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CRÍTICA

'Ellas hablan': Un retrato esperanzador de una cruel realidad

Los hombres de una comunidad religiosa aislada han drogado y abusando sexualmente de las mujeres y niñas durante años. Ahora ellas deben tomar una decisión: quedarse y perdonar, enfrentarse a ellos o irse.

Por Sofia Kofoed Alonso 17 de Febrero 2023 | 12:25

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'Ellas hablan': Un retrato esperanzador de una cruel realidad

Han pasado muchos años desde que la directora y guionista Sarah Polley se lanzara con un largometraje de ficción. Su ópera prima, 'Lejos de ella', la nominó en la categoría a mejor guion adaptado en los Oscar del año 2007 y es ahora 'Ellas hablan', la adaptación de la novela de Miriam Toews, la que le ha asegurado el único hueco para una mujer en las categorías a mejor película y mejor guion adaptado en las nominaciones de los premios Oscar 2023.

Claire Foy, Rooney Mara, Jessie Buckley, Judith Ivey, Sheila McCarthy, Michelle McLeod, Kate Hallett, Liv McNeil en 'Ellas hablan'

Es 2010 en una comunidad menonita aislada del mundo. Durante años, las mujeres y niñas han sido drogadas y violadas por los hombres de la congregación: son sus vecinos, tíos, hermanos, primos y padres. Se despiertan aletargadas y llenas de heridas, o en algunos casos embarazadas, pero cuando alzaban sus preocupaciones les decían que había sido producto de Satán, o de Dios, o de un "acto de imaginación femenina". Cuando se descubre que efectivamente han sido los hombres, son todos mandados a la cárcel, pero volverán pronto bajo fianza. Las mujeres tienen menos de dos días para decidir lo que harán antes de que regresen. Ocho mujeres de tres generaciones distintas se reúnen para tomar una decisión en nombre de todas: pueden quedarse, luchar, sea lo que sea que signifique, o irse (que no huir).

De opiniones muy dispares, a las mujeres les une una cosa: su fe, con la que se quieren reconciliar al sentirse abandonadas y forzadas a tomar su futuro en sus manos. Comparan su situación con lo único que conocen, que para algunas no es más que lo que les han enseñado sus mascotas, esos animales "que están más a salvo en sus casas" que ellas mismas. Unas abogan por perdonar y callar, como incita siempre la fe cristiana y el pacifismo. Otras piensan hacer todo lo necesario para proteger a sus hijas, dispuestas a responder a la violencia con violencia. El resto de mujeres consideran que lo mejor es marcharse, aunque suponga abandonar para siempre su hogar y enfrentarse al miedo de que Dios no las encuentre si se van.

 Claire Foy y Rooney Mara en 'Ellas hablan'

Un debate vigente

'Ellas hablan' desprende atemporalidad. Desde su valiente apuesta en la dirección de fotografía, entre velada y sobreexpuesta, que provoca que la historia parezca un fragmento congelado en el tiempo, una analógica apenas revelada, como por las costumbres de la comunidad a la que sigue, que en su aislamiento y modestia simula un retrato de época. Con todo, los conflictos que pone de manifiesto siguen vigentes en nuestra sociedad. El trilema al que se enfrentan las mujeres de la comunidad religiosa es, en esencia, el mismo al que se enfrenta cualquier mujer maltratada: quedarse, enfrentarse o irse. Además, las mujeres se enfrentan a la estructura opresiva de las órdenes religiosas y a la luz de gas que se hace a las víctimas ("Es peor que no te crean").

Polley, basándose en la novela de Toews, aboga por un progreso que libere a las mujeres, pero que también liberará a los hombres: ¿acaso no somos todos y todas víctimas del patriarcado? Sin embargo, logra no caer en el "pobres, no saben lo que hacen" y se atreve a postular las preguntas más difíciles sobre el verdadero perdón y el origen de las agresiones, que no es el sexo de una persona, sino su posición de poder. Del mismo modo, aborda la pregunta más básica y compleja de todas: ¿por qué luchamos y qué significa ganar? Sin embargo, aunque el debate trasciende al tiempo, los argumentos no parecen realmente germinados ni en el año 2010 (el feminismo ha cambiado mucho en los últimos diez años) ni mucho menos en un sector analfabeto de una comunidad aislada. Mientras que las mujeres no conocen el feminismo por su nombre, eso que buscan en nombre de la paz y la libertad, la historia deja palpable que la guionista sí, con un guion donde no escasean los convencionalismos, demasiado bonito y con juicios demasiado modernos.

Ben Whishaw, Rooney Mara y Claire Foy en 'Ellas hablan'

Por otro lado, lo que pierde en la verosimilitud de la ambientación lo gana en su forma de narrarlo. Hay un problema generalizado en las películas que tratan la violencia, especialmente la ejercida sobre las mujeres: la visión de la cámara tiende al voyeurismo y a un sadismo que se deleita a la par que la mirada del agresor, la male gaze más dañina. Esto ocurre en escenas de violaciones que parecen películas pornográficas o en retratos helenísticos de las víctimas, lo que no puede evitar que nos preguntemos si no está la narrativa visual contradiciendo el mensaje del guion. En 'Ellas hablan', Polley atenta contra ello: del mismo modo que Pilar Palomero desprendía 'La maternal' de todo posible morbo, la directora y guionista canadiense tiene claro la historia que quiere contar. No le interesa mostrar violaciones ni palizas, sino las consecuencias de ellas: para eso enseña la sangre, los moretones y las heridas y deja que el resto del trabajo lo construyan las ocho tremendas actrices bajo su dirección. Y vaya si lo hacen.

Un reparto al dedillo

Sarah Polley elige a las actrices Rooney Mara, Claire Foy, Jessie Buckley y Frances McDormand, cuatro emblemas de la creación de personajes femeninos complejos, para encabezar el reparto, acompañadas de Sheila McCarthy, Judith Ivey, Michelle McLeod, Kate Hallett y Liv McNeil en una excelente elección casting. Entre todas ellas sobresale especialmente la Salome de Claire Foy, con sus exabruptos y contenciones, así como el impresionante debut cinematográfico de la joven Kate Hallett, que indudablemente dará que hablar en el futuro. Descata también el personaje de August, el único hombre adulto que queda en la colonia, encargado de redactar las actas de la reunión. De nuevo, Polley tiene claro la historia que quiere contar y quién debe hacerlo, por lo que lo destrona del papel de narrador que ejerce en la novela y permite que sea Ben Whishaw quien muestre el esencial contrapeso de un hombre que desata vulnerabilidad y amor, consciente de la responsabilidad que tiene.

Además de la gran elección en el reparto principal, Polley hace dos grandes apuestas a la hora de fomentar la visibilidad y la inclusión: contrata a Shayla Brown, una joven actriz con discapacidad visual, para interpretar a un personaje con las mismas características y a un intérprete realmente trans, como lo es August Winter, para hacer de Melvin. Con todo, no se le da a este último el espacio necesario para desarrollar el que podría haber sido el personaje más bonito de la película, sino que se apresura su historia y se le exenta de la contradicción de la que se dota al resto de personajes, librándose gracias a la congruencia de sus actos de parecer una inclusión forzada y arquetípica de un personaje trans en la comunidad menonita.

A pesar de que Sarah Polley intenta equilibrar comedia costumbrista y drama lacrimógeno, las pinceladas de risa, a veces idóneas y otras incrustadas, se acumulan al principio y abandonan la última media hora, aletargando el final, donde se acumulan los momentos más dramáticos, que dejan poso, pero siempre desde la esperanza. Porque si hay algo realmente innovador en un relato feminista en nuestros días es su enfoque positivista, y 'Ellas hablan' es un alegato a que es precisamente ese "acto imaginación femenina" lo que permite dar un salto de fe a la posibilidad de un futuro mejor, aunque cueste imaginarlo.

Nota: 7

Lo mejor: Claire Foy, Ben Whishaw y un debate donde se plantean y discuten todas las esquinas del feminismo y el patriarcado.

Lo peor: La inverosimilitud de la dialéctica en una comunidad de mujeres aislada y analfabeta.

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