å

CRÍTICA

'Caso Murer: El carnicero de Vilnus': Un vibrante ejercicio visual en forma de thriller

La película narra el juicio a Franz Murer, el director nazi del gueto de Vilnus.

Por Alberto Monje Gama 18 de Enero 2019 | 09:30

Comparte:

Ver comentarios (1)

La imagen con la que abre 'Caso Murer: El carnicero de Vilnius' contrasta totalmente con cómo el resto del metraje se va a suceder. En ella, una persona a la que no se identifica, abre unos archivadores móviles y los deja abiertos en pantalla, sucediéndose el título de la película. Con una calma y un plano que se mantiene más que cualquier otro en las casi dos horas de metraje, su director y guionista Christian Frosch lanza un mensaje claro desde el principio: su película se ha creado para abrir la verdad hacia el público, una verdad que, como se mostrará más adelante, está controlada por muchas fuerzas para no salir a la luz.

'Caso Murer: El carnicero de Vilnus'

'Caso Murer: El carnicero de Vilnus' narra el caso real de Franz Murer, un antiguo oficial de las SS en Austria que dirigió el gueto de la ciudad de Vilnus (Lituania) durante su ocupación nazi. Murer, lejos de la inmunidad que le conferían los cuatro muros del gueto, se encuentra ahora dentro de las cuatro paredes de un juzgado, donde un tribunal popular decidirá su culpabilidad o su inocencia. En la película se van sucediendo los testigos, entre ellos, víctimas directas de Murer, y otras personas que lo conocieron en su faceta más personal. No hay término medio en sus intervenciones: para unos es poco menos que un demonio, para otros es un padre de familia honrado.

La película utilizará códigos del thriller e, incluso, del cine de terror, para narrar las declaraciones de los testigos. La música es insistente durante todo el metraje, el montaje está concebido de manera rápida y violenta para causar un sentimiento de inquietud en el espectador. 'Caso Murer: El carnicero de Vilnus' no va a ser una película cómoda de ver, tanto por lo que se cuenta, como por cómo se cuenta. Además, este tono del cine negro le dará un estilo que nada tiene que ver con una película judicial al uso.

En todo el metraje no existe ningún tipo de flashback que muestre en pantalla los horrores que se narran. Frosch acierta al darle a las palabras de sus personajes todo el peso de la narración. De tal manera, se apoya en las interceptaciones de las víctimas ante el juez para que el espectador atribuya (o no) la culpabilidad a Murer. Sin embargo, pese a que la narración pocas veces se mueve de las cuatro paredes de la sala, nunca se hace pesada ni monótona. Frosch es lo suficientemente inteligente como para llenar de tensión y drama cada punto de su guión.

'El caso Murer: El carnicero de Vilnus'

Una película de personajes

Quizá el fallo más grande de la película es su paso de puntillas por la presentación de los personajes. El espectador conocerá a más de una decena de personas, entre el acusado y su familia, los testigos, los jueces o el jurado popular. Todos tienen su peso importante en el metraje y, al final, se les consigue dar la profundidad suficiente, pero durante la primera hora no sería raro que el espectador dudara a la hora de distinguir unos de los otros, porque prácticamente ninguno recibe una presentación.

Aunque si hay un personaje con el que acierta es con el central: Franz Murer, interpretado por un enigmático Karl Fischer. Pese a no tener tanto peso como otros en pantalla, los momentos que pasa con su mujer en su celda son de los mejores de la película. Ella, una mujer extrañamente amable, le trae grandes tartas a su marido, recordemos, un asesino de guerra. La situación surreal de esa mujer casada con un verdadero demonio y, juntos, tomando tartas de chocolate en prisión muestran la dualidad con la que ha descrito Frosch a su personaje: unos lo ven como una persona honrada incapaz de hacer daño a nadie, otros como un monstruo de guerra.

'Caso Murer: El carnicero de Vilnus'

'Caso Murer: El carnicero de Vilnus' supone una nueva muestra de que los horrores de la Segunda Guerra Mundial todavía le tienen mucho que dar al cine. Con un tono oscuro y dinámico, que poco tiene que ver con muchas de las películas de género judicial, sus dos horas de metraje no se antojan pesadas en ningún momento. Pese a que su mensaje final no sea tan ambicioso y universal como otras cintas del peso de '12 hombres sin piedad', la película conforma una denuncia muy potente a la situación de injusticia a la que sumió ese juicio a todas las víctimas tanto en Austria, como en Lituania.

Nota: 7

Lo mejor: Que en todo el metraje no descienda la intensidad dramática.

Lo peor: Que el espectador se pueda perder entre toda la red de personajes.