De 'Antz (Hormigaz)' a 'Abominable': Todas las películas de Dreamworks Animation, de peor a mejor

2004 fue un año en el que Dreamworks Animation nos dio una de cal y otra de arena. Por un lado, 'Shrek 2' se convertía en un ejemplo perfecto para anular el tópico de que segundas partes nunca fueron buenas, mientras que, en el otro lado de la balanza, 'El espantatiburones' suponía el punto más bajo al que había llegado el estudio desde su nacimiento.

Y es que, partiendo de un diseño de personajes cercano a lo abominable, esta historia sobre la ambición, la fama y las mentiras de patas cortas se hundía por su nula capacidad para mantener el interés del espectador a lo largo de poco más de 80 minutos que parecían no tener fin. Tampoco ayudaba, ni mucho menos, su insufrible protagonista, un pez con los rasgos y gestos de Will Smith pero sin un ápice de su carisma.

Tratando de aprovechar el éxito de crítica y público obtenido por la maravillosa 'El príncipe de Egipto', Dreamworks Animation volvió a probar suerte con una propuesta de corte bíblico titulada 'Joseph: Rey de los Sueños', aunque los resultados fueron mucho más decepcionantes. Basada los capítulos 37-50 del Génesis, nos encontramos ante una propuesta menos ambiciosa que su principal referente, menos inspirada y más rutinaria y perezosa en todos los sentidos. Pese a contar con algún momento de cierta envergadura emocional, 'Joseph: Rey de los Sueños' no puede disimular su condición de clara obra menor del estudio. Sirva como ejemplo que, a la hora de citar las películas de Dreamworks Animation, prácticamente nadie la mantiene en su memoria. Y hay razones para ello.

Todo lo que ocurre en 'Abominable', sin excepción, lo podemos encontrar infinitamente mejor planteado en 'E.T., el extraterrestre'. Y es que, de principio a fin, la obra maestra de Steven Spielberg supone una fuente de inspiración tan evidente para esta propuesta de Dreamworks Animation que la alargada sombra del plagio asoma con firmeza. Por eso, ausencia total de sorpresa, originalidad o algo mínimamente parecido al riesgo, esta historia de amistad entre una adolescente y un Yeti no deja de ser un refrito de ideas recicladas, giros previsibles y azúcar empalagoso. Ni una duda, puestos a ver 'Abominable', mejor recuperar el clásico imbatible de Spielberg.

Con 'Vecinos invasores' llegamos hasta una de las obras más desconocidas del repertorio de Dreamworks Animation. Y con razón. Todo aquí es trepidante, incesante, avasallador y excesivo, pero es precisamente en ese caos donde la película termina cayendo de la forma más aburrida posible. El no dejar un respiro al espectador puede funcionar siempre con medida, de lo contrario, nos encontramos ante propuestas como 'Vecinos invasores', una montaña rusa que, lejos de despertar el entusiasmo y el vértigo deseado, termina provocando mareos, hastío y ganas de acabar. Ojalá alguien hubiera pensado en pisar el freno.

El principal problema de 'Simbad: La leyenda de los siete mares' es que ha envejecido realmente mal, especialmente en un apartado visual que provoca cierto sonrojo. Por lo demás, estamos ante una aventura para toda la familia que presenta a un héroe carismático, a pesar de un doblaje tirando a infame, una villana imponente y numerosas escenas de acción que funciona con la potencia justa para evitar cualquier tipo de bostezo. No deja de ser una propuesta menor dentro del catálogo de Dreamworks Animation, eso está fuera de toda duda, pero, exceptuando el citado óxido que ha ido acumulando con el inevitable paso del tiempo, 'Simbad: La leyenda de los siete mares' sigue funcionando con la eficacia necesaria.

Con la imprescindible 'E.T., el extraterrestre' como influencia más que directa, algo que sería todavía más evidente en la inferior 'Abominable', 'HOME: Hogar, dulce hogar' no engañaba en ningún momento. Estamos ante una película que era exactamente lo que parecía ser, un pasatiempo especialmente dirigido a los más pequeños de la casa que desprendía el encanto y la diversión justa para convencer a ese sector del público tan exigente en su inocencia y descontrolada paciencia. No hay nada que merezca la pena ser resaltado en una propuesta que juega siempre sobre seguro, dejando caer todo su peso en la casilla de la zona de confort, logrando así entretener sin sorpresas. Apuesta tan efectiva como intrascendente.

Y cuando Dreamworks Animation parecía en racha, bueno, llegó el ogro para tirarlo (casi todo) por la borda. Incluso aquellos que defendemos a capa y espada 'Shrek Tercero' somos incapaces de demostrar entusiasmo alguno con 'Shrek: felices para siempre', una cuarta entrega ideada, escrita y ejecutada desde el piloto automático más evidente. Todo lo que funciona en ella ya había funcionado antes y mejor, mientras que los fallos se hacen todavía más evidentes y dolorosos. Se salva algún gag inspirado, un tramo final efectivo en su búsqueda de la época y el carisma incontestable de sus personajes principales, pero el resto es un festival de la indiferencia. La magia y el encanto desapareciendo escena a escena.

Después de poner patas arriba a la industria de la animación, arrasar entre crítica y público, enamorar a la Academia y celebrar el Oscar a lo grande, Dreamworks Animation se encontraba ante un muro de expectativas e impaciencia contra el que, lástima, se terminó estampando. Y no es que 'Spirit: El corcel indomable' sea un desastre, ni mucho menos, pero se trata de una propuesta que nunca termina de explotar su potencial al máximo, quedándose en ese peligroso terreno de nadie que rima con ni fu ni fa. Mejor en sus momentos más cercanos al western que en sus intentos por abrazar la acción y la épica más ruidosa, 'Spirit: El corcel indomable' deja para el recuerdo puntuales escenas que nos hacen soñar con una propuesta que se hubiera atrevido a sumergirse de manera decidida en ese modelo de cine clásico al que parece aspirar desde el primer minuto.

Conviene ser sinceros desde el comienzo, sin medias tintas. La película de 'El gato con botas' no es divertida. El felino que dinamitó la saga 'Shrek' comenzando como secundario en su segunda parte y robando todas las escenas en las que aparecía quedó retratado en este spin off que no hacía justicia al valor real de un personaje memorable cuya primera aparición en 'Shrek 2' sigue siendo uno de los momentos cómicos más redondos del género en los últimos años.

Con su inolvidable mirada de ojos grandes, el gato con botas consiguió apoderarse de la función en su totalidad, elevando el nivel de los gags, suponiendo una de esas presencias capaces de arrasar con todo. Por desgracia, al mencionado spin off se le sumó la falta de chispa en las dos últimas entregas del ogro verde, disminuyendo esa aura de creación antológica. Apuntaba a lo más alto y el tiempo lo quemó. Y no, ya no nos valen esos ojitos.

De acuerdo, vayamos a la sinopsis de 'Turbo': Turbo es un caracol de jardín con un sueño imposible: convertirse en el caracol más rápido del mundo. Cuando un extraño accidente le da el poder de la súper-velocidad, Turbo intentará cumplir su sueño. Primero se hará amigo de una peculiar pandilla de caracoles callejeros tuneados y obsesionados con la velocidad, y allí Turbo aprenderá que nadie llega a tener éxito por sí solo. Así que coloca su corazón y su concha en la línea de salida dispuesto a ayudar a sus colegas a lograr sus sueños, antes de intentar alcanzar su sueño imposible: ganar las 500 millas de Indianápolis.

Pues funciona. Nada memorable, todo disfrutable. Un disparate en el fondo que alcanza un nivel lo suficientemente alto como para adelantar con precisión y no demasiado dificultad a la peligrosa sombra de la decepción.

En las fiestas navideñas de 2012, Dreamworks presentó su cuento navideño con 'El origen de los guardianes', adaptación del libro de William Joyce en el que se fundían dos universos tan cercanos y alejados al mismo tiempo como el de Guillermo del Toro y el talento del director Peter Ramsey, quien se estrenaba como director en la gran pantalla tras trabajar con gigantes de la talla de David Fincher, Steven Spielberg o Francis Ford Coppola, entre otros.

Esta historia tiene su mayor logro en los personajes que nos presenta, el Creador de Sueños, el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua, Papa Noel y Jack Frost, transformados en una especie de Equipo A dispuesto a acabar con el coco. El punto de partida, tan original y brillante, desplegaba tal cantidad de posibilidades narrativas y visuales que, al final, uno echaba en falta algo más de sustancia, una pizca más de oscuridad y profundidad en un relato que intentaba ser adulto sin dejar de guiñar el ojo al público más infantil. A pesar de todo, 'El origen de los guardines' otorgaba un entretenimiento notable para todos los públicos, consiguiendo además algunas escenas realmente épicas que justifican el entusiasmo. En definitiva, una especie de joya escondida dentro del repertorio de Dreamworks Animation.

Los secundarios cómicos son casi tan importantes (o más) que los protagonistas. Esta afirmación es una ley no escrita del cine de animación asentada de manera firme en la evidencia. Auténticos especialistas en eso de robar planos, y hasta la función entera, Dreamworks no se desmarca de la tónica general y ha presentado a lo largo de su existencia algunos de los secundarios más valiosos del género. La saga de 'Madagascar', un extraño ejemplo de franquicia que mejora con sus secuelas tras una primera entrega algo descafeinada, consiguió desde el comienzo un golpe de genio con su equipo de pingüinos espías/militares. Auténtico festival de destreza animada, frases ingeniosas y espíritu clásico, estos personajes conseguían acaparar toda la atención del espectador con su sola aparición, algo que les propició un spin off, 'Los pingüinos de Madagascar: La película' que confirmaba su valía. Un recital de carcajadas imparable.

Tras la nefasta 'El espatantiburones', Dreamworks Animation se reconcilió con el público, no tanto con la crítica, gracias a 'Madagascar', aventura tan simpática como intrascendente que encontraba en su memorable grupo protagonista la mejor de sus virtudes. Sin embargo, más allá de los inolvidables Alex, Marty, Melman y Gloria, la película de Eric Darnell y Tom McGrath no ofrece nada especialmente destacado, apostando siempre sobre seguro y tratando de mantener un equilibrio que sus secuelas, superiores todas ellas a esta primera entrega, convertirían en pura explosión de imaginación, creatividad y talento.

Es curioso como, teniendo prácticamente todo para triunfar, 'La ruta hacia El Dorado' solamente ha alcanzado cierto culto entre una minoría de espectadores desde su estreno en el lejano año 2000, situándose como una de esas cintas de animación simpáticas que sirven para poco más que pasar un rato agradable. Y a otra cosa.

Dirigida por Bibo Bergeron y Don Paul, esta historia que narra, con todas las precauciones posibles para evitar cualquier tipo de problema o polémica, el encuentro de la cultura europea y la indígena americana, solamente destaca con relativa fuerza en el terreno de la aventura más clásica, rindiendo homenaje a las principales características que han marcado a fuego a este género desde sus comienzos cinematográficos. El resto, por desgracia, nunca consigue alzar un vuelo lo suficientemente alto como para ir más allá del mero pasatiempo. Se ve, disfruta y olvida con la misma facilidad. Al menos, eso sí, nos quedan las canciones del genial Elton John.

Fuera prejuicios, dudas y expectativas: 'Trolls' es un carnaval de luces, color, canciones y personajes que van de lo delirante a lo entrañable. Y funciona. Mucho. Incluso aquellos que nos acercamos a esta propuesta con más reticencia y pereza que ganas e ilusión tuvimos que aceptar gustosamente la derrota, encontrándonos de golpe con una montaña rusa de indiscutible eficacia. Todo lo que puede funcionar dentro de una cinta de estas características, limitaciones incluidas, lo hace al máximo, construyendo así un entretenimiento al que cuesta mucho encontrar un lastre de auténtico peso. Por eso, lo mejor es dejarse llevar y disfrutar con esta aventura luminosa, extravagante, excesiva y divertidísima.

Los maravillosos personajes creados por Ted Key saltaban a la gran pantalla con 'Las aventuras de Peabody y Sherman' tratando de aglutinar, en poco más de 90 minutos, todas y cada una de las virtudes que les convirtieron en leyendas de la animación. Es decir, aquí tenemos viajes en el tiempo, educación emocional basada en valores de convivencia y tolerancia, aventuras con personajes históricos inconfundibles y una firme apuesta por tratar al sector más infantil del público con respeto, sin infravalorar ni rozar la condescendencia. De esta forma, la película dirigida por Rob Minkoff cumplía con el respeto hacia su legado y la misión de presentar este universo repleto de buenas ideas a una nueva generación de espectadores. Los resultados en taquilla no terminaron de posibilitar la consecución de este último objetivo, pero nos queda al menos el consuelo de saber que Peabody y Sherman tuvieron un largometraje a su altura.

Además de tener clarísimamente uno de los mejores títulos de la historia de la animación contemporánea, 'El bebé jefazo' supuso una de las sorpresas más inesperadas y satisfactorias jamás entregadas por Dreamworks Animation. Un delirante argumento que se las ingeniaba para superar cualquier tipo de reticencia en el espectador, consiguiendo hacerle partícipe de una auténtica fiesta de risas, ternura y giros inesperados.

Si incluso así todavía no tenéis claro si darle una oportunidad o no a este magnífico entretenimiento familiar, bueno, aquí tenéis un empujón:

Pese a ser una propuesta de altísimo nivel, 'Cómo entrenar a tu dragón 3' se sitúa de manera evidente por debajo de sus dos excelsas predecesoras, todavía hoy cimas incontestables de Dreamworks Animation. Y quizá fue ese listón, esa expectativa inevitable, la que lastró una tercera entrega que, incluso así, conseguía desplegar su representativo catálogo de personajes inolvidables, emoción cristalina y, por encima de todo, épica contagiosa. Desde su magnífico prólogo hasta su inolvidable desenlace, dos momentos que se encuentran ubicados dentro de lo mejor de la saga, 'Cómo entrenar a tu dragón 3' se mantenía siempre entre la grandeza y lo rutinario, la maravilla y el piloto automático, la genialidad y el confort. En definitiva, un desenlace que cumplía con el expediente tanto como se alejaba de la deseada excelencia.

Al igual que ocurría con Woody Allen y Z en 'Antz (Hormigaz)', la abeja Barry Benson tenía los rasgos, personalidad y sentido del humor de Jerry Seinfeld, un gigante cómico que se tomó muy en serio su salto al cine de animación. Su discurso ecológico, el cual roza el dramatismo apocalíptico en más de una ocasión, termina ligeramente desenfocado gracias a toneladas de gags redondos que consiguen que la película brille como la gran comedia a la que aspira ser. Ray Liotta como hilarante villano termina de redondear una jugada que, como ocurrió con casi todas las películas en las que Dreamworks realmente decidió arriesgar, terminó sin el apoyo del público. Una auténtica pena. 'Bee Movie' merecía mejor suerte.

'Capitán Calzoncillos: su primer peliculón', adaptación de la serie de libros infantiles escritos por Dav Pilkey desde el año 1997, es una de las cartas de amor a la creatividad, la amistad y el sentido del humor más brillantes e imaginativas que podemos encontrar en la última década del cine de animación. Un incombustible tren de ideas geniales que suponen un auténtico festín para los amantes del género, divirtiendo sin descanso y arrancando alguna que otra lágrima de pura ternura. Una propuesta por encima del notable que descubre un nuevo destello de talento en cada visionado.

Si tuviéramos que elegir la película más infravalorada del universo Dreamworks Animation, 'Monstruos contra alienígenas' tendría muchas papeletas de alcanzar la corona. Y es que, tras los éxitos contundentes logrados con 'Kung Fu Panda 2' y 'Madagascar 2', el estudio se lanzó con esta historia original que albergaba en su corazón una carta de amor llena de respeto y admiración a la ciencia ficción clásica, resultando además una aventura trepidante y una constante lluvia de gags que funcionaban a la perfección. A todo esto conviene sumar un grupo de personajes delirantes en su diseño y rebosantes de personalidad propia que acompañaban al espectador a lo largo de una trama de ritmo incesante, espectacularidad equilibrada e inesperada ternura. Combo perfecto para una película que ni siquiera cuenta actualmente con el auténtico culto que siempre mereció.

Tras revertir el (injusto) fracaso de 'Bee Movie' con 'Kung Fu Panda', Dreamworks Animation continuó con la ruta del éxito gracias a 'Madagascar 2', una de esas apuestas seguras en taquilla que, aquí llegan las buenas noticias, también trajo una subida considerable de nivel dentro de la saga. La clave fue tan sencilla como trasladar al grupo de personajes protagonista a su lugar de origen, los preciosos paisajes de África, para conectarle con su infancia, sus miedos, sus recuerdos y sus añoranzas. Un incremento en el aspecto más emocional de la trama que, además, se vio acompañado por un humor que funcionaba mucho mejor que en 'Madagascar', resultando notabilísima esa combinación entre ternura y risa. En definitiva, una secuela que superaba en todo a su predecesora y que dejaba el camino despejado a una tercera parte que arrasaría con todo.

Muy pocas veces ha sido tan divertida la Prehistoria como en 'Los Croods', magnífico entretenimiento familiar que sirvió a Dreamworks Animation, además de para sumar una cantidad importante de dinero a sus cuentas, para volver a conseguir el aprecio de la crítica. Y tiene todo el sentido y mérito del mundo ya que, desde su vibrante arranque, esta aventura está repleta de personajes maravillosos, acción imparable, humor efectivo y, aquí viene lo mejor, una emoción tan inesperada como agradecida. Ahí reside la grandeza de esta propuesta, en la sencillez con la que conviven dentro de ella escenas de auténtico vértigo y momentos de una intimidad de arrebatador encanto. Sensibilidad y explosión en la caverna. Una película espléndida.

Tras el éxito crítico de 'Chicken Run: Evasión en la granja', los genios de Aardman Animations se unieron de nuevo al departamento de animación de Dreamworks para dar forma a 'Ratónpolis', un homenaje vibrante y brillante al cine de espías. Cambiamos a 007 por Roddy, los palacios y grandes ciudades por cuartos de baño y cloacas y lo que nos queda es una de las comedias más trepidantes facturadas por el género en la pasada década. Injustamente ignorada en el momento de su estreno, ni siquiera el tiempo ha conseguido convertirla en lo que es, una joya escondida dentro del catálogo del estudio. No importa, sus defensores seguiremos disfrutando del carisma de Roddy y la diversión constante de un tesoro por reivindicar.

Después de los pobres resultados comerciales obtenidos con 'HOME: Hogar, dulce hogar', Dreamworks Animation retomó una de sus franquicias estrellas con 'Kung Fu Panda 3', una entrega que confirmaba la grandeza de las aventuras de nuestro querido Po. Y es que, sin alcanzar la inesperada explosión de genialidad mostrada por 'Cómo entrenar a tu dragón 2' y 'Madagascar 3: De marcha por Europa', este tercer capítulo dirigido por Jennifer Yuh y Alessandro Carloni se alejaba por completo del piloto automático y apostaba por mantener el listón dejado por sus imponentes predecesoras. Así, 'Kung Fu Panda 3' volvía a ofrecer un auténtico festival de acción, diversión y sensibilidad familiar capaz de atrapar el espectador con su característica fuerza, resultando otro notable entretenimiento para toda la familia. Si la trilogía termina aquí, ni una duda, tenemos un gran desenlace para esta historia y sus protagonistas.

Después de la injustamente ignorada 'Ratónpolis', Dreamworks Animation recuperó a su saga estrella con 'Shrek Tercero', una nueva aventura del ogro más famoso de la historia del cine que, sin embargo, fue recibida de manera bastante negativa por parte de una crítica que siempre se había mostrado cómplice. Y lo cierto es que, tanto viendo la película en su estreno como recuperándola en la actualidad, esa negatividad general no se termina de entender ya que, de principio a fin, esta tercera entrega vuelve a funcionar de manera notable en su condición de comedia de aventuras capaz de equilibrar con importantes dosis de acierto el humor y la acción. De acuerdo, no se alcanza la perfección de sus dos predecesoras, pero cuesta mucho encontrar elementos en contra de una 'Shrek Tercero' que, a día de hoy, sigue siendo el capítulo más infravalorado de la franquicia. Conviene tratar de solucionarlo.

Con 'Chicken Run: Evasión en la granja', Dreamworks Animation y Aardman Animations ponían las cartas sobre la mesa confirmando, desde el primer momento, que les sobraban ases en la manga. Todo funciona a las mil maravillas en esta historia trepidante repleta de humor sofisticado de corte clásico, capaz de arrancar carcajadas a público de todas las edades. La factura técnica, por si alguien tenía dudas, es de una inspiración total, dotando a cada uno de sus personajes, memorables todos, sin excepción, de una expresividad a prueba de prejuicios. Una demostración de talento apabullante de inicio a fin.

A pesar de las reticencias que podía crear su base argumental, 'Kung Fu Panda' supuso una más que grata sorpresa, convirtiéndose desde el primer momento en otro de los pilares básicos de Dreamworks Animation. Todo ello gracias a un protagonista carismático, personajes secundarios maravillosos, un humor que podía disfrutar público de todas las edades, escenas de acción realmente espectaculares y, sobre todo, una épica y una sensibilidad que cautivaban desde la sonrisa cómplice. Si a eso le sumamos un ritmo perfectamente equilibrado, un clímax final deslumbrante y unas ganas irrefrenables de querer más cuando la historia llega a su fin, bueno, el resultado está claro: triunfo total para Po y compañía.

Con ecos que van desde la serie de 'Dragones y mazmorras' hasta 'Braveheart', pasando por la evidente 'Dragonheart (Corazón de dragón)', uno de los grandes triunfos de esta maravillosa 'Cómo entrenar a tu dragón' lo encontramos en el diseño, básico pero totalmente efectivo, de Desdentado. Una creación alejada de la grandilocuencia que apostaba por unos rasgos sencillos y capaces de despertar ternura con cualquiera de sus gestos, logrando así la conexión total con un público que cayó rendido al encanto de un personaje y una historia repleta de inspiración. Aquí comenzaba, de la mejor manera posible, tanto una de las grandes trilogías de la historia de la animación contemporánea como una de las cimas indiscutibles de Dreamworks Animation hasta la fecha.

Con esta hormiga empezó todo. Estrenada el mismo año que 'Bichos, una aventura en miniatura', el otro asalto al mundo de los insectos propuesto por Pixar, la convirtió en la opción intelectual y adulta, algo que terminó pasando factura en la taquilla. Una pena porque el punto de partida de 'Hormigaz' era tan apasionante como arriesgado. Traspasar el universo de Woody Allen al cine de animación, con las mismas dosis de pesimismo, hipocondrías y romanticismo, podría haber salido realmente mal, pero no fue así. Por supuesto, los mayores se lo pasaron mejor que los pequeños, pero eso no es impedimento para que las aventuras de Z no puedan ser disfrutadas por toda la familia. Fue el inicio, la primera piedra, el salto que dejaba claro que, a falta de la emoción de John Lasseter y compañía, Dreamworks intentaría ofrecer algo distinto. Z fue uno de los mejores ejemplos.

Vuelta de tuerca de la figura del villano en clave de comedia romántica, 'Megamind' es otro de esos personajes cuya caída en el olvido general constituye toda una injusticia. Aquí tenemos traumas infantiles, complejidad psicológica y la necesidad real que tenemos todos los seres humanos de tener un rival al que enfrentarnos, que podemos ser perfectamente nosotros mismos. Todo ello, acompañado por unos gags que funcionan como un reloj, una montaña rusa de acción imparable y un clímax final de los que demuestran una inspiración especial. No hay en toda la filmografía de Dreamworks un 'villano' tan genial como Megamind. Y pocas películas mejores.

Después del decepcionante spin off protagonizado por el Gato con Botas, Dreamworks Animation reventó todo tipo de expectativas con 'Madagascar 3: De marcha por Europa', no solamente la mejor entrega de toda la saga, con amplia diferencia respecto a sus predecesoras, sino una de las películas más completas, originales y divertidas de su catálogo. Y es que, durante 85 minutos que son puro fuego, esta tercera aventura de Alex, Marty, Melman y Gloria es un arsenal impecable de gags memorables, secundarios excelentes, acción desenfrenada y una capacidad envidiable para sacar el máximo potencial, en fondo y forma, de cada escena. No hay segundo para el respiro en este auténtico recital de genialidad, un torrente de grandes ideas ejecutadas a la perfección. Un parque de atracciones animado al que volver sin descanso.

'Kung Fu Panda 2' cumplía con una de las leyes imborrables de toda (buena) segunda entrega que se precie, es decir, elevar y desarrollar los elementos presentados con anterioridad, aportando una mayor profundidad psicológica en los personajes y dosis más altas de dramatismo en la historia. Todo ello, claro, sin olvidar el objetivo principal: la búsqueda pura y dura del entretenimiento para todo tipo la familia. Misión cumplida.

Y es que, pese a haber perdido cierta magia que impregnaba a su primera entrega, 'Kung Fu Panda 2' arrasaba con las expectativas más altas, ofreciendo un espectáculo visual lleno de humor, emoción y escenas de acción que, todavía hoy, siguen resultando un goce absoluto. Una de las mejores películas de Dreamworks Animation hasta la fecha. Y de largo.

Wallace y Gromit son dos de los personajes más inolvidables, tiernos, divertidos y maravillosos que nos podemos encontrar dentro del género de la animación. Y quizá ppor eso el éxito artístico a todos los niveles de 'Wallace y Gromit. La maldición de las verduras' alegra especialmente. Estamos, sin lugar a dudas, ante el triunfo incontestable de todo un equipo de profesionales que, a lo largo de poco más de 85 minutos que pasan como el más corto de los suspiros, demostraron su inimitable capacidad para rimar tradición con genialidad.

Contando de antemano con la simpatía que el público ya había mostrado a sus dos protagonista, esta propuesta aclamada por la crítica, con toda justicia, terminó, además, consiguiendo un Oscar en la categoría de mejor película de animación en el año en el que todo parecía orientado a la victoria de Tim Burton y 'La novia cadáver'. Finalmente, la plastilina reinó.

Solamente por el descubrimiento de personajes tan inolvidables como el Príncipe encantador, la Hada Madrina y su espectacular número musical y, por encima de todo y todos, un Gato con Botas que robaba cada escena en la que aparecía con una facilidad aplastante, 'Shrek 2' sigue mereciendo todas las ovaciones del mundo. Pero es que, además, conseguía lo que parecía imposible, es decir, mantener el nivel de su excelsa predecesora aportando elementos nuevos, giros inesperados, carcajadas genuinas y escenas de auténtico genio. Sirva como ejemplo de la grandeza de esta secuela ejemplar un clímax final apabullante en fondo y forma, trepidante y vertiginoso, hilarante y épico. Un cierre de oro a una película sobresaliente en todos los sentido.

El mismo año en el que 'Antz (Hormigaz)' sorprendía a propios y extraños con una profundad psicológica en sus personajes especialmente brillante, Dreamworks Animation estrenaba otra propuesta que combinaba la ambición y el riesgo con grandísimos resultados: 'El príncipe de Egipto'. La historia de Ramsés y Moisés encontraba aquí una nueva versión cinematográfica que desprendía belleza visual, épica dramática y una emoción desbordante incluso para el sector del público que nunca ha mostrado interés alguno en películas del género bíblico. Y es que, desde su imponente comienzo, 'El príncipe de Egipto' alzaba un listón que ya no bajaría durante el resto de metraje. Una propuesta animada repleta de talento con escenas que todavía hoy cortan la respiración.

Lo primero que sorprendía en la fantástica 'Cómo entrenar a tu dragón 2' era su oscuro dramatismo, la crueldad en la que se movía una historia que, teniendo en mente su primera entrega, parecía claramente destinada a un público más infantil. Y era precisamente en ese riesgo tenebroso y dramático donde la película alcanzaba finalmente su esplendorosa forma, su impacto emocional y su lugar especial dentro de la memoria y el corazón de millones de espectadores. Con un ritmo narrativo en constante in crescendo, comandado por la notable dirección de Dean DeBlois, los lugares comunes que podían darse cita en esta secuela terminaban cediendo su espacio a conflictos de mayor entidad como la muerte, el sentimiento de traición o la reflexión acerca del uso de la palabra por encima de la batalla en una película que termina cautivando a través de sus momentos más íntimos. Pequeñas píldoras de emoción perfectamente insertadas en un conjunto que no olvida su objetivo principal, es decir, el de ofrecer un espectáculo para toda la familia.

Para ese público de todas las edades está especialmente diseñado un clímax final deslumbrante, con una fuerza dramática y un diseño de producción que deja con la boca abierta y que se sitúa entre lo mejor que nos ha dado el género animado en los últimos años. De este modo, 'Cómo entrenar a tu dragón 2' terminaba superando a su predecesora y, con el paso de los años, quedaba reafirmada como la mejor entrega de la trilogía. Una aventura maravillosa.

2001 fue el año elegido por la Academia para, al fin, ceder un justo protagonismo al cine animado en la ceremonia de los Oscar. De esta forma, nació una categoría, Mejor Película de Animación, que se estrenó con un vencedor inesperado...y justo. Ni Disney, ni Pixar, ni Ghibli, Dreamworks, y más específicamente, un ogro verde gigante y bonachón, una princesa que no necesita ser salvada y un asno memorable en busca de amigos. 'Shrek' ponía patas arriba al género y lo hacia con un humor gamberro repleto de gags inolvidables, réplicas de primer nivel y una falta de respeto total a la tradición más aburrida. Más allá de sus irregulares secuelas, esta primera entrega de la saga sigue siendo un disfrute absoluto para toda la familia. Una obra maestra.