CRÍTICA

'Anatomía de un instante': Desidealizar para no traicionar a la memoria

La nueva serie de Movistar+ reconstruye el fallido golpe de Estado del 23-F utilizándolo como epicentro para explorar todo el proceso político, emocional y social de la Transición española.

Por Víctor Mopez Más 20 de Noviembre 2025 | 13:30
La vida se me queda corta para ver todo el cine y las series que me gustaría.

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'Anatomía de un instante'
'Anatomía de un instante' (Movistar Plus+)

"Españoles... Franco ha muerto". Con esta frase Carlos Arias Navarro, entonces presidente del Gobierno, anunciaba el 20 de noviembre de 1975 la muerte del dictador tras casi cuarenta años de yugo. Una de las frases más importantes de la España del siglo XX que permitieron al país dar el primer paso hacia la democracia. Un periodo, la Transición, que no estuvo exento de tensiones que desembocarían en un fallido golpe de Estado que ahora analiza la nueva serie de Movistar Plus+.

Tráiler 'Anatomía de un instante'

'Anatomía de un instante' es, antes que nada, una obra de ambición inusual en la ficción española. La serie dirigida por Alberto Rodríguez y escrita por él junto a Rafael Cobos y Fran Araújo no se conforma con dramatizar el 23 de febrero de 1981: lo utiliza como epicentro, como núcleo gravitacional, a partir del cual expandirse hacia todo el proceso político, emocional y social que llevó al país a ese vértice histórico. Desde su primera escena la miniserie deja claro que su intención no es reconstruir un golpe, sino explicar cómo se llegó hasta él.

El proyecto se basa en el célebre libro de Javier Cercas, del que hereda su enfoque analítico, su estructura de capas y su convicción de que un instante puede revelar, por sí solo, la naturaleza profunda de una época. La serie respeta ese espíritu ensayístico, aunque lo traduce a un lenguaje audiovisual que combina tensión, reflexión y un cuidado excepcional por el detalle. El resultado es una narración que reconstruye y a la vez interpreta, que observa el pasado con la lupa del historiador y las herramientas del cineasta.

Anatomía de un instante
Anatomía de un instante

Aunque el 23-F es el corazón del relato, gran parte de su potencia nace de cómo se atraviesa la Transición para iluminar lo que precedió al golpe. La serie dedica tiempo —y un admirable rigor— a mostrar las negociaciones, los miedos, las contradicciones y los equilibrios inestables que definieron aquellos años. Lejos de caer en la idealización habitual del periodo, lo presenta como un proceso lleno de sombras, tensiones internas, presiones militares y pactos que no siempre fueron limpios ni indoloros.

Tres para la Historia

Es precisamente en ese retrato poliédrico donde la serie encuentra una de sus mayores virtudes. 'Anatomía de un instante' no repite ni amplifica la imagen pública que todos tenemos de sus protagonistas; la desmonta, la cuestiona y la vuelve a ensamblar para revelar a los hombres detrás del mito. Y en ese gesto, profundamente narrativo y profundamente político, la ficción se vuelve una herramienta de comprensión del presente.

Álvaro Morte ofrece un Adolfo Suárez lejos de la figura casi santificada que a menudo ocupa el imaginario colectivo. La serie muestra sin tapujos sus contradicciones, su pasado en la Falange, su habilidad para maniobrar entre fuerzas opuestas, su vanidad y su desesperado intento por sostener un proyecto político que se desmoronaba desde dentro. Morte construye un Suárez dividido entre la responsabilidad histórica y sus propias ambiciones, un líder que empieza a perder apoyos incluso entre los que lo auparon.

Anatomía de un instante
Anatomía de un instante

Eduard Fernández , por su parte, encarna a un Santiago Carrillo cuya complejidad política y moral rara vez se había abordado con tanta claridad en la ficción. Su personaje oscila entre la astucia fría del estratega, el peso de las renuncias y la necesidad constante de mantener a su partido en pie. La serie pone en primer plano la mirada crítica con la que muchos lo juzgaron entonces, incluso dentro de sus propias filas.

Manolo Solo completa este triángulo con un Gutiérrez Mellado que la serie retrata desde la sinceridad y no desde la iconografía. No solo es el militar que se levantó ante los golpistas: es el hombre que lidió con un ejército dividido, un cuerpo institucional repleto de corrientes contrapuestas y un pasado personal que la ficción trae de regreso con sobriedad y hondura. La serie entiende que el valor no siempre es unívoco, ni limpio, ni gratuito.

Una de las aportaciones más interesantes del relato es su insistencia en que estos tres hombres fueron considerados traidores —a la patria, a los suyos— por amplios sectores de la sociedad. Y lo muestra sin dramatismo, sin subrayados, con la naturalidad incómoda de quien revela lo que estaba allí pero pocas veces se quiso mirar. La traición, en la serie, es un arma de doble filo: destruye y, paradójicamente, edifica.

Rigor sin renunciar a la tensión

Visualmente, la producción mantiene una coherencia notable entre las escenas íntimas de la Transición y la reconstrucción del Congreso del aquel año. Se nota y se agradece que pudieran grabar en la Cámara Baja. La fotografía, contenida y atmosférica, acompaña el tono reflexivo de la narración sin perder la tensión del thriller político. El pasado se siente cercano, no como una postal envejecida, sino como un espacio vivo, imperfecto, todavía en disputa.

Anatomía de un instante
Anatomía de un instante

La serie también destaca por su precisión narrativa: cada escena aporta información, cada diálogo suma a la tesis general, cada salto temporal encaja en una estructura que se va apretando hasta converger en ese instante congelado que todos conocemos. Rodríguez logra que una historia sobradamente documentada recupere su incertidumbre, su posibilidad de haber sido distinta, su vértigo.

Otro de los elementos más interesantes de 'Anatomía de un instante' es su apuesta por una voz narrativa que acompaña, corrige y resignifica lo que se muestra. La voz en off —sobria, reflexiva, nunca intrusiva— aporta contexto sin didactismo y confiere a la serie un carácter ensayístico que dialoga directamente con el espíritu del libro original. Es una presencia que guía, que interpela y que añade capas sin restar fuerza dramática.

Ejercicio de memoria

Donde la serie brilla de forma especialmente notable es en su tratamiento de la memoria. No dicta conclusiones ni propone una lectura definitiva de la Transición; al contrario, expone sus grises, sus decisiones difíciles, sus heridas abiertas y deja espacio para que el espectador componga su propio juicio. En una época de relatos polarizados, esta decisión narrativa se siente casi revolucionaria.

Anatomía de un instante
Anatomía de un instante

En su conjunto, 'Anatomía de un instante' consigue algo extraordinario: convierte un momento histórico ampliamente estudiado en un relato vivo, complejo y profundamente humano. No pretende ser una sentencia sobre el pasado, sino una invitación a revisitarlo con ojos críticos. Y al hacerlo abre una conversación necesaria sobre lo que significó la Transición, lo que significó el 23-F y lo que aún significan para la democracia española.

El resultado final es una miniserie sólida, rigurosa y emocionalmente resonante. Una obra que entiende que la historia no se recuerda: se debate, se matiza, se cuestiona. Y en ese proceso de disección —fiel a su título— la serie demuestra que mirar un instante puede ser la mejor manera de comprender un país entero.

'Anatomía de un instante' se estrena en Movistar Plus+ el 20 de noviembre.

8
Lo mejor: Su capacidad para combinar rigor histórico y complejidad moral, ofreciendo un retrato honesto y profundamente humano de la Transición y de los personajes que la sostuvieron.
Lo peor: Su densidad narrativa y su enfoque analítico pueden exigir un nivel de atención que no todos los espectadores estarán dispuestos a mantener.