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CRÍTICA

'Prisioneros': Arrebatador neo-noir con dos caras

Denis Villeneuve nos presenta un intenso thriller protagonizado por Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal, cuyas identidades son desmenuzadas en un desconcertante laberinto.

Por Adrián Peña 11 de Octubre 2013 | 09:54

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Si hablamos del thriller, es obligatorio hablar de David Fincher. En 1995, con 'Se7en', el cineasta norteamericano redefinió las bases del thriller que Jonathan Demme sentó cuatro años atrás con 'El silencio de los corderos'. Se trataron de filmes que se basaban en la relectura del noir clásico. Neo-noir les llamaron. Luces y sombras, claridad y penumbra, sus historias combinaban esa ambientación del noir clásico y sus elementos (los detectives con gabardinas, investigaciones policiales farragosas, asesinos en serie...) con la introducción de otros nuevos. El gran atractivo de aquellas películas era ver cómo acercaban la exposición policial al terreno mental y las reacciones humanas a la visceralidad. Los lugares que recorríamos en ellas nos rememoraban a los lugares físicos de aquellos clásicos del cine negro, pero, en realidad, las películas ocurrían en la mente del asesino. Un asesino que cobraba una entidad igual o mayor que la de los protagonistas, que debían navegar por la psique de ese frío y calculador criminal para evitar más asesinatos.

Prisioneros

Esas propuestas se complementan con las que llegaron en la siguiente década. Las películas de Ben Affleck ('Adiós, pequeña, adiós'), Clint Eastwood ('Mystic River') y, sobre todo, la de David Fincher ('Zodiac'), trasladaron la acción de la psique del asesino a la de los indagadores (ya sean detectives, periodistas u hombres de a pie). La importancia de la acción, pues, no era el evitar 'X' sino la búsqueda de la Verdad, la resolución del caso, de ahí que la narración se llevara al terreno de la deconstrucción del individuo contemporáneo y su crisis de identidad, incapaz de encontrar respuestas (o encontrar las incorrectas) a su propia realidad.

'Prisioneros', la nueva película de Denis Villeneuve (apunten este nombre), juega con los elementos de todos estos thrillers de manera inteligente. Su cuidada e impecable atmósfera nos traslada a aquellos filmes siendo, quizás, la parte de la película más llamativa pero, a la vez, menos interesante, al mostrarse como una simple pose artística que bebe de todos aquellos referentes. Lo más interesante de 'Prisioneros' es ver cómo Villeneuve recoge toda esa tradición y la lleva a su terreno.

Prisioneros
La filmografía del director canadiense está poblada de dualidades, simbología y personajes en constante transformación, llenos de inseguridades y en plena encrucijada personal. El secuestro en 'Prisioneros' funciona de la misma manera que funcionaban los asesinatos del misterioso Zodiac en la película de David Fincher: sirve como detonante para desmigajar la identidad del individuo que va tras la resolución del misterio.

Hugh Jackman, al límite

Un individuo que Villeneuve nos presenta mediante una dualidad de personalidades, algo que en su película 'Enemy' era más claro, aquí está introducido de forma más subterránea. El padre, interpretado por un Hugh Jackman que jamás ha sido llevado tan al límite en una interpretación como en esta película, y el detective, interpretado por un correcto Jake Gyllenhaal que, curiosamente, también es el principal protagonista (por partida doble) del dualismo de 'Enemy'. Se trata de personajes antagónicos pero complementarios. Tanto el uno como el otro persiguen la Verdad siguiendo caminos totalmente opuestos (el padre el del "ojo por ojo y diente por diente" y el detective por el cauce legal) y ambos entran en una crisis (de identidad, el padre y, deontológica, la del detective) que les traslada a un laberinto vital del que son incapaces de escapar. De ahí el magnífico plano final (idéntico al de 'Enemy', con el mismo actor incluido) que une a ambos caracteres de esa dualidad en la incertidumbre (de su existencia, la del padre y de su búsqueda, la del detective).

Así, 'Prisioneros', es un impresionante thriller de impecable factura técnica que lanza reflexiones tan vistosas como lo rápido y fácil que se juzgan a las personas en según qué situaciones y, lo más interesante, esconde una compleja exploración y contraposición de identidades que, junto a 'Enemy', erige a Denis Villeneuve, no sólo como un excelente director, sino como un magnífico escrutador de crisis existenciales.