Si algo nos indica 2025 en el género de terror es que el gran grueso de las propuestas, sin dejar un cine muy personal y autoral por parte de sus realizadores y realizadoras, ha abandonado ligeramente la marca de "terror elevado" que ha reinado las conversaciones de los fans en estos últimos años, especialmente gracias a A24.
En cambio, nos encontramos delante de un horror que, sin renunciar a importantes cuestiones culturales y sociales, así como historias personales surgidas de la pesadillesca mente de sus autoras y autores, ha sabido encontrar un balance entre el drama, la comedia y la espectacularidad del horror, sabiendo perfectamente engranar lo psicológico con el entretenimiento.
Aún con el año que está viviendo el horror en 2025, faltan grandes títulos por delante a estrenar como 'Expediente Warren: El último rito', 'Keeper', 'Together', 'Him', 'Good Boy', 'Frankenstein' o 'The Black Phone 2'; entre muchas otras sorpresas que saltarán a la conversación tras el siempre celebrado Festival de Sitges.

Desde sangrientos slashers, pasando por grandes películas de estudio, surcando los mares o en un pueblo cualquiera, en una casa o en el gran vasto campo donde te persiguen los zombies, las películas seleccionadas demuestran que el horror puede aparecer en cualquier lugar, cuando menos te lo esperes.
Como no queremos esperar a fin de año con las prisas para hacer un apresurado Top de terror, os adelantamos 10 títulos imprescindibles y variados, para todos los sanguinarios gustos de los espectadores, que esperamos que abran apetito para lo que está por venir en los próximos meses.
Top 10 películas de terror de 2025
'The Monkey'

El nieto de Anthony Perkins, el mítico actor de 'Psicosis', se alejaba este año de la intensidad de sus anteriores proyectos para centrarse en un mono con platillos (perdón, con baquetas, que no tiene los derechos), adentrándose en un cine más mainstream y desentendido de intenciones psicológicas más profundas.
Oz Perkins adapta a Stephen King con una puesta en escena y narrativa mucho más gamberra, con buenas dosis de gore y muertes esperpénticas. Con una voluntad mucho más lúdica que productos como 'Longlegs' o la relectura estética de 'Gretel y Hansel'; el maníaco mono nos deja un mascado entretenimiento perfecto para dejarse llevar por el ritmo de su tambor.
'Wolf Man'

Aunque con la cancelación del Dark Universe por el fracaso de 'La momia' de Tom Cruise no podemos considerar 'Hombre lobo' como parte de este microcosmos de reboots de los monstruos clásicos, el hombre lobo vuelve a la pantalla grande con una historia que logra hacer un pequeño pero intenso filme de terror.
Con un poco explorado POV del monstruo, Leigh Whannell prefiere ajustarse a las estructuras clásicas del cine comercial ofreciendo una dosis controlada de terror, violencia y thriller en un conjunto que, si bien no decepciona, podría haber arriesgado más en ciertos aspectos como en su interesante retrato del cuerpo envenenado y en continua transformación aberrante como si de 'La mosca' se tratase.
'Dangerous Animals'

De las costas australianas llega una de las cintas con más mojo del año. Cogiendo la estructura narrativa tan funcional (y repetida) del gato y el ratón, Sean Byrne nos pone a surfear sobre tiburones y un maníaco asesino que disfruta grabando a sus víctimas siendo devoradas por las temidas -por culpa de Steven Spielberg- criaturas del mar.
Warning! Si tienes un asesino en serie, ponlo a bailar 'Evie (Part One)' de Stevie Wright. Jai Courtney gruñe, grita, golpea, se retuerce y lanza los restos humanos a los tiburones en una interpretación magistralmente operística, desatando las mismas dosis de humor que de acción alocada. Divertida a más (tiburón) no poder.
'La acompañante'

Sophie Thatcher is the new Samara Weaving. Ante la nueva scream queen, solo queda rendirse. Aunque 'La acompañante' no es precisamente la película donde veremos gritar más a Thatcher, vuelve a cargar sobre sus hombros una robótica y maliciosa interpretación.
De clave feminista en su retrato sobre cómo usaría el patriarcado -ante la inutilidad de la masculinidad tradicional- las inteligencias artificiales con cuerpo humano, Drew Hancock traza una cinta con persecuciones, mucha sangre y personajes histriónicos con un gran acierto de casting, especialmente Jack Quaid. La 'Terminator' del patriarcado.
'El asesino con ojos de corazón'

Si bien a 'Un hombre lobo entre nosotros' le faltaba algo de empuje y buen hacer, Josh Ruben da en la tecla al mezclar San Valentín con un slasher en 'El asesino con ojos de corazón'. Del subgénero de gente guapa siendo atacada por un maníaco, Ruben coge todos los clichés, los coloca en un puesto de la feria y los va tirando con la escopeta de balines uno a uno mientras se ríe.
Divertida a más no poder, con sangre desbordando las arterias y con un sentido del ritmo frenético, la película es consciente de su condición y no duda ni un solo segundo en pasarlo bien con ella. Incluso al borde de ser terriblemente acuchillado y desmembrado, hay espacio para el amor. El romance se sirve con el corazón en la mano (literalmente hablando).
'Destino final: Lazos de sangre'

En este mundo donde las palabras se les acaban a las compañías cinematográficas (reboots, secuela, precuela, remake...), 'Destino final: Lazos de sangre' entra en la lógica empresarial de Hollywood pero lo hace por la puerta grande. La autoconciencia es la solución para pasar un buen rato.
Aunque su intento de drama familiar no funciona por ninguna parte, la película se compone de set-pieces de puro slasher donde se rinde homenaje a las formas de morir clásicas a la vez que propone un gourmet, divertido y muy alocado nuevo imaginario de morir. Si sales vivo del visionado, te espera una semana mirando alrededor esperando tu destino.
'Weapons'

El que es sin duda el gran estreno de terror del año, 'Weapons' se gana por sí misma el trono al saber hilar con una narración partida con humor e investigación en los códigos del cine de terror, en una película tan divertida como inquietante por momentos. Niños desaparecidos con los brazos abiertos son el pistoletazo inicial de los horrores en un vecindario.
Zach Cregger sigue explorando las posibilidades de su visión autoral en un filme cuyos últimos minutos de aquelarre en una persecución por el vecindario ya entra en los mejores finales de la historia del género, aunque le cueste por momentos superar ciertas situaciones dramáticas intrascendentes.
'Los pecadores'

Danzando con el terror, Ryan Coogler encuentra en el cine de vampiros un par de colmillos para hincar en el cuello de la Norteamérica rural. Allí donde el cine históricamente ha visto racismo y segregación, Coogler encuentra, a través de lo fantástico, la puerta hacia algo más.
Como la palabra cultura no es tangible, 'Los pecadores' la materializa a través de una guitarra maldita y los dedos que tocan sus acordes, con una voz que funde pasado, presente y futuro en sin duda la mejor escena del año, donde el salón de baile que después se convertirá en un riachuelo de sangre se evapora con las llamas para dejar en pantalla lo importante: el arte como principio y fin de lo humano.
'Devuélvemela'

Los hermanos Philippou vuelven a la carga con planos que arrebatan la distancia de la cámara con lo narrado en una fisicidad palpable. Tan solo una casa y unos pocos personajes rotos necesitan los directores para trazar este cuchillo que destripa la imagen cinematográfica con un sonido que amplifica el dolor de lo bizarro.
Donde en 'Háblame' había pruebas, en 'Devuélvemela' hay certezas: el cuerpo maltrecho y el trauma ejerciendo como martillo pilón de la mente humana, todo materializado en unas imágenes que destrozan cada rincón de la materia que compone un ser humano para echarlo al agujero negro de la psique humana.
'28 años después'

Danny Boyle y Alex Garland regresan a sus inicios más víricos, aquellos que impregnaron la cultura popular con '28 días después'. Muchos años después en nuestras vidas y '28 años después' de Cillian Murphy andando por las vaciadas calles de Londres, la dupla regresa con una arriesgada propuesta.
La audacia de morir está en hacerlo amando: entre zombies acechando, esculturas de cráneos blanquecinos, infectados dando a luz y poblados sectarios, Boyle encuentra en la imagen saturada y furibunda el espacio para un relato que celebra la vida, la muerte y lo que une los dos extremos de estos términos, el "memento amori": recuerda que has de amar.