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POLÉMICA INTENCIONADA

La ofensiva crónica de los Goya de El Mundo está revolucionando las redes

El diario ha realizado una polémica crónica en el que la misoginia, la gordofobia o el racismo están a su libre albedrío.

Por Antonio Carlos Prieto Gómez 26 de Enero 2020 | 18:34

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Buscarle las cosquillas a la extrema derecha era una de las muchas ambiciones que tenía la irregular ceremonia de los Premios Goya 2020. La distancia abismal entre el "cine patriótico" que reclaman sus principales dirigentes y el buen cine que nos han regalado Almodóvar, Oliver Laxe, Belén Funes, Amenábar o Irene Moray, entre otros muchos, no es lo único que separa culturalmente a ambas posturas políticas: también nos separa la distancia moral. El diario El Mundo ha realizado en su página, como también hizo nuestro medio en Twitter, un seguimiento cronológico de la gala con los mejores momentos. Sin embargo, muchos de los comentarios de la crónica, y la consiguiente galería de fotos, han sido objeto de crítica en las redes sociales por ser innecesariamente ofensivos y retrógrados.

Itziar Castro ha sido uno de los objetivos sobre los que el medio ha querido reflejar su opinión, aunque la lista de barbaridades es bastante larga. La actriz ha respondido a este básico pie de foto que ella es "feliz" y ayer se sentía "divina", pero eso no quita lo innecesario que es un comentario así en uno de los diarios de referencia de nuestro país. Lo mismo se puede decir de Sara Sálamo, la actriz de 'Brigada Costa del Sol', que pasan del Neandertal "está muy buena" a comparar su vestido con las Azúcar Moreno, ¿a modo de insulto?

Sin duda, una de las mayores atrocidades salidas del diario van para Begoña Gómez Fernández, la mujer del presidente Pedro Sánchez. Se entiende que debe escocer todavía en la redacción el gobierno de coalición progresista vigente en nuestro país, pero este titular parte de la misoginia más castiza y debería ser completamente intolerante para la línea editorial de cualquier medio en nuestro país.

El machismo y la cosificación descontrolada no han sido el único despunte ideológico de El Mundo. El pianista británico James Rhodes presentó 'La trinchera infinita' en la gala y el medio por supuesto no ha querido irse sin hacer un requiebro sobre su fluidez al hablar. El pianista, al leer estos comentarios, ha respondido en Twitter que sí que está "intentando hablar español (de hecho castellano)" y ha dejado claro que ya sabe lo que piensa este tipo de medios sobre la inmigración.

Escándalo orquestado

Por desgracia, esta línea editorial desenfadada tiene su nicho de mercado y las personas encargadas de estas secciones son más que conscientes de lo que están escribiendo y por qué lo están escribiendo. El Mundo es un medio abiertamente conservador y, si algo hizo ayer bien la ceremonia de los Goya, fue evitar darle un excesivo protagonismo al conservadurismo (más allá de algún chiste sin gracia) y optar, como Almodóvar, por una vía más pragmática o, como hicieron los realizadores de cámara, por enfocar poco o nada a Juan Manuel Moreno, presidente del Partido Popular andaluz.

Silvia Abril y Andreu Buenafuente

Hubo cutrez, hubo mal ritmo y hubo críticas a medio hacer, pero no hubo morbo. Y eso hace que la oposición, deseosa de llenar sus páginas de amarillo y de rosa, se quede sin más piruetas verbales que la del aburrimiento y la mala organización. De esa escasez de morbo surge la ofensa para ganar público.

Amaia estuvo increíble dedicándole una canción a alguien abiertamente comunista y que todo el mundo admira en España (uno de los propios artículos de El Mundo usa paradójicamente "la tómbola" para darle un ingenioso colofón final al artículo). Almodóvar habló con ilusión del nuevo gobierno de coalición y Antonio Banderas emocionó a todo el mundo con su discurso improvisado desde el corazón. Las lágrimas de Leonardo Sbaraglia le completaron, con una carga simbólica muy importante para el país, a nivel político. Porque esas lágrimas, como 'Dolor y gloria', convergen dentro y fuera del propio cine y están cargadas simplemente de emociones positivas. Y esas lágrimas, por desgracia, a mucha gente en España le escuecen.