Daniel Sánchez Arévalo vuelve a las salas de cine con otra de sus emocionantes historias. Retoma su estilo más familiar, su delicadeza a la hora de narrar sus tramas y se ancla en el folklore gallego para devolver el valor a la tradición y a la comunidad. Esto es 'Rondallas', que inaugura la gran pantalla española con su estreno el 1 de enero del 2026 entrante.
Pero ‘Rondallas’ es también mucho más. Entre las fechas y la naturaleza de la película de Sánchez Arévalo cuesta no ponerse lacrimoso o emotivo de más, porque ‘Rondallas’ emerge como uno de los trabajos más especiales del director. De nacimiento madrileño, pero origen y espíritu cántabro, Sánchez Arévalo ha conseguido que su largometraje sea la fusión perfecta entre lo local gallego y lo universal.
El equipo artístico y técnico de ‘Rondallas’ es gallego al completo, algo que el director tenía claro desde el principio. Un reparto formado por figuras como Javier Gutiérrez, María Vázquez, Tamar Novas, Carlos Blanco, Judith Fernández o Fer Fraga consiguen sumergirnos de lleno en el entorno de la rondalla y el día a día en el pueblo al que pertenecen.
Qué nos trae ‘Rondallas’
En esta localidad se cumplen dos años desde que el naufragio de un barco pesquero sumió al pueblo en la tragedia. Y este es precisamente el motor que impulsa la vuelta de la agrupación musical. Un concurso de rondallas será el objetivo del grupo, no tanto con el fin de ganar, sino de recuperar la alegría y la ilusión de vivir.
Sánchez Arévalo juega muy bien con esta trama e hilvana los hilos necesarios para crear varias historias de ternura, comicidad, oscuridad e intriga dentro de su película. La emoción por el concurso, la relación entre los personajes, la complejidad de afrontar una situación tal ocupan las casi dos horas de largometraje con un guion sencillo, pero brillante y más que acertado.
Un equipo luminoso
La dirección del cántabro es enormemente valiosa a la vez que discreta, logra que parezca que todo sea tal y como vemos en pantalla, a lo que también contribuye la naturalidad de todos los intérpretes. Desde la ternura y comicidad de Tamar Novas, la rudeza de Carlos Blanco hasta la vulnerabilidad y suspicacia de Fer Fraga, junto a la tenacidad de Judith Fernández, todo destaca y tiene su lugar en ‘Rondallas’.
La película resulta enormemente acogedora, si es que ese es calificativo que pueda usarse en cine. ‘Rondallas’ se respira con calma, en un momento en el que todo abruma y todo es espectáculo carente de profundidad. Después de verla, la sensación es ciertamente esperanzadora, como un pequeño faro que se enciende entre toda la inquietud actual.
Equilibrio más que idóneo
Sánchez Arévalo no cae en tópicos o en chistes fáciles ni tampoco en el melodrama, a pesar de que algunos seamos más sensibles que otros ante estas historias en las que lo local consigue trascender y cobrar sentido de pronto. Podríamos reprocharle el poco empleo del idioma gallego, que se reduce a un par de expresiones breves y muy momentáneas. Esto, sin embargo, responde a la voluntad de hacer la película más universal y accesible para un público más generalista, algo comprensible tras un regreso al cine después de tantos años.
También consigue Sánchez Arévalo ensamblar oportunamente la mirada de los jóvenes con la de los adultos, incluso con la de los más mayores. Esto mismo es una rondalla, la unión de unos y otros, cada uno con sus diferencias y preocupaciones, pero todos remando a favor de un mismo afán.
Este “remar a favor” se observa en cada plano de la película, de una belleza sencilla, pero efectiva, de una intimidad que llega hasta lo común, hasta lo colectivo. ‘Rondallas’ es auténtica y es de todos, es sutil y también extraordinaria. Está tejida desde la emoción, desde la verdad más honesta.
