El primer orgasmo de la historia del cine y otros momentos de éxtasis sexual

'Éxtasis', 1933. Hedy Lamarr mordiéndose el labio pasa a la historia por interpretar el primer orgasmo femenino de la historia del cine. La actriz protagoniza también el primer desnudo integral en una película comercial no pornográfica. Lamarr se echa las manos a la cabeza. Nada más que añadir.

La criatura creada en el laboratorio por Víctor Frankenstein encuentra en la mujer que se iba a casar con su 'padre' el amor, el afecto carnal, que le salvará de su condenada existencia. Y en ese primer contacto humano, una escena sexual que recoge todo el poderío cómico de 'El jovencito Frankenstein' con un canto operístico.

El rey de los orgasmos en la gran pantalla sucedió en 'Cuando Harry encontró a Sally'. Y lo mejor de todo es que pasase en una mesa a la hora de comer. Meg Ryan le daba una lección a Billy Crystal y le sacaba de su ignorancia fingiendo un orgasmo que ha hecho las delicias de los espectadores desde entonces.

Mientras Ben Stiller se masturbaba en 'Algo pasa con Mary', Cameron Diaz soñaba en 'La cosa más dulce' cómo sería su fantasía erótica hecha realidad y en modo repeat. Como ya sabemos que la actriz todo lo hace (o hacía) a lo grande, la escena no tiene desperdicio. Lástima que no quiera revivir ese sueño en la secuela de la película.

El sexo con Kim Cattrall en 'Sexo en Nueva York' era de lo mejor de la serie. Todo hay que decirlo, la actriz ya nos había puesto a tono en una película curiosísima, 'Porky's', en la que el personaje de la actriz no para de gritar, en un tono agudo, mientras mantiene sexo.

Esta escena entre Natalie Portman y Mila Kunis es la pura esencia de la dualidad que corroe a Nina en 'Cisne negro', de Darren Aronofsky. Consumida por su atracción hacia lo salvaje, hacia el lado oscuro, la bailarina se 'abandona' y se libera, con un orgasmo que nos hace vibrar como espectadores.

Una máquina futurista que provoque orgasmos instantáneos es una excentricidad que casa a la perfección con el imaginario de paranoias mentales de Woody Allen. En 'El dormilón', el director y actor prueba esa máquina que, al estilo de un ascensor, te ofrece placer automático y pelos revueltos.

¿Cómo Jane Fonda no iba a interpretar uno de los orgasmos más memorables del celuloide, surrealista a la vez que sujeto a la realidad? Como Barbarella, la actriz se mete en una máquina, una especia de piano gigante, que provee a la mujer de placer. Los primeros planos de Fonda en esta escena son tan maravillosos como lo sigue siendo la intérprete.

Kevin Kline, que se llevó el Oscar a Mejor actor secundario por 'Un pez llamado Wanda', es en esta escena uno de esos hombres a los que se le retuerce el gesto cuando se corren. Sus saltos hilarantes y sus muecas juegan con la línea de un orgasmo a lo absurdo.

En una maravillosa exploración de la sexualidad femenina y la desnudez no 'maistream', también se colaron los orgasmos raritos de Adam Driver, que se tiró las dos primeras temporadas de la serie de Lena Dunham haciendo una sentada en su casa por y para el sexo.