ser comedia y en otros se decanta por el drama. La película lleva al extremo los postulados de Robert McKee (gurú de la escritura de guiones) acerca de que en cada escena (en todas y cada una de ellas) el personaje protagonista debe atravesar un arco +/- o -/+. Es decir (explicado a brocha gorda para que nos entendamos todos), si el protagonista arranca eufórico, antes de que termine la escena debemos deprimirle; en la siguiente lo haríamos a la inversa, de un estado emocional negativo debemos llevarle a uno positivo. Y así continuamente hasta llegar al desenlace de la película. Revisad algunas de vuestras películas de referencia y comprobareis que es una regla que suele cumplirse con cierta frecuencia. Claro está que no necesariamente debe seguirse a pies juntillas, ni obligar a los personajes a pasar por un arco en cada escena.

'The D Train': Indefinidos

El título que nos ocupa es interesante porque parece haber deformado la finalidad de dicha herramienta narrativa ya que el recorrido del propio protagonista condiciona por completo el tono de la película. Según se sienta Dan (Jack Black), será el tono en el que se mueva la cinta: drama o comedia. Lo cual resulta muy confuso para el espectador ya que la película se muestra a sí misma como dubitativa, no logra definirse por ninguna de las opciones. Si fuera constante podríamos considerarla, por ejemplo, como una comedia dramática, de esas que encandilan tanto al sector más indie y en festivales, pero no es el caso. La indefinición es la nota dominante, tanto en la película como en su protagonista (quien tan pronto se muestra contenido y serio como de repente fuerza su faceta más exagerada).

Reflejo de un actor

Acompañando a Jack Black tenemos a un actor que parece estar ante un espejo distorsionador de su propia carrera: James Marsden. Su muerte prematura en 'X-Men 3: La decisión final' vino a representar un punto de inflexión en su carrera. Vinieron luego un par de títulos como 'Encantada: La historia de Giselle' o el remake de 'Un funeral de muerte', pero desde entonces este aspirante a estrella se ha quedado en eso, en aspirante. Mucho secundario que engalana las producciones y protagónicos en cintas de dudosa calidad (véase el ejemplo de 'Hop').

Oliver Lawless, su personaje en 'The D Train' es un tipo cuyo mayor logro ha sido ser la cara de un anuncio de protección solar y lleva viviendo de ello demasiado tiempo. Sin entrar en mucho detalle para no aguar sorpresas a quienes deseen dar una oportunidad al film, sin duda este personaje es lo más destacado del mismo. Es el motor que mueve la trama y al personaje de Jack Black. Y, tomándola como reflejo de la carrera del actor, su visionado toma cierto cariz esperpéntico con bastante gracia.

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