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CRÍTICA

'Cuestión de derechos': Propaganda fundamentalista

Crítica de 'Cuestión de derechos', dirigida por Jim Ball, escrita por Ball y Richard Cutting. Protagonizada por Ben Davies, Emma Elle Roberts, Shannen Field, Julie Silcott y Richard Cutting.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 12 de Noviembre 2021 | 08:45
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El cine de carácter religioso se ha asentado como uno de los subgéneros que más fieles congrega en las salas de cine. No obstante, se nota una diferencia clara entre las producciones españolas y las estadounidenses. Mientras que las primeras han estado enfocadas en el relato documental, como 'Medjugorje', 'Amanece en Calcuta' o la docuficción 'Tierra Santa. El último peregrino', las segundas han apostado por un tipo de producción llamadas 'faith-based movies', ficción que recoge un estilo muy propio de las iglesias evangélicas norteamericanas (aunque no tenga por qué ser de una confesión protestante).

Cuestión de derechos

Un año y medio después de 'Unplanned', llega 'Cuestión de derechos', dirigida y coescrita por el párroco Jim Ball, el cual, además de ser sacerdote, tiene su propia compañía y se estrena como cineasta con esta propuesta abiertamente provida. Si el filme de Chuck Konzelman y Cary Solomon fue muy espinoso a la hora de abordar el derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo, la propuesta de Ball da un paso más, llegando a ser incluso más polémico, si cabe.

'Cuestión de derechos' narra cómo un varón adolescente busca evitar que su novia aborte, incluso si eso significa demandar para evitar que sea dueña de su propio cuerpo. De por sí la premisa no suena muy prometedora. Sobre todo, porque Ball, quien firma el guion junto con Richard Cutting, artista audiovisual abiertamente provida, propone un supuesto caso judicial que, realmente, carecería de recorrido (Estados Unidos no es Irán o Arabia Saudí, países donde los derechos de las mujeres están sujetos a una lectura teocrática y patriarcal de la ley). Con un planteamiento artificial, no es el peor defecto de este filme.

Cuestión de derechos

Sería tremendamente sencillo atacar moralmente sus intenciones. Es más, en cierta forma lo busca, pero su arcaico mensaje no es lo que hace que 'Cuestión de derechos' sea una mala película, sino un apartado técnico tremendamente deficiente, unas interpretaciones nada creíbles y un estilo narrativo que logra que la serie mexicana 'La rosa de Guadalupe' tenga mayor calidad cinematográfica, que ya es decir.

Logra hacer buena a 'Unplanned'

Respecto a lo primero, cierto es que el cine religioso norteamericano nunca ha sido un ejemplo de alarde visual. Sin embargo, hasta la trilogía 'Dios no está muerto' como 'Unplanned' tenía una imagen y unos encuadres más dignos de poder verse en el cine. Ball no sabe utilizar la cámara. Cualquier trabajo de fin de carrera le da varias vueltas en apartado visual, mismamente títulos como 'Ojos negros' o 'Las amigas de Àgata'. Es más, hasta los telefilmes alemanes de sobremesa que adaptan obras de Rosamunde Pilcher o Inga Lindström gozan de mayor calidad.

Cuestión de derechos

El trabajo de Ball parece tremendamente amateur, tampoco ayudan sus actores, que supuestamente interpretan a adolescentes. Ben Davies, que superaba los 30 cuando se rodó la cinta, no da el pego como un joven que no sabe nada de la vida, como tampoco Emma Elle Roberts. Sin duda, logran que el elenco de 'Sensación de vivir' sea más creíble en cuestiones de edad. La sensación es estar visionando una cinta casera que, sin lugar a dudas, no tiene cabida para ser visionada en la gran pantalla.

Sin tener en cuenta lo manipulador, lo machista, lo fanático y lo propagandístico de su mensaje, 'Cuestión de derechos' consigue superar a 'Unplanned', pero no en el sentido positivo de la palabra. Se queda lejos de títulos como 'Los milagros del cielo' o 'Más allá de la esperanza', los cuales demostraron que es posible producir 'faith-based movies' con un mínimo de calidad cinematográfica. Un ejemplo de que los productores de la cinta no guardan mucho respeto con su público objetivo, el cual se merece un mínimo de calidad a la hora de pagar por una entrada.

Nota: 1

Lo mejor: Hace que se valore más aquellas producciones religiosas que ponen un mínimo de cuidado en su apartado visual, técnico e interpretativo.

Lo peor: La sensación constante de estar viendo una producción casera. Eso sin entrar a valorar su mensaje, que se retrata por sí solo.

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