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CRÍTICA

'Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody': El biopic de la Voz

Crítica de 'Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody', dirigida por Kasi Lemmons y escrita por Anthony McCarten. Protagonizada por Naomi Ackie y Stanley Tucci.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 21 de Diciembre 2022 | 10:00
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody': El biopic de la Voz

Si había una figura que podía hacerle frente a 'Avatar: El sentido del agua', esa era Whitney Houston. Apodada la Voz, fue uno de los grandes iconos de la música en los 80 y 90, única artista en lograr siete números uno consecutivos en el Billboard Hot 100 y considerada la cantante femenina más premiada de todos los tiempos (según el libro Guinness). Su aura de diva trágica, debido a su prematuro fallecimiento a los 48 años, ha engrandecido un legado único que, sin duda, bien vale una visita a la gran pantalla.

Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody

Ha tardado en llegar su biopic, 'Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody', el primero que cuenta con el apoyo expreso de los herederos de la artista, lo que ha permitido convertir el filme en un homenaje completo a la artista nacida en Nueva Jersey, en el que poder disfrutar plenamente de sus canciones, así como poder escuchar su voz de nuevo. Para ello, se ha contado no solo con los familiares de la propia artista, sino también con Clive Davis, quien fue productor de la artista, mostrando así su bendición a un proyecto que busca ser una carta de amor a la diva.

Dirigida por Kasi Lemmons, experta en materia de largometrajes o series biográficas sobre figuras afroestadounidenses, tras haber realizado proyectos sobre el locutor Petey Greene ('Talk to Me'), la empresaria C. J. Walker ('Madam C. J. Walker - Una mujer hecha a sí misma'), la activista Mamie Till ('Women on Movement') o la abolicionista y sufragista Harriet Tubman ('Harriet, en busca de la libertad'). El film sigue una estructura similar a la de 'Bohemian Rhapsody', la cinta que abarcó la vida de Freddie Mercury, algo que no debe de extrañar, dado que su guionista es el mismo, Anthony McCarten, experto también en biopics, al escribir el de Winston Churchill en 'El instante más oscuro' o el de Stephen Hawking en 'La teoría del todo'.

Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody

Y esa experiencia se refleja en un largometraje que busca cumplir con los cánones propios de los proyectos biográficos, aunque en el caso de 'I Wanna Dance with Somebody', se abarca desde una perspectiva más emocional y crítica que 'Bohemian Rhapsody', reflejando de manera más detallada los aspectos oscuros de Whitney Houston, especialmente en lo relacionado a la represión de su bisexualidad, que le impidió tener una relación con su mejor amiga, Robyn Crawford, y cómo su deseo de formar una familia tradicional le llevó a un tormentoso y tóxico matrimonio con Bobby Brown.

Respetuoso y correcto homenaje a la cantante

Más allá de esos momentos oscuros de su vida, que Lemmons narra con aura trágica, emparentando a Houston con otras figuras como Édith Piaf, Maria Callas, Dalida o Billie Holiday; busca huir de lo morboso para centrarse en lo épico, en cómo Houston buscó huir de etiquetas en su música, de cómo su ambición le llevó a llegar a la cumbre para ser una de las más grandes. Esos aspectos le dan al film ese toque luminoso que se ve engrandecido por las actuaciones musicales, en las que se encuentra la voz de la propia Whitney.

Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody

Ahora bien, lo que eleva al film son sus actores. Naomi Ackie se mimetiza en Whitney Houston. Tal y como sucedió con el caso de Cynthia Erivo en 'Harriet', la intérprete británica logra que se conecte con el carácter ambivalente de Houston. No es la única que destaca, pues toca aplaudir el papel de Ashton Sanders -la versión adolescente del protagonista de 'Moonlight'-; así como también a Tamara Tunie como Cissy Houston, la inflexible madre de la malograda diva; a Stanley Tucci, siempre correcto, como Clive Davis, el otro gran compañero profesional en la carrera de Houston, y, por supuesto, a Nafessa Williams, quien encarna a Robyn Crawford, quien refleja ese amor imposible entre la artista y su mejor amiga.

'Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody' sigue la estela tanto de los biopics previos de Lemmons como realizador como los de McCarten como guionista. Un largometraje que, por supuesto, disfrutarán los fans de la cantante y que permite también a las nuevas generaciones conocer a una mujer que hizo historia y que se ganó por derecho propio ser una de las grandes leyendas de la música. Whitney vuelve a vivir.

Nota: 7

Lo mejor: La interpretación de Naomi Ackie, quien sabe transmitir el poder de la voz de la cantante, así como sus propios demonios internos.

Lo peor: Le pesa mucho que exista ese gran documental que fue 'Whitney', que fue un retrato mucho más poliédrico. No deja de ser un biopic convencional.