Tras el éxito internacional de 'Vidas pasadas', la cineasta Celine Song regresa con 'Materialistas', una mirada tan punzante como delicada al cruce entre el amor y el dinero en el contexto de las relaciones contemporáneas. La película, protagonizada por Dakota Johnson, Chris Evans y Pedro Pascal, explora la lógica transaccional que a menudo se esconde detrás de los vínculos románticos, y lo hace con una ironía elegante que no renuncia a la emoción ni a la ternura.
La cineasta surcoreana-canadiense ha viajado hasta el Atlàntida Mallorca Film Fest para presentar el filme en primicia al público español antes de su estreno en cines previsto para el próximo 14 de agosto. En una entrevista para eCartelera ha conversado sobre el modo en que la cultura de las citas, las aplicaciones y la desigualdad económica transforman la experiencia del amor en el siglo XXI, sin perder de vista la dimensión milagrosa que sigue teniendo el enamorarse.
Song desgrana las motivaciones personales que impulsaron la película, reflexiona sobre el papel del capitalismo en la forma en que entendemos el romance y reivindica la honestidad de personajes complejos, a menudo contradictorios, que siguen buscando una conexión real en un mundo dominado por las apariencias.
En 'Materialistas', el amor y las finanzas se cruzan de formas inesperadas. ¿Qué te llevó a explorar las relaciones románticas desde una perspectiva tan abiertamente transaccional?
Me interesa, por encima de todo, el amor como un misterio antiguo, como un milagro absoluto cuando realmente sucede en una vida humana. Creo que todas las personas en el mundo están profundamente obsesionadas con el amor, hombres y mujeres por igual. Es algo que nos fascina y por eso siento que puedo invitar al público al cine para hablar de ello durante dos horas. Qué privilegio poder hacer eso.
Pero también sé que, cuando tienes la atención del público, puedes desperdiciarla diciendo nada. O puedes aprovecharla para hablar de algo que realmente conecte con lo que significa estar vivo en 2025. Para mí, todo nace de un deseo de conversación. Y hablar del amor —de verdad— me parece algo valiente. Esa es la esencia.
El título es provocador: 'Materialistas'. ¿Lo ves como una crítica, una afirmación o algo más ambiguo?
Creo que es ambas cosas y así tiene que ser. Cada personaje de la película es, a su manera, un materialista. Y cada uno lleva dentro un pedacito de mi propio materialismo. También sé que vivimos en un mundo que constantemente nos empuja a ser materialistas. Porque aunque el amor parezca algo etéreo, sucede en un contexto material: tienes que vivir con alguien, comer con alguien, tomar decisiones compartidas.
Hay una dimensión material inevitable. Pero lo que sostiene todo eso es el amor verdadero, que hoy en día se siente como algo sagrado, espiritual, casi divino. Y aunque no soy religiosa, creo que el amor, cuando ocurre, es un milagro. Para mí, el amor no tiene forma ni precio. No es material, pero sí es lo que nos permite ser humanos mientras vivimos. Por eso el título. 'Materialistas', refleja esa dualidad.
Claro que hay una crítica clara a cómo hemos aprendido a pensar el amor desde una lógica materialista. Pero también hay una aceptación: eso forma parte de la vida. No solo de algunas personas, sino de todas.

Tu película anterior, 'Vidas pasadas', exploraba paradojas emocionales sutiles. ¿Fue 'Materialistas' un intento de fusionar tu interior minimalista con el ruido de la cultura de citas actual?
En realidad escribí 'Materialistas' cuando ya estaba en la postproducción de 'Vidas pasadas', durante el montaje, la edición y todo ese proceso. Quedaban unos seis meses antes del estreno mundial en Sundance y en ese tiempo me pregunté: '¿Cuál es la historia que quiero contar ahora?'.
Pensé en que, hace diez años, trabajé como casamentera profesional. Siempre quise contar esa historia. Así que escribí el guion en esos seis meses. No fue una reacción a 'Vidas pasadas', sino algo que ya sabía qué quería hacer. Una historia basada en una experiencia real, extraña, compleja y profundamente humana.
Describes el amor como un milagro, pero la película muestra cómo a menudo intentamos sistematizarlo o incluso monetizarlo. ¿Dónde te posicionas personalmente entre esos dos extremos?
Creo que la película lo dice todo. Personalmente, no creo que haya espacio para el capitalismo en el amor, aunque constantemente se nos hace sentir que sí lo hay. Si piensas en cómo se representa el romance en el cine o en la televisión, casi siempre es a través de un acto de consumo: regalar un bolso de Birkin, una pulsera de Cartier, alquilar un restaurante entero con un cuarteto de cuerdas... Se convierte en una demostración de riqueza.
Esa es la manera en que los ricos nos hacen creer que el amor y el romance solo están al alcance de los ricos. Pero sabemos que eso no es verdad. El amor no pertenece al capitalismo. Claro que el capitalismo va a intentar infiltrarse, transformar el amor en un producto de lujo, en algo que se pueda vender. Pero el amor siempre va a ser libre. Y eso es lo verdaderamente maravilloso.

Dakota Johnson le da a Lucy una mezcla de dureza y ternura. ¿Qué viste en ella que la hizo perfecta para el papel?
Justamente eso que mencionas. Dakota tiene una presencia muy compuesta, muy profesional, siempre en control. Pero cuando su personaje se rompe, en la segunda mitad de la película, es conmovedor porque muestra una vulnerabilidad muy profunda, muy genuina. Siempre hay algo suave en su interior, incluso cuando parece fuerte por fuera.
Eso es lo que vi en ella y por eso supe que era perfecta para Lucy. Necesitaba a alguien con esa dualidad. Alguien que resultara fascinante cuando se quiebra. Porque a veces hay una belleza muy especial en ver eso, algo que Dakota entiende muy bien. Por eso fue ideal para el personaje.
¿Qué tipo de conversaciones tuviste con el elenco - Dakota Johnson, Chris Evans y Pedro Pascal - sobre la idea de ser "elegido" o "valorado" en el amor, no solo como personajes sino como personas?
Hablamos mucho desde la verdad. Los tres protagonistas entienden mejor que nadie lo que significa sentirse como mercancía. Una de las frases más importantes del film es: 'No soy un producto, soy una persona'. Creo que los tres se enamoraron de sus personajes y del proyecto porque sabían que estaban interpretando personas reales, complejas.
Y esa frase —"no soy mercancía"— es clave. Ellos lo entendieron profundamente porque conocen esa experiencia. Han sido tratados como objetos, como marcas. Y por eso conectaron con el mensaje del film a un nivel muy íntimo. Sabían que no estaban interpretando ideas, sino personas. Y eso fue muy poderoso.

Has dicho que la película está inspirada en parte por comedias románticas clásicas. ¿Cuáles fueron esenciales para ti al darle forma a esta historia?
Una que me marcó fue 'Al filo de la noticia, de James L. Brooks. Me encanta esa película porque muchas de sus escenas más románticas no hablan directamente de amor, sino de periodismo.
De forma similar, en 'Materialistas', algunas de las frases más románticas tienen que ver con las finanzas. Por ejemplo, cuando él le entrega su corazón y ella responde 'de acuerdo', o la última línea de la película: '¿Te gustaría tomar una muy mala decisión financiera conmigo?'. Es una frase romántica... pero solo dentro del contexto de esta película.
Como en 'Al filo de la noticia', donde el romance se expresa a través del trabajo periodístico, en 'Materialistas' se expresa a través del dinero, porque ese es el mundo en el que viven los personajes.